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BACH POR CANTUS CÖLLN
Por Ignacio
Deleyto Alcalá. Lee su
Curriculum.
La Misa en Si menor de Bach fue elaborada a lo
largo de varias décadas sin llegar a interpretarse por completo en vida
del compositor. El “Sanctus” procede de una cantata escrita en
1724. “Kyrie” y “Gloria” fueron compuestos en 1733 para solicitar un
nombramiento que reforzara su posición en Leipzig: compositor de la Corte
de Dresde. No sabemos exactamente cuando Bach decidió completar la Misa
ni la razón concreta que le llevó a ello pero el caso es que durante 1748
y 1749, el último tramo de su vida, aumentó la partitura con el Credo, que
Bach denominó “Symbolum Nicenum” según la tradición luterana, y añadió el
“Osanna”, “Benedictus”, “Agnus Dei” y “Dona nobis pacem” con música
mayormente adaptada de obras anteriores. Por ejemplo, el famoso “Agnus Dei”
es una parodia de una de las arias del Oratorio de la Ascensión
(Cantata nº 11). Muchos estudiosos están de acuerdo en que la Misa en
Si menor viene a ser el testamento coral de Bach -el equivalente vocal
de El Arte de la Fuga- de ahí su importancia en el catálogo del
compositor de Eisenach.
La nueva versión de Cantus Cölln, al frente del cual está el laudista
alemán convertido en director Konrad Junghänel, sigue el polémico
presupuesto interpretativo de una voz por parte que iniciara Joshua Rifkin
con esta obra*. Hay que tener en cuenta que una versión con tan pocos
efectivos ha de sonar necesariamente a otra cosa. A veces las diferencias
conceptuales e interpretativas son tan grandes que parece que estamos ante
un motete en lugar de ante la “Gran Misa Católica” de Bach. Ciertamente en
esta lectura desaparece la grandiosidad, nada negativo per se, pero
con ella se va también algo de la grandeza de la pieza. Muchas veces el
énfasis no está en la línea coral sino en la instrumental lo cual resulta,
como mínimo, interesante. En conjunto, la lectura de Junghänel, que
adopta tempi rápidos, está desprovista de espiritualidad y resulta algo
desangelada. Siempre se ha dicho que este tipo de lecturas favorecen la
claridad y transparencia de líneas. Correcto sólo en parte pues algunos
coros aquí suenan algo emborronados como el “Gratia agimus” o el “Et
resurrexit”.
El equipo solista de voces jóvenes y frescas mantiene un nivel medio
aceptable a pesar de que se observa cierto distanciamiento emocional. En
cualquier caso, las arias son lo mejor de esta versión con un
acompañamiento instrumental bien ejecutado y un continuo bien definido. En
los movimientos corales es donde se deben plantear las mayores reservas
por la combinación de tempi rápidos, mínimos efectivos y voces no del todo
bien empastadas con lo que se resiente el equilibrio vocal. Sin embargo,
también aquí hay de todo: desde el raquítico “Cum Sancto Espirito” o el
liviano “Sanctus” hasta otros de mejor factura como el festivo “Osanna in
excelsis” a ocho o el “Et Incarnatus est”, última pieza coral original
compuesta por Bach, que responde mejor al enfoque minimalista de Cantus
Cölln. Serenidad e intimismo no parecen ser suficientes para sacar
adelante una partitura de las dimensiones expresivas de la Misa en Si
menor que aquí nos sabe a poco.
A la hora de recomendar otras versiones que sigan las teorías de Rifkin no
dudaremos en decantarnos por la de Andrew Parrott (Virgin, 1985) con un
elenco vocal más centrado y una respuesta orquestal sensacional, mención
especial para el conmovedor oboe de David Reichenberg. Si el uso de
instrumentos originales es prioritario, nuestra elección será la brillante
versión de John Eliot Gardiner (Archiv, 1985) con un coro sensacional y
unos solistas vocales que sin ser un dechado de expresividad resultan más
que suficientes. Aquellos que no hacen ascos a versiones anteriores en el
tiempo no habrán de dudar en elegir la de Karl Richter (Archiv, 1961) que,
salvo algún que otro desequilibrio instrumental, supone una experiencia de
las que dejan huella en el oyente.
Más allá de teorías y presupuestos se podría defender una versión
desprovista de espiritualidad que atienda a los aspectos estrictamente
musicales pero no una lectura que también renuncie a excitar, conmover y
maravillar al oyente. La nueva de Konrad Junghänel posee, sin embargo, el
valor de quien se adentra por un camino poco transitado y se encuentra con
sorpresas inesperadas.
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*Con motivo del comentario de la Pasión según San
Mateo de Paul McCreesh (Archiv, 2003) explicamos sucintamente la
teoría de Joshua Rifkin (Filomúsica, Mayo 2003). Quien desee profundizar
en el conocimiento de esta vertiente interpretativa sólo tiene que leer el
libro The Essential Bach Choir (The Boydell Press, 2000) donde
Andrew Parrott describe con detalle estas teorías.
** En esta grabación originalmente hecha para EMI Andrew Parrott contó con
algunas voces del Tölzer Knabenchor como la de Panito Iconomou quien canta
las partes solistas de alto. Diez años después Robert King elegiría de
nuevo este conocido coro alemán para su grabación de la Misa (Hyperion,
1997). En esta ocasión los niños cantan todas las arias de soprano y alto.
REFERENCIAS:
J. S. BACH:
Misa en Si menor, BWV 232. Cantus Cölln. Konrad Junghänel, director.
HMC 901813.14. 2 CDs.
Página web:
www.harmoniamundi.com
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