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DIVOS DE HOYPor Fernando López Vargas-Machuca.
Maisky y Mehta, Mehta y Maisky. Dos perfectos ejemplos de lo que son los divos de nuestros días unen sus fuerzas a las de la Filarmónica de Berlín para abordar dos de las piedras de toque de la literatura concertística para violonchelo: el justamente célebre Concierto de Dvorák y el no menos afamado poema sinfónico Don Quixote de Strauss. ¿Resultados? Pues los que podemos esperar precisamente de los divos de hoy, salvando honrosas excepciones: mucho más ruido mediático que nueces musicales, mucha más superficie expresiva que profundidad emocional. El chelista de la cabellera leonina desembarcó ya hace años en la D.G. bajo la protección nada menos que de Leonard Bernstein y con el apadrinamiento de todo un Rostropovich en su currículo. En sus primeros tiempos hizo gala de un sonido hermoso -mejor dicho: bonito- y un aura de artista "moderno" y "rebelde ante el sistema" que venía refrendada tanto por sus tormentosas relaciones con las autoridades soviéticas (estuvo realizando trabajos forzados durante dieciocho meses) como por sus heterodoxos atuendos en concierto. Con el paso del tiempo y su progresiva conversión en una de las figuras más reputadas del star-system ha ido a peor, desarrollando una tendencia al narcisismo que alcanzó su cenit en su lamentable segundo registro de las Suites para chelo de Bach. Quien esto suscribe le pudo escuchar en septiembre de 2000 junto a la Sinfónica de Sevilla y Alain Lombard una deleznable versión del Concierto de Dvorák, donde no sólo volvía a hacer gala de su proverbial inclinación a la autocomplacencia y el amaneramiento, sino que mostraba evidentes dificultades para tocar correctamente la partitura. Nada que ver, pues, con lo que en esta página ofrecían sus ilustres maestros Piatigorsky y Rostropovich. Por suerte, esta su segunda grabación de la obra (hubo una muy anterior para el mismo sello bajo la batuta del citado Bernstein, registro que desconozco) es mucho menos mala. La solvencia técnica es ahora muy superior -aunque el presente registro es una grabación en vivo, a lo mejor se han realizado "en estudio" los retoques que hayan hecho falta- y expresivamente el chelista de Riga se muestra menos proclive a los devaneos sonoros. Pero tampoco nos termina de convencer debido a su expresividad afectada y un tanto lacrimógena, más dulzona que lírica (aunque no tanto como Schiff en la segunda grabación de Previn, Philips) y antes nerviosa que dramática. Su sonido empalagoso y algo endeblucho tampoco es el más adecuado: escúchese a Truls Mork y, sobre todo, a Yo-Yo Ma (con Jansons y Masur, Virgin y Sony respectivamente) para conocer solistas mucho más satisfactorios de tiempos recientes. En Don Quixote Maisky parece encontrarse un poco más centrado y voluntarioso, pero aun así su retrato del Caballero de la Triste Figura resulta un tanto quejumbroso e histriónico, cuando en el original cervantino y en la partitura straussiana no es una vulgar caricatura, sino que por debajo de su presunta "ridiculez" alberga un interior de indiscutible dignidad humana. La que sí está muy bien es la estupenda Tabea Zimmerman a la viola, una colaboración de auténtico lujo para encarnar a Sancho Panza. Pero claro, que el criado salga mucho mejor parado que su señor no es aquí de recibo. Mehta, por su parte, se muestra todo lo irregular que acostumbra. Es sin duda un hábil concertador y en determinadas ocasiones un maestro inspirado. Dadas sus buenas cualidades para lo narrativo y para desplegar el colorido orquestal, puede llegar a mostrarse como un gran straussiano, algo que ocurriera en su reputada Sinfonía Doméstica que grabara para CBS. Su Don Quixote anda lejos de lo genial, pero está trazado con buen pulso e idioma; comparado con la de su íntimo amigo Barenboim, la más prestigiosa de entre las digitales, la del hindú la aventaja en brillantez y sentido del humor, mientras se queda corta en sentido lírico, profundidad dramática y patetismo. Buena labor en todo caso, cosa que no ocurre en su aburridísimo y deslavazado Dvorák: aquí está de nuevo el Mehta tan correcto como rutinario, haciendo gala de trazo grueso y más bien poca inspiración. ¿Alternativas? Para el poema sinfónico, sin duda, la creativa e inspiradísima de Kempe/Tortelier o la un punto menos genial pero más brillante y mejor tocada de Rostropovich/Karajan (ambas en EMI). Para el concierto proponemos dos lecturas complementarias: la espontánea y efusiva toma radiofónica de Du Pré con Celibidache (editada tanto por D.G. como por Teldec) y la profunda y doliente de Rostropovich/Giulini (EMI). Eso sí, les recomendamos que no dejen de visitar el website especial de Deutsche Grammophom para este lanzamiento, que incluye notas al programa, fotografías, clips de sonido e incluso una guía sonora para la escucha del Dvorák a cargo del propio Maisky, quien nos explica cómo su "enorme respeto" a tan gran compositor le ha hecho utilizar la edición original de la partitura sin esos retoques ulteriores, sugeridos por el destinatario original de la obra, Hanuš Wihan, a los que hoy estamos acostumbrados. Divos.
Enlace al website especial de este lanzamiento: http://www.deutschegrammophon.com/special/index.htms?ID=maisky-dvorak
REFERENCIAS Dvorák:
Concierto para violonchelo.
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