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Bach soñado
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee su
curriculum.
Orquesta Barroca y Coro de Amsterdam. Christoph Prégardien (tenor), Deborah York (soprano), Klaus Mertens (barítono), Bogna Bartosz (mezzo). Director: Ton Koopman. Cantatas BWV 39, 106 y 198 de Johann Sebastian Bach. Concierto Extraordinario de Juventudes Musicales de Madrid. Auditorio Nacional de Música de Madrid, 26 de febrero de 2004.
Es
difícil imaginar ni en sueños una interpretación de las cantatas de
Johann Sebastián Bach mejor que la ofrecida por Ton Koopman al frente de
la Orquesta Barroca y Coro de Ámsterdam en el ciclo de Juventudes
Musicales de Madrid. Sus versiones fueron absolutamente impecables en
todos y cada unos de los detalles. El refinamiento no restó naturalidad ni
fuerza a la interpretación, llena de garbo y jovial entusiasmo. El trazo
de las melodías y contrapuntos fue transparente, la afinación perfecta, el
timbre noble, la articulación variada, la dinámica justa, las voces
timbradas y los solistas excelentes. Se nota que estos músicos disfrutan
trabajando en equipo y lo hacen magníficamente. Todos lo músicos que
participaron tienen madera de solistas, pero se integran perfectamente en
el conjunto, con una modestia ejemplar y un sentido extraordinario del
servicio a la música. El coro fue electrizante y, desde su primer ataque,
demostró por la vía de los hechos consumados toda su bondad. Los cantantes
no solo hicieron música, sino que dijeron todos los textos con sentido y
nítida claridad. Toda esa perfección produce una sensación sobrecogedora,
sin que se advierta ningún ánimo de impresionar, sino que es consecuencia
natural del modo de hacer. Los solistas,
Christoph Prégardien
(tenor), Deborah York (soprano), Klaus Mertens (barítono) y Bogna Bartosz
(mezzo), de procedencias diversas, encajaron perfectamente en la
concepción musical general con unas intervenciones magníficas. Las
cantatas interpretadas fueron la BWV 39, Brich dem Hungrigen dein Brot
(Comparte tu pan con los ambirientos), concebida para el primer
domingo tras la Trinidad de 1726; BWV 106, Actus tragicus. Gottes Zeit
ist die allerbeste Zeit (Escena trágica. El tiempo de Dios es el mejor),
catanta fúnebre compuesta en 1706; y BWV 198, Trauer-Ode. Lass
Fürstin, lass noch einen Strahl (Oda fúnebre. Deja, Princesa, deja que un
rayo), escrita en 1727 para los funerales de la Reina de Polonia y
Princesa de Sajonia, origen además de la desaparecida Pasión según San
Marcos. Paradójicamente, a pesar del carácter luctuoso de este
repertorio, los afortunados asistentes a este soberbio concierto
salimos del mismo contagiados de optimismo y cierta euforia, transmitida
por la música de Bach a través de unos guías inmejorables.
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