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WAGNER - NIETZSCHE: DOS LECTURAS MUSICALES Por Alfredo Canedo (Argentina).
El abatimiento de la línea divisoria de música con literatura así como hizo posible una ‘ráfaga de aire fresco’ en salas de concierto, no menos violentas fueron las discusiones entre Richard Wagner y Friedrich Nietzsche. Nada más grave, más dramático, que la enemistad de aquellos dos hombres. Uno casi en el final de su vida musical, y el otro en el comienzo de su vida de pensador. Dos habitantes de planetas distintos. Wagner dotado de sólidos cimientos espirituales, y Nietzsche, un guerrero nuevo, intacto, aún no vencido. Wagner el apóstol de un reformado evangelio musical. Nietzsche el adolescente revolucionario contra la Alemania imperial. Wagner ve en Nietzsche al mensajero de un mundo mejor y más puro, y Nietzsche en Wagner, al idealista profundamente emocionante y al hombre capaz de lograr la re-creación de las artes músico en el espíritu del mundo antiguo. Son como un padre y un hijo, sujetos a herencias comunes, pero al mismo tiempo, desenmascarándose y combatiéndose mutuamente. Mientras Wagner componía ‘Lohengrin’ se ocupaba, asimismo, en ‘El anillo de los Nibelungos’ y ‘La muerte de Sigfrido’, mitológicas óperas pobladas de dioses, gnomos, gigantes, ninfas, walkirias y héroes, mezcladas con taciturnos amantes, meramente inteligentes y emotivos. Composiciones en lenguaje musical vasto y ordenado, con símbolos fácilmente identificables, no solo sentimentales sino también mentales. Muy significativo que ya por ese entonces hiciera por carta llegar a su discípulo Nietzsche el consejo siguiente:
¡Quítate las gafas del filósofo. Lo único que tiene que hacer es escuchar
la orquesta. Nada en sus óperas a pensarse que Wagner estaba dispuesto a acatar la ‘complacencia musical’ de la sociedad burguesa, sino, casi religiosamente, a musicalizar pasajes de las tragedias griegas como mitológicas fábulas de la antigua Germania en tiempos de Carlo Magno. En una de sus tantas misivas desde Bonn enviadas a Cósima, su mujer, hacíale presente que no podía dirigir sus composiciones de sublimes ideales a un público perteneciente a la edad corrupta:
…sino a una comunidad definitivamente regenerada por la música. Creo que
No estaba dispuesto a admitir que se le tuviera por músico a secas, antes bien, por compositor de música ‘efusivamente divina’. Postura que en coincidencia con la presentación de ‘Lohengrin’ en el Teatro de la Corte de Weimar, 28 de agosto de 1850, hizo saber a Nietzsche en breves líneas:
¿Qué te
importa a ti, a mí, a nuestros verdaderos amigos, esta cuestión Ya estaba en el temperamento musical de Wagner algo así como el todopoderoso legislador del arte, de la música y la vida. Pero la amistad intelectual y hasta personal entre Wagner y Nietzsche había de fragmentarse con el estreno de ‘Anillo de los Nibelungos’. En esta ópera, Nietzsche, desde su análisis esquemático, observaba la ausencia del elemento puramente humano, la intencionalidad religiosa, el modelo de la tragedia griega y a una maquinaria dramática no por puramente decorativa menos ociosa y chirriante. Esa discordia había de continuar con ‘Parcifal’, última obra de Wagner. El símbolo de la profesión a la fe, los personajes no parecidos a la vida real, los hechizos capaces de ver a través del mundo, la castidad del amor, la muerte del cisne, el alma del mago, los parlamentos primitivos y la idea básicamente budista; todas líneas operísticas por medio de las cuales Nietzsche creyó percibir a Wagner desorientado en ideales quiméricos:
En la
tentación de abandonarse y en la resistencia a la tentación hay
Tras ‘Parcifal’ Inevitable la ruptura amistosa de Nietzsche con su maestro. Fue el primero en decir que Wagner expresaba en la ópera no el musical sentimiento alemán, antes bien, la hipocrecía religiosa, el espíritu esclavista más un excesivo diletansimo mitológico: Wagner es un enfermo…Wagner es una gran ofensa para la música…Wagner hace retroceder el lenguaje a un estado primitivo, en que nosirve aun para expresar ideas. La intrepidez que Wagner revela qué impulso le animaba a seguir su guía
fantasmal y mitológica.
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