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SEVILLIAN WARS
EPISODIO I: LA AMENAZA FANTASMA
Por
Fernando López Vargas-Machuca.
Hace no
mucho tiempo, en una ciudad no muy lejana situada a las orillas del
Guadalquivir, cualquier forma de vida musical más o menos compleja ajena a
la Semana Santa, a la Feria y a los Toros era prácticamente inexistente.
Sólo el esfuerzo de algunos sufridos pioneros (la Orquesta Bética
Filarmónica primero, el Festival de Música Antigua y los Encuentros de
Música de Cine más tarde) hacían ver al aficionado que existían otras
dimensiones musicales a las que había que abrirles camino para que la en
otros siglos culta y cosmopolita metrópolis empezarse a ponerse al día.
Entonces llegaron la Orquesta Sinfónica, el Teatro de la Maestranza y
aquella Expo'92 de interminables colas en la taquilla, resultando que, al
menos en apariencia, existía un amplio y muy entusiasta público dispuesto
a transformar lo que era un solitario desierto en un refrescante vergel
donde los eventos musicales brotaran por doquier para saciar la sed de
óperas, recitales y conciertos.
Pero claro, donde hay riqueza -o presunta riqueza- se
desatan las ambiciones, sean de tipo "terrenal" o de tipo "espiritual".
Así que en pocos años el mundillo musical de la ciudad terminó
convirtiéndose en una permanente fuente de conflictos protagonizados por
políticos entrometidos, artistas problemáticos, agentes ambiciosos,
gerentes controvertidos, músicos reivindicativos, críticos de variopinto
pelaje y, claro está, sufridos melómanos merecedores de mayor atención.
Por poner un ejemplo de actualidad, ahí está el muy comentado
proceso de coordinación -que no de fusión- entre la ROSS y el Teatro de la
Maestranza, el nombramiento de Pedro Halffter como nuevo titular de la
orquesta y la próxima asunción por parte de éste de las riendas del
coliseo hispalense, cambios criticados con dureza por un manifiesto
firmado conjuntamente por siete críticos de los trece que cubren
-cubrimos- las temporadas sinfónica y lírica de la ciudad andaluza.
Pero todas estas circunstancias las abordaremos con más
detalle en los próximos número. Lo que ahora vamos a relatar es otra
guerra paralela, la que gira en torno al más famoso mito operístico
sevillano: Carmen. El protagonista de tales conflictos ha sido el polémico
empresario Michael Ecker, responsable de aquella mediocre Turandot
en la Ciudad Prohibida que pudimos conocer a través del DVD. Ecker obtuvo
hace ya tiempo el permiso y el apoyo del Ayuntamiento hispalense (PSOE más
los nacionalistas del PA, que ocupaban la concejalía de cultura) para
realizar de la ópera de Bizet en los presuntos lugares de la acción. Y
decimos presuntos porque en realidad sólo sería "auténtica" la Plaza de
Toros de la Maestranza; dada la dificultad de instalar un escenario frente
a la Fábrica de Tabacos, el Parque de María Luisa se utilizaría para los
tres primeros actos mediando la oportuna escenografía.
Lorin Maazel y Carlos Saura serían los directores
congregados para la ocasión, mientras que el múltiple elenco estaría
formado por grandes estrellas internacionales, encabezadas por Angela
Gheorghiu. Paralelamente se celebrarían conciertos sinfónicos y recitales
tanto en el Teatro de la Maestranza como en un ámbito tan poco apropiado
como El Palenque (al aire libre, dentro de la antigua Expo), contando con
figuras tales como Sir Colin Davis, Rostropovich, Lang Lang o Vengerov. Ni
que decir tiene que los precios de las entradas eran desorbitados -los de
Carmen alcanzaban el medio millón de las antiguas pesetas-, y que
el público preferente era el integrado por acaudalados melómanos europeos
dispuestos a contratar costosos paquetes turísticos en las agencias de
viaje. Tras las pasadas elecciones municipales el Ayuntamiento (ahora con
el PSOE gobernando junto a IU) reafirmó su total apoyo al proyecto,
repitiendo el alcalde su entusiasmo ante el mismo como posible escaparate
de la ciudad.
