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BATUTERO FEROZ DEVORA A ZORRITA INDEFENSAPor Sir John Falstaff.
Sevilla, Teatro de la Maestranza. 24 de
marzo. Janácek: La zorrita astuta. Tatiana Monogarova, Igor
Tarassov Lo hemos dicho una y mil veces en esta revista: para que una función operística funcione de verdad, contar con una batuta sólida resulta tan imprescindible como reunir buenas voces. Y si esto es aplicable en mayor o menor medida a todo el repertorio decimonónico, en la ópera del siglo XX cobra especial significación por la importancia que en ella suele cobrar la orquesta. De ahí que esta producción de La zorrita astuta, indiscutible obra maestra absoluta que el Maestranza ha tenido la feliz idea -tras el Real, el Liceu y el Calderón de Valladolid- de llevar a la escena, haya fracasado en su vertiente musical por obra y gracia de un batutero capaz de llevarse por delante las múltiples bellezas de la partitura. Al joven Tomás Netopil le habíamos escuchado hace unos meses por la radio dirigiendo en la Volskoper de Viena Martha de Flotow, en funciones protagonizadas -casualidades de la vida- por nuestro admirado tenor jerezano Ismael Jordi. Entonces lo hizo regular. En esta ocasión, francamente mal. Su únicas virtudes fueron la de hacer sonar a la orquesta medianamente empastada y la de procurar, con desigual fortuna, no sepultar a las voces. Porque por lo demás su labor fue un cúmulo de despropósitos, siendo la suya una dirección blanda, superficial, ajena al lenguaje, apagada, monótona, carente de tensión interna y profundamente aburrida. Por descontado, ni rastro del fascinante colorido fauvista de la prodigiosa orquestación de Janácek, ni de la a un tiempo profunda y melancólica alegría que se desprenden de este hermosísimo cuento de alabanza a la naturaleza, a la libertad y al amor. Así las cosas, poco pudo hacer el en su conjunto digno y homogéneo elenco congregado para la ocasión. En su debut en el rol titular, la joven, guapa y esbelta Tatiana Monogarova lució una voz bella pero pequeña y no siempre bien proyectada, compensando tales limitaciones con un excelente hacer escénico; quizá en el futuro sea una gran intérprete del papel de la zorrita. Algo parecido podemos decir del guardabosques de Igor Tarassov, que pudo haber sacado más partido expresivo a ese bellísimo monólogo final en el que se encuentran muchas de las claves de la obra. Entre los demás cantantes, todos ellos como mínimo aceptables, destacaron -como era de esperar- Soledad Cardoso y Marco Moncloa, pero musicalmente esta Zorrita cayó muerta ya en los primeros compases por obra y gracia de un batutero inadecuado e incapaz. ¿Lo hubiera hecho mejor el inicialmente previsto Pedro Halffter? Vayan ustedes a saber. Escénicamente las cosas funcionaron más satisfactoriamente, pues la ya algo antigua producción de nada menos que David Pountney sigue funcionando sin problemas. Quizá la escenografía, no muy aparatosa ni espectacular pero bella y funcional, resulte algo pequeña para un escenario como el del Maestranza, pero el concepto es perfectamente plausible, los figurines de Maria Bjornson alcanzan una adecuada estilización y la coreografía, no muy imaginativa y no siempre del todo aclaratoria de la acción, rellena aceptablemente los numerosos pasajes orquestales de la partitura. Claro que se puede hacer mucho mejor: véase si no el DVD con la portentosa producción de Nicholas Hytner para el Châtelet, que cuenta además con una magistral dirección de Mackerras y con una soberbia pareja protagonista: Ales Jenis (la zorrita inicialmente prevista en Sevilla) y el grandísimo Thomas Allen. El público sevillano no salió del todo defraudado, pero sólo pudo conocer la obra a medias. No es suficiente: bellezas sin número se quedaron por el camino.
Página del Maestranza: http://www.teatromaestranza.com
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