|
EL SCHUMANN DE PLETNEV
Por
Rubén Flórez
Bande
La primera vez que
vi a Mikhail Pletnev como pianista fue el 4 de febrero de 1999, gracias a
las Jornadas de Piano de Oviedo, cuando aún se celebraban en el Teatro
Campoamor. En aquel recital, en el que yo descubría a este músico -como
director ya había escuchado alguna grabación suya- interpretaba obras de
J.S.Bach, Mendelssohn y Grieg, en la primera parte, y en la segunda
interpretaba íntegros los Estudios Sinfónicos Op.13 de Robert
Schumann. Recuerdo que había sido un concierto interesante, en especial
estos Estudios, que si bien en algún pasaje Pletnev se comportaba
de forma basta e irregular, en los momentos más "íntimos" o "melódicos"
consguía momentos bastante brillantes. Bien, pues le ha llegado el turno
de grabar esta obra, junto con otras del compositor alemán.
La actual concepción de Pletnev difiere en bastante con la del recital
mencionado. El pianista ha convertido o transformado su piano en un
instrumento mucho más "dramático" de lo habitual, sacrificando en parte su
color, que tampoco era una de sus características más destacadas, pero que
poseía, y alardeando de un dominio técnico algo discutible, por los
resultados conseguidos. Estos Estudios (íntegros) a la escucha,
resultan muy personales, quizás demasiado. La obra, si bien carece de
cierta unidad, Pletnev intenta dársela como de un todo, y no de estudios
individuales, aunque haya sufrido muchas añadiduras de partes compuestas
antes y después (ediciones de 1837, 1852 y la póstuma de 1873). Pues bien,
pese a estos problemas técnico-cronológicos, Pletnev se tira a la piscina.
El pianista juega a los extremismos, rubateando en exceso, retardando
también en exceso, consiguiendo con ello no toda la fluidez que sería
deseable, apiana en ciertos pasajes, como si necesitara respirar, no abusa
de contundencias, incluso en ocasiones suena algo "impresionista", el
virtuosismo no es gratuito, pero sí cuidado... Con estos "efectismos" como
los calificarían algunos, para mí características propias, erróneas o no,
Pletnev consigue, eso sí, darles vida, como una obra unitaria. Versión,
claro, no para todos los gustos.
La Fantasía en Do mayor Op.17 que también se incluye en este
disco, no necesita ese juego dramático y aquí todo fluye con más
naturalidad, el discurso no es forzado, si buen vuelve a pecar de jugar al
exceso de "rallentando", o de realizar unos silencios excesivamente
prolongados. En ciertos pasajes la mano izquierda se muestra algo
percutiva, como al final del segundo movimiento, que desagradan en parte,
pero que no emborronan el resultado final.
Estas dos obras tienen, por supuesto, traductores preferibles: en los
Estudios estaría el gran Arrau, que hace de cada uno una obra
diferente, nueva; y el apolíneo-clasicista Pollini, que desentraña todos
los juegos melódicos y técnicos. En cuanto a la Fantasía pues
serían también preferibles Arrau, Pollini, el entregado y visceral Richter,
o el enérgico Horowitz. Aun así estas versiones, tienen su interés por su
personalidad aunque, claro, no todos compartirán sus métodos.
El disco se completa con los "Albumbläter" I-V de los Bunte Blätter
Op.99 y la Arabeske Op.18, no muy dentro del estilo romántico,
pero con grandes dosis de impresionismo. Los resultados, otra vez, no
serán del agrado de todos. Aunque uno escuchando esto recuerda al rey de
las Arabescas, Debussy.
REFERENCIAS:
SCHUMANN: Estudios Sinfónicos Op.13, Fantasía en Do mayor
Op.17, Bunte Blätter Op.99: Albumblätter I_V, Arabeske
Op.18.
Piano: Mikhail Pletnev
DG 474 813-2
|