Estrellas fugaces
Poco a poco empezó a verse que la respuesta del público no
era la esperada y que la empresa de Ecker no mostraba la suficiente
liquidez. La petición de un millonario aval al consistorio hispalense
desató las dudas más que razonables ante la viabilidad del proyecto,
sucediéndose las cancelaciones de algunas de las estrellas invitadas (Olga
Borodina, Filarmónica de Nueva York) hasta llegar a la anulación total del
mismo bajo la excusa de no encontrar sustituto idóneo para Maazel, que
sufre de conocidos problemas de salud. ¿Consecuencias? Pues que se ha
puesto en evidencia la escasa fiabilidad empresarial -por decirlo
suavemente- del señor Ecker, que el ayuntamiento ha hecho el ridículo de
una manera espantosa... y que muchos aficionados hemos suspirado de alivio
ante la cancelación de un evento que no sólo nos parecía cateto y de nulo
interés artístico, sino que además ha bloqueado en el Maestranza la
realización de títulos de ópera vinculados a Sevilla, al quedar éstos
reservados al citado empresario para otros futuros proyectos faraónicos.
En resumen, una auténtica "amenaza fantasma" tan peligrosa como difícil de
combatir.
Dado que algunos turistas decidieron mantener su viaje a
Sevilla en las fechas previstas, el nuevo y controvertido Delegado de
Cultura del Ayuntamiento, Juan Carlos Marset, reaccionó añadiendo algunos
espectáculos a la emblemática Bienal de Flamenco, prolongando las veladas
musicales veraniegas en los jardines de los Reales Alcázares y creando un
miniciclo de tres conciertos en el Maestranza bajo el título "Es un placer
SEVILLA": dos con la Filarmónica de Dresde bajo la batuta de Frühbeck de
Burgos y uno de la Orquesta de Cámara de Praga con la lujosa presencia de
Rostropovich.
Los resultados artísticos los comentamos en otro lugar de
este mismo número de FILOMÚSICA. Lo que aquí toca es aplaudir al
Ayuntamiento por ofrecer una respuesta que nos parece sensata y correcta,
habida cuenta del escaso tiempo disponible para reaccionar y el
conservador perfil del público al que presuntamente se hallaban destinados
estos conciertos. Pero también debemos reprochar duramente al Consistorio
el dineral invertido en el concierto de Rostropovich: abonar al artista
100.000 euros (según la oposición, porque otras fuentes elevan la cifra
hasta 150.000) por sólo veinticinco minutos de actuación, incluida la
propina, nos parece un disparate.
Nuevas fantasmadas
Tras unas semanas de espera para asegurarse de que, como
era de prever, Ecker no lograba presentar garantías económicas sólidas
para intentar de nuevo materializar su Carmen, el Ayuntamiento ha
tenido a bien -otra opción hubiera sido descabellada- romper
definitivamente cualquier lazo con el empresario austriaco. La respuesta
de este último, que sigue erre que erre con su proyecto, no se ha hecho
esperar: acudir a los tribunales. Pues bien, que lo haga. De momento los
melómanos nos hemos librado de su incómoda presencia. A ver si así dejan
de dormir el sueño de los justos aquellos Barbero y Don Giovanni
hace tiempo previstos en el Maestranza, paralizados por el presunto
compromiso verbal de reservarle los "títulos sevillanos" a este señor. Por
su parte, el citado Marset ha manifestado su intención de organizar para
el año que viene, desde el propio Ayuntamiento, un festival de música
clásica en Sevilla. Nos parece una excelente idea, siempre que se lleve a
cabo con tiempo, inteligencia, rigor y criterios sólidos desde el punto de
vista tanto comercial como artístico. Ojalá que así sea, y no se quede en
una mera fantasmada. Con las de Ecker ya tenemos de sobra.
Enlace recomendado:
http://www.carmen-in-sevilla.com/
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