Revista mensual de publicación en Internet
Número 56º - Septiembre 2.004


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EL STRAUSS DE THIELEMANN
 

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

          

Alguna vez se ha hablado en esta revista del nuevo "divo" de la dirección de orquesta Christian Thielemann, a quien algunos consideran el heredero de la "Gran Tradición" de directores alemanes del pasado, lo que otros discuten. La polémica, en principio, me parece gratuita, pues que yo sepa nadie ha proclamado que Thielemann es tan gran director como Furtwängler o Knappertsbusch, pero lo que es evidente por sí mismo es que habían pasado décadas sin que en el mundo de la dirección orquestal apareciera un director alemán que se hiciera famoso.

Concretamente, desde Wolfgang Sawallisch (nacido en 1923, y que saltó a la fama en 1957 con un Tristán e Isolda en Bayreuth), todas las grandes figuras de la dirección que fueron apareciendo habían sido italianos, británicos, norteamericanos o de nacionalidades más "exóticas" como hindúes o japoneses, pero prácticamente ningún alemán (Kurt Masur o Klaus Tennstedt son de la generación de Sawallisch, y para nuestro gusto personal tampoco los incluiríamos entre las "grandes figuras"; sí estaría, por supuesto, Carlos Kleiber, si lo consideramos alemán al menos de origen).

Al igual que Sawallisch, Thielemann saltó a la fama con su debut en el Festival de Bayreuth, en este caso con Los Maestros Cantores en el año 2000, lo que le ha creado una indudable reputación como director wagneriano. Pero ¿y en otros repertorios, especialmente en música sinfónica? La Deutsche Grammophon, para la que graba en exclusiva, parece haberle encomendado una serie de grabaciones de los poemas sinfónicos de Richard Strauss, pues este es ya el segundo CD dedicado al compositor bávaro, tras un primer CD que contenía la Sinfonía Alpina y la suite de El Caballero de la Rosa.

En esta ocasión, la mayor parte del CD está dedicada a Una Vida de Héroe, el poema sinfónico más ambicioso compuesto por Strauss hasta aquella fecha (1899) y que pretende ser autobiográfico, es decir, el "héroe" es el propio compositor, la "compañera del héroe" (representada por un delicado solo de violín) es su mujer, y "los adversarios del héroe" (a los que se escucha murmurar y cuchichear) son los críticos musicales, a quienes el héroe se enfrentará y derrotará en una estruendosa batalla, antes de retirarse del mundo y pasar el testigo a la siguiente generación.

Si hemos de destacar una virtud en esta interpretación de Christian Thielemann es lo bien que está narrada, lo ameno que resulta ir siguiendo el programa de la obra. El tempo es muy relajado (47 minutos, una de las versiones más lentas que existen) pero nunca cansa, nunca aburre, siempre "ocurren cosas" que mantienen el interés, conseguido entre otras cosas gracias a los frecuentes cambios de tempo, una libertad típica precisamente de los directores de la "Gran Tradición" alemana. Junto a ella, también observamos una característica no propia de la tradición, sino adoptada en su día por el director con el que más a menudo se compara a Thielemann, es decir, Herbert von Karajan: esto es, un sonido que a veces peca de empalagoso. Esto se nota especialmente en las dos últimas secciones (escúchese como ejemplo el tema que toca el corno inglés en la última).

Con estas premisas, podemos describir la interpretación contenida en este disco como: un comienzo grandioso, "mastodóntico", que no por ello pierde el carácter heroico que debe tener y que tan pocas veces se escucha; unos "adversarios del héroe" donde está bien lograda la contraposición dialéctica entre las insidias de los adversarios y la respuesta del noble y algo rudo héroe; una "compañera del héroe" cuya fragilidad parece quedar aplastada ante las réplicas de él, y aquí representada por el violín solista de Rainer Honeck, impecable técnicamente, pero sin la voluptuosidad lograda por su colega Küchl en la grabación de Previn (aunque esta última sea en conjunto una pesadez); a la "escena de amor" que viene después podría faltarle un poco de poesía y sobrarle vehemencia, pero este no es un reparo grave, al menos si comparamos sólo con grabaciones recientes. La "Batalla" es realmente espectacular, y el interés no decae en las dos últimas secciones a pesar, como se dijo, de cierto acaramelamiento; no obstante hay que señalar en la sección final ("La Retirada del héroe del mundo y su plena realización") el verdadero remanso de paz logrado en el conocido como tema "de la renuncia".

Un reparo que se puede hacer al disco en su conjunto es la toma de sonido, que parece hinchada artificialmente, como grabada a volumen más alto de lo usual. Tal vez se haya pensado en algo que sirva para "epatar" a un público más amplio que el habitual en la música clásica, y así ganar más adeptos para el joven director. El caso es que, escuchado al volumen normal en obras como esta, lo que tenemos es una verdadera orgía de decibelios.

En conjunto, he aquí una interpretación que se coloca, como mínimo, entre las más interesantes grabadas en digital. Si contamos solamente las aparecidas en los últimos 15 años (es decir, en la era post-Karajan), pudiera ser esta la que se llevara la palma, pues no son rivales para ella versiones como la citada de Previn o menos aún la aburridísima de Barenboim. Solamente le podría hacer sombra, entre las de esa época, la de Sawallisch con la Orquesta de Filadelfia, actualmente descatalogada y que tiene alguna sección (v. g. "la compañera del héroe") más lograda que la de Thielemann, pero otras, como la Introducción, menos logradas. Por supuesto, también están las grandes versiones del pasado, con el inigualado Fritz Reiner a la cabeza, seguido por Mengelberg, Karajan (sobre todo su primera grabación de 1959) y otros.

Una Vida de Héroe, pues, con la que Thielemann supera con creces los resultados de su primer disco straussiano (una Sinfonía Alpina no muy lograda) y que, al igual que en aquella ocasión, también se completa con la suite orquestal de una ópera del compositor, en este caso la Fantasía sinfónica sobre "La Mujer sin sombra", que Strauss redactó en 1947 sobre temas de su ópera, treinta años anterior; ópera, dicho sea de paso, que Thielemann dirige habitualmente. La versión parece buscar más lo teatral (lo "hollywoodiense" si se quiere) de este cuento fantástico que lo intimista o lo ensoñador, volvemos a encontrar sonido "dulzón" y exceso de decibelios, pero, con todo, aporta colorido orquestal y una cierta "simpatía".




REFERENCIAS:

RICHARD STRAUSS: Ein Heldenleben (Una Vida de Héroe). Fantasía sinfónica sobre "La Mujer sin sombra".
Orquesta Filarmónica de Viena.
Director: Christian Thielemann
DG 474 192-2