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UNA 4ª DE SHOSTAKOVICH ALGO "LIGHT"
Por
Rubén Flórez
Bande
"Amo
profundamente la música de Shostakovich y veo con alegría como cada vez es
más popular en el mundo"(1)
Pues bien, a paso
de tortuga, y como si se tratase de la obra del Escorial, van llegando
nuevos números de la integral sinfónica de Dimitri Shostakovich a cargo de
Mariss Jansons, al frente de diferentes orquestas. Nos llega ahora su
recreación de la 4ª sinfonía, con la Orquesta Sinfónica de la Radio de
Baviera (una de sus nuevas titularidades), aunque ya se sabe que se han
grabado con la misma orquesta las sinfonías 2ª, 3ª y 13ª que me imagino
saldrán próximamente -crucemos los dedos- así que al maestro letón sólo le
faltarían para completar el ciclo las sinfonías 12ª y 14ª. A ver si para
el centenario del compositor ruso, que es el próximo año, tenemos
completado este ciclo.
Mariss Jansons, director al que últimamente se le va prestando la atención
que se le negó durante mucho tiempo, afronta la interpretación de esta
dificilísima sinfonía (porque hay que llamarla de alguna manera, quizás el
término "sinfonía" se le queda corto) con una intención "didáctica" si es
que se le puede llamar así. De todos es sabido lo poco que le gusta a
Jansons implicarse "emocionalmente" en sus interpretaciones, incluso en
Tchaikvosky, y esto en ocasiones le hace parecer algo distante y frío;
sacrifica esa "dramaturgia" a favor de la construcción de una obra, paso a
paso, indagando en el color orquestal, en las texturas, en las dinámicas,
en las familias, etc.
Estas características hacen a corto plazo, o directamente, que una obra
sea más "fácil" o accesible de "entender". Eso, claro está, puede ser un
mérito pero también puede ser un demérito, ya que se le puede criticar su
poca implicación, o su poco riesgo, algo que pasa con la esta
interpretación de la 4ª de Shostakovich. Es la suya, una interpretación
directa, "masticada", colorista, detallista, empastada, "bella", pero ¿es
este el verdadero valor de esta sinfonía? Seguramente que no, que
Shostakovich por aquellas fechas no pensaba en sonar bien, más bien todo
lo contrario, ya que daba un giro de 180 grados en la concepción de su
obra, acercándose cada vez más a las nuevas corrientes compositivas de la
época (1936 aunque los orígenes de esta sinfonía se remontan a 1934) y
quizás por eso, debido a su "novedad" que discrepaba con la política
cultural del régimen soviético, guardó la partitura y se retrasó su
estreno hasta 25 años después. Incluso hoy resulta dura de escuchar,
quizás por eso Jansons nos la hace más directa.
Esta concepción está en las antípodas de, por ejemplo, un Rostropovich o
un Rattle que sí van al "fondo" de la misma, resaltando todas sus
novedades, sus disonancias exageradas, sus sonidos groseros, incluso
bastos, remarcando los pseudo-clusters, cosas que en Jansons quedan
demasiado medidas, demasiado pensadas. En estas ocasiones me viene a la
cabeza uno de sus maestros, Karajan, con el que hasta los tutti
orquestales estaban medidos, para que no "sonaran mal"... Pues quizás esa
exquisitez, ese refinamiento, hagan bajar puntos a esta interpretación. No
se le puede discutir el mimo orquestal, aquí sí que se puede escuchar
todo, sin amalgamas sonoras, cosa que sí pasa con Rattle o Rostropovich,
que sacrifican el sonido a favor del significado. Lo ideal sería conseguir
una dualidad entre las dos cosas pero... ¡quien sería el que pudiese!.
Particularizando, movimiento por movimiento: el primero le queda a Jansons
muy poco rapsódico, todo lo contrario que a Rattle, que lo exprime al
máximo. Jansons se ensimisma como si de un poema sinfónico romántico se
tratase, muy buena la opción de resaltar los vientos madera (y es que hay
muchos, son 20) y aminorar el abuso de los metales. No se percibe aquí
ninguna sensación ominosa, ni desgarradora, incluso sucia, por ejemplo el
"fugato" en su parte orquestal cuando entra toda la orquesta, parece más
la obra de un academicista, que la de un compositor con ganas de "dar que
hablar"
El segundo movimiento está muy bien conseguido por Jansons, con su sentido
del baile, algo elegante, en el que las partes humorísticas le quedan
quizás algo serias, pero que consigue hacerlo disfrutable. Interesante
aquí también ver cómo el maestro letón elige como opción recalcar cada vez
que se repiten, y por diversos instrumentos o familias, los dos compases
del inicio del movimiento, tan pegadizos: al igual que en la Quinta
sinfonía de Beethoven, se convierten en la célula motriz de todo el
movimiento.
Y el último movimiento tiene un interesante arranque, ese Largo que es un
guiño a Mahler, ya que son muy similares este comienzo de movimiento, con
el movimiento lento de la Titán. Jansons lo lleva un ritmo
lentísimo, muy comedido, donde el fagot y el contrafagot dialogan
mortecinamente; y es que este es un movimiento de solistas: impecable el
flautín, el trombón, el fagot otra vez en sus pasajes solistas, muy
interesante también la resolución de Jansons del pasaje sincopado -en
ocasiones cansino- que lleva a todo correr, pero sin desgarro. La
fanfarria anterior al final quizás sea la fanfarria más conseguida de las
que he escuchado, por eso de que se escucha todo, además no molesta al
oído, pero le resta drama para lo que va a venir después, ya que ese final
tan estudiado y sin respuesta aún queda algo estático en manos del
director letón. Una solución aceptable, pero queda quizás demasiado
resignada, demasiado "Canción de la tierra" y claro, Shostakovich en el
"Testimonio" publicado por Volkov dice que es una contestación a
sus amigos que le dieron la espalda. Si esto fuese así, esta parte
supuestamente tan idílica tendría que sonar más crispada o dudosa, como sí
hacen aquí otra vez Rostropovich o Rattle.
En fin, una versión interesante, no para todos los gustos, demasiado
bonita, que sacrifica el significado, algo parecido que le pasa a Previn,
en su versión con Chicago, tan aclamada por muchos, pero en la que el
virtuosismo orquestal sacrifica el mensaje. Versión que no llega a la
altura de otras interpretaciones de sinfonías de este ciclo por Jansons,
como la muy conseguida 1ª, para muchos una muy interesante 7ª y la
excepcional 8ª que posiblemente sea, hasta ahora, lo mejor del ciclo. Esta
4ª quedaría en un segundo escalón. En cuanto a versiones digitales, la de
Jansons es una a escuchar, pero delante estarían Rattle y Rostropovich, o
la muy personal de Barshai.
(1) Declaraciones de Mariss Jansons en una entrevista concedida a la
revista RITMO Nº652 Marzo de 1994.
REFERENCIAS:
SHOSTAKOVICH: Sinfonía Nº4 en do menor, Op.43.
Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera.
Dir: Mariss Jansons
EMI 5 57824 2
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