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Rara y bella unión Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Winterreise, D. 911 de Franz Schubert. Recital de Thomas Hampson (barítono) y Wolfgang Rieger (piano). XI Ciclo de Lied. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 20 de septiembre de 2004. El recital de Hampson y Rieger fue excepcional, no sólo por su calidad, sino también por la diferente personalidad de cada uno de los intérpretes, que fue motivo de un fructífero contraste, nada lesivo para sus versiones. En realidad escenificaron un perfecto maridaje entre música y poesía que el género liederístico requiere. Hampson cantó muy atento al significado de los textos poéticos, haciendo inteligible cada sílaba, mientras que, desde el teclado, Rieger dio color y emoción, sumando el sentimiento inefable de lo musical al logos. Encarnaron muy verazmente a la Música y a la Poesía cada uno de ellos desde su instrumento. El barítono optó por la austeridad, rota solo con algunos amaneramientos contados y un tanto superfluos. Desplegó todo el calor de su voz, dentro de una calculada uniformidad dinámica, de una regularidad, que dotó a las poesías de un carácter antes narrativo que lírico. La expresividad quedó más insinuada que declarada, generando con su aportación una hermosa tensión. La pasión surgió del pianista Wolfgang Rieger, que puso color, variedad, contraste y sentimiento, con una rara perfección, sujeta siempre a su función auxiliar, pero trascendiéndola sin esfuerzo. El pianista fue, por una vez, el triunfador de la velada, desde su arte y discreción, pues su protagonismo no perjudicó en nada al trabajo conjunto. La compenetración de los artistas fue evidente en la sabiduría con la que enlazaron las canciones del ciclo, con yuxtaposiciones, pausas o espacios medidos y convenidos conforme a un hondo sentido musical y dramático. La sucesión de las canciones suscitó la magia desde sus intersticios. Todo el recital tuvo un carácter un tanto especial y también habitual. Los artistas saludaron varias veces y pusieron a todo el público en pie.
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