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Incombustible Caballé Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Montserrat Caballé (soprano) y Manuel Ángel Burgueras García (piano). Concierto extraordinario a beneficio de la Asociación “Edad Dorada” Mensajeros de la Paz. Obras de Stradella, Leo, Scarlatti, Mercadante, Donizetti, Massenet, Cilea y Obrador. Auditorio Nacional de Madrid, 30 de noviembre de 2004. Fue un extraño recital, éste que Caballé ofreció en el Auditorio Nacional. Organizado a favor de una causa benéfica por la Asociación Mensajeros de la Paz, reunión a un público ajeno al mundo de la lírica y, sorprendentemente, por mala organización o mala promoción, no logró llenar la sala sinfónica. La frialdad de los asistentes fue pareja a la demostrada por la diva, parapetada tras su atril al fondo del escenario (¿para escucharse mejor?). Abundando en ello, el programa escogido era difícil y duro. Compuesto por arias y canciones poco conocidas, llenas de interés para el especialista, carecían de la brillantez que seguramente las circunstancias y la audiencia hubieran necesitado. Caballé transitó segura por todas las piezas, con más comedimiento que pasión. La artista aún conserva una preciosa voz, en la que se advierte el resplandor de aquellas virtudes que la hicieron única (extensión, ductilidad, belleza, prodigiosa voz media...) pero también sus defectos de toda la vida (dicción incomprensible, tendencia al amaneramiento...). El repertorio estaba evidentemente seleccionado a la medida de sus condiciones actuales en longitud y dificultad perfectamente calculada. Manuel Burgueras acompañó a la diva con tacto y sensibilidad, demostrando su excelente sentido pianístico con un sonido lleno de nobleza. Hizo de su instrumento un mullido colchón sonoro sobre el cual la voz de Caballé pudo revolotear a sus anchas. Quizá en otro marco y con otro público, el recital hubiera resultado triunfal y más cálido. El arte de Montserrat Caballé forma parte de la historia y merece, sin duda, aplausos más intensos de los que aquí se escucharon.
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