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Sokolov: La pureza del toque Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Recital del pianista Grigori Sokolov. Partita núm. 6 y Fantasía
y fuga en la menor, BWV 904, de Johann Sebastian Bach. Sonatas núm.
11 en si bemol mayor, op. 22, y núm. 32 en do menor, op. 111,
de Ludwig van Beethoven. Noveno Ciclo de Grandes Intérpretes. Fundación
Scherzo. Auditorio Nacional de Madrid, 16 de febrero de 2004.
No toca el piano; lo acaricia. Sokolov tiene un toque tan dulce como exacto. Es como si hiciera cosquillas en las cuerdas del piano y en las orejas de los oyentes, con suave delectación Esa es, a mi juicio, la mayor de sus muchas y enormes cualidades. Ese sonido le otorga voz propia e inconfundible entre los más grandes del teclado. El resultado es cálido y enormemente pianístico. A pesar de la enorme extensión, el instrumento adquiere en sus manos un bellísimo tono baritonal. Todo lo que acompaña a este toque excepcional está igualmente aquilatado: la medida, la intensidad, el timbre... La identificación del intérprete con su instrumento es absoluta y por eso no recurre, ni falta le hace, a ningún embellecimiento superfluo que no emane de la propia música. Las obras fueron expuestas con pasión sincera y humildad artesanal. El recital se apoyó en dos grandes colosos: Bach y Beethoven. Sobre estos sólidos cimientos, trazó Sokolov un discurso musical basado en la pureza. Expuso una música de Bach pura en su abstracción y un desveló un Beethoven igualmente puro en sus ideales. Fue un descenso desde los cielos del contrapunto, magistralmente empleado por Bach en la Partita núm. 6, y también en la Fantasía y fuga en la menor, hasta los infiernos pasionales de la última sonata de Beethoven, pasando antes por la número once. Fue un camino recorrido sin desfallecimiento desde el intelectualismo espiritual hasta la lucha titánica con la materia terrestre. La Sonata núm. 32, en do menor, op. 111, cerró un programa conciso que resumió toda una etapa de la historia del piano. Sokolov renovó su triunfo en Madrid una vez más. El recital fue un acontecimiento memorable, ampliado en agradecimiento a las ovaciones con seis propinas.
Fotografía: Rafa Martín
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