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GRANDES ARTISTAS DEL SIGLO
Por
Angel Riego Cue.
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Curriculum.
EMI lanza una
nueva serie denominada "Great Artists of the Century", que parece un
complemento de la bien conocida "Great Recordings of the Century", también
abreviada como G.R.O.C. En este caso las portadas son de fondo azul y no
se reproducen las carpetas originales de los discos de vinilo. Cada CD
estará dedicado a un artista que haya grabado para EMI Classics, y parece
ser que a cada uno se le dedicará un solo disco, con lo que la serie es
necesariamente más limitada que G.R.O.C.
Sea como fuere, el caso es que el primer lanzamiento de esta nueva serie
ha dado la oportunidad para que vuelvan a estar disponibles grabaciones
interesantes que llevaban tiempo fuera de catálogo, de las cuales hemos
seleccionado tres que nos parecen de especial interés.
La primera de ellas está protagonizada por quien fue, a decir de muchos
aficionados el más grande director de orquesta de todos los tiempos,
Wilhelm Furtwängler. Sus grabaciones para EMI son verdaderos clásicos que
nunca desaparecen de catálogo y se reditan una y otra vez en diferentes
series, pero una excepción era este CD, con obras de Smetana y Richard
Strauss, aparecido hace unos diez años en la serie "References" y
actualmente inencontrable, que gracias a esta nueva serie vuelve ahora a
estar disponible, aunque el sonido no ha sido reprocesado de nuevo ahora.
Tal vez se deba esta ausencia del catálogo a que Richard Strauss no era
uno de los autores que mejor se le daban a Furtwängler, quien en tantos
otros autores conseguía versiones de referencia, que no aparecen aquí. En
el Don Juan, grabado en 1954, de tempo más relajado que en sus
versiones en vivo de 1942 ó 1947, sobra cierta retórica (como en el
arranque) y falta una mayor sensualidad en los momentos que representan
las conquistas de Don Juan (que terminan con el conocido solo del oboe).
El motivo de 4 trompas asociado a Don Juan también debería tener más
grandeza. En conjunto tenemos una buena versión, con detalles interesantes
pero que no acaba de sonar a Strauss. Como le ocurre asimismo al Till
(también de 1954), una buena interpretación que, para llegar a ser una
gran interpretación necesitaría algo más de "picardía", de sentido del
humor, y menos seriedad y carácter "heroico".
Muerte y Transfiguración (grabado en 1950) tiene indudables
alicientes (muy poéticos los "Recuerdos", de gran belleza melódica los
"Sueños del moribundo") pero nuevamente el conjunto no acaba de sonar a
Strauss: la "Batalla entre la vida y la muerte", febril, suena demasiado
confusa (y aquí no vale el carácter "brumoso" que tan bien resulta en
obras románticas) y la misma Transfiguración final no es de las más
memorables. En general, la dirección es suena mas mística que carnal, lo
que en Strauss no es lo más indicado. Con todo, no hará falta recordar a
los conocedores del arte de Furtwängler que todos sus discos merecen
coleccionarse porque siempre aportan cosas de interés, aunque no sean "la
versión de referencia".
Pero el CD nos reserva una sorpresa, donde sí encontramos a Furtwängler
"en su salsa": El Moldava, de Smetana, el segundo de los poemas
sinfónicos del ciclo Mi Patria (grabación de 1951, siempre con
sonido muy aceptble, como todo el CD). Desde el comienzo, lentísimo y
remarcando mucho los acordes en pizzicato, ya notamos que estamos ante
algo especial, lo que se confirma cuando aparece el tema principal: pocas
veces se podrá escuchar tocado con más sentimiento. La parte de la obra
que representa una escena de caza no llama la atención, pasa
desapercibida, pero a continuación asistimos a otro prodigio: una "Boda
campesina" que nunca ha sonado más adecuada a su título, cuando tantas
veces lo que escuchamos en otras versiones es o de un total estatismo, o
por el contrario una "carga de caballería". La "Danza de las Ninfas en el
claro de luna" es otra maravilla, pocas veces (o nunca) habrá sonado tan
ensoñadora. A continuación, el tema principal reaparece más veloz, los
Rápidos de San Juan no llaman la atención, y llega el acelerado final sin
ninguna gloria ni grandilocuencia al pasar por el castillo de Vysehrad:
está claro que Furtwängler no quiere una conclusión triunfalista. Este
final (y la escena de caza del principio) puede defraudar algo al oyente,
pero es tal la genialidad de lo que se ha escuchado por el medio que
obliga a recomendar este Moldava como imprescindible, una versión
que se coloca a la altura de las más grandes: Szell (también irregular al
final, pero con momentos geniales) o Karajan-Viena (menos genial pero que
mantiene un nivel más constante). Solamente por este "Moldava" ya
merecería la pena hacerse con el disco.
