UNA PRECIOSIDAD

Córdoba, Gran Teatro. 3 de diciembre de 2004. C. W. Gluck: Orfeo y Eurídice (versión de Viena, 1762, con interpolaciones de la versión de París). Flavio Oliver, Isabel Monar, Olatz Saitúa. Didac Castignani, actor. Coro de Ópera Cajasur, dirigido por Alexandre Dolgov. Orquesta de Córdoba. Paul Dombrecht, director musical. Joan Font (Comediants), director de escena. Producción del Festival Castell de Peralada y de la Quincena Musical de San Sebastián.

Por Fernando López Vargas-Machuca.

Pues eso, una verdadera preciosidad la puesta en escena que Comediants, en la que es su segunda incursión operística tras una unánimemente aplaudida Flauta Mágica, elaborara hace un par de años para esa obra maestra que es el Orfeo ed Euridice de Gluck, y que ahora ha recalado en Córdoba abriendo la temporada lírica del Gran Teatro. Basándose en la simbología de los colores e integrando en la medida de lo posible el universo peculiar del veterano grupo catalán, Joan Font ha presentado una propuesta que sabe ser personal -aportando frescura y un punto de ironía- sin querer ser en modo alguno el centro exclusivo de atención, logrando así coordinarse con el discurso musical de la hora y media de maravillosa partitura. Al mismo tiempo es de justicia citar al escenógrafo Damián Galán y a la diseñadora de vestuario Maite Álvarez, principales responsables de la gran belleza plástica del resultado. Total, que aun siendo discutible -eso sí- la presencia de un narrador integrado en la acción escénica no se sabe muy bien con qué objeto, se trata de una atractivísima producción que justifica el hecho de que el teatro cordobés no haya presentado la suya propia, igualmente magnífica pero muy diferente, de Francisco López y Jesús Ruiz, que paradójicamente sí pudimos ver el año pasado en abril del pasado año en Jerez de la Frontera.

Precisamente el reparto lo encabezaba en la ciudad gaditana quien ha vuelto a hacer lo propio ahora en Córdoba, habiendo participado ya en esta misma producción en diferentes puntos de España. Nos referimos al excelente sopranista Flavio Oliver, quien apoyado en una voz tan bella como extensa (aunque no tan homogénea como en la ocasión citada: se hicieron notar los cambios de color en el grave), ha vuelto a hacer gala de su entrega expresiva y de su musicalidad, haciendo uso de unos bellísimos reguladores y de unas medias voces estremecedoras. Suyo fue el gran triunfo musical de una velada operística que, la verdad sea dicha, no terminó de hacer justicia a las bellezas de la partitura. Y es que Isabel Monar, sin duda una estupenda cantante que merece todas nuestras simpatías, no termina de salir del relativo bache que parece atravesar últimamente, mientras que a la joven Olatz Saitúa -cuya voz es muy escasita- aún le queda mucho que trabajar para integrarse con satisfacción en los circuitos líricos.

Pero lo que falló estrepitosamente fue la Orquesta de Córdoba. El reputado oboísta y director Paul Dombrecht ya había dirigido este mismo título a la formación cordobesa (precisamente con Oliver y la Monar, aunque ésta haciendo entonces de Amore), por lo que hemos de suponer que no ha habido desentendimientos entre las dos partes. ¿Por qué entonces sonó tan mal? Quizá sus integrantes no estén del todo acostumbrados a utilizar un fraseo y una articulación tan abiertamente historicistas como él les pide. Quizá hubieran hecho falta más ensayos para repasar lo ya aprendido. O quizá sea que Dombrecht sea un mal director de orquesta. Mediocre el coro en su exigente parte, lejos de los tiempos en los que era la gran referencia en Andalucía. En fin, que va haciendo falta sabia nueva en la ciudad califal para que las cosas funciones como es debido. Y a ver si se animan los responsables del Gran Teatro a presentar el resto de la programación, pues hasta ahora sólo se sabe, de manera extraoficial, que habrá un Don Pasquale con Ismael Jordi los próximos 8 y 10 de abril.

Web del Gran Teatro: http://www.teatrocordoba.com/

Web de Comediants: http://www.comediants.com/index_flash.htm