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LA ROSS ABRE TEMPORADAPor Fernando López Vargas-Machuca. Sevilla, Teatro de la Maestranza. 16 de septiembre. Temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Rudolf Buchbinder, piano. Leopold Hager, director. Obras de Brahms y Dvorák. 25 de septiembre. Karl Anton Rickenbacher, director. Obras de Henze y Strauss. Tras los conciertos de "Es un placer Sevilla", que comentamos en este mismo número, llega el turno de la temporada de abono de la Sinfónica. Una temporada elaborada -tras el caos derivado del desconcertante comportamiento Alain Lombard y sus enfrentamientos con el anterior gerente- por el director jerezano Juan Luis Pérez, quien ha procurado llevar a la práctica los criterios que nos exponía hace años en una entrevista. Nos encontramos así con una programación muy variada en la que junto a diferentes obras de repertorio reclamadas una y otra vez por los aficionados (Cuadros de una exposición, Sinfonía Fantástica, Carmina Burana) encontramos una dosis prudente de páginas más bien arriesgadas de autores contemporáneos tanto españoles (Cristóbal Halffter, García Román) como extranjeros (Henze, Schnittke). Se echa de menos, en todo caso, mayor coherencia interna en cada uno de los programas, así como algo más de tino a la hora de escoger a los intérpretes; a nuestro juicio, y dicho sea con todos los respetos, varios de ellos no sobrepasan la mera discreción. No es el caso de Leopold Hager, encargado de inaugurar la temporada con un bellísimo programa integrado por el Segundo de Brahms y la Séptima de Dvorák. El maestro salzburgués extrajo de la maleable ROSS un hermoso sonido un tanto "a la centroeuropea", al tiempo que se mostró sensible y muy musical en sus serias y ortodoxas lecturas de las obras propuestas. En el primero de los compositores citados recordó -salvando las distancias- al gran Kurt Sanderling por un sereno lirismo que no renuncia a lo dramático, por una notable concentración interior y por una sobria y equilibrada objetividad interpretativa. Mejor aún en la sinfonía del checo, recordando esta vez, y no poco, a lo que Giulini hacía con esta obra, sonándole así mucho antes trágica y atormentada que pintoresca o contemplativa; salvando quizá el algo rígido y destemplado scherzo, se trató de una magnífica versión. Sólo correcta la intervención del muy prestigioso Rudolf Buchbinder. Tal vez haya que darles la razón a los que afirman que el pianista austriaco no pasa de ser un inmenso bluff: como ocurriera hace tan sólo unos meses en el Primero brahmsiano junto a la Orquesta de la RTVE, se limitó a dar las notas -magníficamente, eso sí- sin ahondar lo más mínimo en el sentido expresivo de la partitura. Ser objetivo y evitar concesiones de cara a la galería no basta para hacer justicia a semejantes obras maestras. Claro que en Madrid no fue ayudado por la discreta batuta de Leaper, mientras que en Sevilla la magnífica guía de Hager logró despertarle cierta sensibilidad en el bellísimo andante, posiblemente una de las músicas más bellas jamás compuestas. En el concierto de la semana siguiente, el director suizo Karl Anton Rickenbacher -quien presume de haber sido discípulo de Otto Klemperer- se encargó de traer por primera vez a los atriles de la ROSS una obra de Hans Werner Henze, enlazando así con la importante presencia que este compositor va a tener muy pronto en el Teatro Real y en la Orquesta Nacional de España. Se ofreció en Sevilla su Quinta Sinfonía (1962), atractiva partitura de nada difícil asimilación -aunque se escuchara protestar a alguna señora- que fue interpretada con gran corrección, pero en una línea más digamos "impresionista" que "expresionista", lo que no parece lo más adecuado en una obra de tímbrica incisiva y tensa arquitectura interna. Estimable el Zaratustra ofrecido en la segunda parte, pues no en vano Rickenbacher ha sido el protagonista de la larga serie de compactos del sello Koch The Unkown Richard Strauss. Eso sí, se trató quizá de una lectura en exceso sobria y distanciada, sin la sensualidad decadente, el rico colorido ni la opulencia sonora que reclaman los poemas sinfónicos de su autor. En este sentido, quizá estuviese más lograda la interpretación que hace años nos ofreciera el segundo titular de la orquesta, el problemático pero sin duda talentoso Klaus Weise. Una cosa más. En los dos conciertos aquí reseñados hubo intervenciones solistas de una evidente calidad, sobre todo en la página de Brahms y, muy especialmente, en la sinfonía de Henze, cuyo adagio central exige mucho de varios de los atriles de la orquesta. Sin embargo, ninguna de las dos batutas lograron de la ROSS el empaste ni la redondez que antaño poseía. Con Hager hubo algún desajuste notorio, mientras que con Rickenbacher, director de gesto especialmente claro, las entradas no brillaron precisamente por su limpieza. Resulta evidente que el nuevo titular, Pedro Halffter, va a tener que trabajar mucho en este sentido -y en otros- si desea alcanzar la aprobación de los aficionados. E ir buscando, por favor, un concertino de altura: hace ya mucho que marchó Sergei Teslia a la ONE y se echa de menos a alguien de su talla.
Enlaces recomendados: Web de Rudolf Buchbinder: http://www.buchbinder.net/ Web de la ROSS (con notas al programa y ficha artística): http://www.rossevilla.com
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