La
segunda grabación comentada corre a cargo de quien tras la muerte de
Furtwängler se convirtió en el nuevo director "estrella" de la EMI: Otto
Klemperer. En realidad, Klemperer era un año mayor que Furtwängler, pero
le sobrevivió 19 años, en los cuales tuvo tiempo a registrar el que quizá
sea el legado más importante dejado por un director de orquesta en la era
del sonido estéreo. El presente lanzamiento recupera una grabación en
estudio de 1963 de la Sinfonía nº 4 "Romántica" de Bruckner, con
la Orquesta Philharmonia de Londres, que ya estuvo editada en CD en la
serie "Studio" pero que llevaba años descatalogada, pues EMI prefirió
editar en su lugar otra "Romántica" en vivo del mismo director,
tres años posterior y con la Orquesta de la Radio de Baviera.
Ambas versiones (estudio y directo) son muy parecidas: un comienzo
urgente, con algo de premura, que puede parecer "poco místico" (quizá lo
más discutible), sonando en cambio todo muy nítido, muy marcado; un
Andante muy vivo pero que no da la impresión de ir demasido rápido (el
comienzo es algo más pausado en la grabación en estudio); un Scherzo
monumental, en la mejor línea de Klemperer, "marca de la casa", y un
Finale igualmente colosalista. Puede preferirse la versión en vivo para la
Coda del Finale, pero en conjunto, para quien desee tener una sola
"Romántica" por Klemperer parece preferible esta de estudio, pues la
toma de sonido es superior y la orquesta es técnicamente más perfecta, sin
los fallos del directo. Esta versión podría figurar entre las grandes de
la era del estéreo, al lado de Böhm-Decca, Jochum-DG o la "muy especial y
no apta para todos los públicos" de Celibidache-EMI, y eso basta para que
merezca la pena hacerse con ella. Para esta edición, el sonido ha sido
nuevamente reprocesado.
El disco se complementa con el Idilio de Sigfrido de Wagner, en
la misma versión que está publicada en la serie G.R.O.C. en un doble CD de
Preludios y oberturas wagnerianos, y utilizando también el reprocesado de
G.R.O.C. En esta obra, Klemperer opta por la versión camerística, y nos
entrega una interpretación fenomenal, una de las mejores disponibles en el
mercado, hecha con toda la delicadeza que requiere la obra, y con multitud
de detalles tímbricos "llenos de intención", como esos sonidos de los
cellos que le dan un aire tan ensoñador, tan acariciante. El rendimiento
de la Philharmonia, sencillamente extraordinario.
La
tercera y última grabación comentada tiene como protagonista a otro
director de orquesta que, a diferencia de los anteriores, aún vive, aunque
está retirado y este año ha cumplido ya los 90. Se trata de Carlo Maria
Giulini, de quien se reedita un programa de Oberturas de Rossini grabadas
en 1959, 1962 y 1964 que antes estuvo en la serie Studio; en esta ocasión
el sonido ha sido nuevamente reprocesado y, lo que es más importante, se
añade una obertura más a las 8 que comprendía la anterior edición: la de
Tancredi, que hasta ahora sólo estaba disponible en el doble CD
dedicado a Giulini de la serie "Grandes directores del siglo XX".
Cuando se habla del arte de Giulini, siempre se destacan cualidades como
"humanismo", "serenidad", "delicadeza"... que en teoría no parecerían los
más indicados para las oberturas de Rossini, en las que tantas veces lo
que se busca es la espectacularidad. No obstante, la audición de este
disco depara más de una sorpresa: encontramos un Rossini perfectamente
válido, de una serena belleza melódica que nos puede recordar a Bellini,
con momentos de gran delicadeza que nos descubren una faceta a veces
olvidada de Rossini (ej. el momento del "Amanecer" de la obertura de
Guillermo Tell), poético y que acierta en el carácter "optimista" de
esta música.
Muchos preferirán como referencias versiones con mayor "garra", como las
de Abbado con la London Symphony, por ejemplo. Veamos un caso como La
gazza ladra, considerado uno de sus grandes logros: Abbado consigue
una perfección técnica apabullante, tiene "garra" en efecto, pero llega a
sonar mecánico, como un robot; Giulini, por el contrario, nunca pierde la
línea melódica, "cantabile", nunca es mecánico, por el contrario nos
descubre una música profundamente humanista. Sin poder decir que este
disco sea "la referencia" para las oberturas de Rossini, sí es uno de los
que hay que tener para este repertorio.
En resumen, la nueva serie "Great Artists of the Century" empieza con buen
pie, ya que en ella hay al menos 3 CD's de los que cualquier aficionado
debería tener en su discoteca.
REFERENCIAS:
RICHARD STRAUSS: Don Juan, Till Eulenspiegel, Muerte y
Transfiguración
SMETANA: El Moldava
Orquesta Filarmónica de Viena
Director: Wilhelm Furtwängler
EMI 7243 5 62790 2 5
BRUCKNER: Sinfonía nº 4 "Romántica"
WAGNER: Idilio de Sigfrido
Orquesta Philharmonia
Director: Otto Klemperer
EMI 7243 5 62815 2 3
ROSSINI: Oberturas
(Il barbiere di Siviglia, La Cerenentola, La gazza
ladra, Guillaume Tell, L'italiana in Algeri, La
scala di seta, Semiramide, Il signor Bruschino,
Tancredi)
Orquesta Philharmonia
Director: Carlo Maria Giulini
EMI 7243 5 62802 2 9
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