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ÓPERA EN MINIATURA
Sevilla, Teatro de la Maestranza, Sala Manuel García. 19 de marzo de 2005. Milhaud: Ópera-Minute (El rapto de Europa, El abandono de Ariadna, La liberación de Teseo). Poulenc: El baile de disfraces. El gendarme incomprendido. Ensemble Maestranza. Roberto Polastri, director musical. Roberto Recchia, director de escena. Producción del Teatro de la Maestranza. Por Fernando López Vargas-Machuca. Excelente idea por parte del Teatro de la Maestranza la de ofrecer en su sala de cámara una velada a base breves creaciones líricas de Milhaud y Poulenc. Del primero se ofrecía su tríptico de Ópera-Minute, conformado por tres brevísimas páginas de temática mitológica (El rapto de Europa, El abandono de Ariadna y La liberación de Teseo) que, sin alcanzar especial inspiración, son buena muestra con su neoclasicismo distanciado e irónico del tan ecléctico como desprejuiciado espíritu de su autor. Del segundo se presentaba en primer lugar El baile de disfraces, subtitulada Cantata profana para barítono y orquesta de cámara sobre poemas de Max Jacob, una divertida mezcla de dadaísmo, surrealismo y música cabaretera repleta de originalidad y desenfado, para después llevar a escena El gendarme incomprendido, breve e hilarante página teatral de Jean Cocteau a la que puso música el autor de Les biches. En fin, una verdadera delicia para los que nos sentimos fascinados por el desarrollo de las vanguardias artísticas en el París de entreguerras. Espléndida a todas luces la interpretación, ante todo por la formidable labor de sus dos principales responsables. Roberto Recchia sacó un buen partido del reducido espacio escénico de la Sala Manuel García, dirigió estupendamente a los cantantes e integró al público en la acción en una puesta en escena original y creativa pero muy respetuosa con el espíritu irónico y gamberro de las obras representadas. Roberto Polastri, por su parte, fue una batuta incisiva, ácida y chispeante a cuyo servicio se puso un selecto grupo de primeros atriles de la ROSS (el resto de la Sinfónica estaba a esa hora perpetrando su habitual Miserere de Eslava en la Catedral); todos los instrumentistas se entregaron en cuerpo y alma al servicio de una música todo lo menor que se quiera, pero disfrutable como pocas si se interpreta así de bien. El equipo de cantantes, conformado por algunos jóvenes solistas españoles e italianos más algunos miembros del Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza, fue homogéneo y más que cumplidor, no teniendo la menor importancia alguna que otra irregularidad vocal si tenemos en cuenta el admirable trabajo conjunto realizado. En todo caso, es de justicia señalar la sensacional labor del barítono Enrico Maria Barabelli en El Baile de disfraces, cuya fresca y notable materia prima vocal estuvo al servicio de una musicalidad inteligente y de una impagable vis cómica, virtud que también quedó en evidencia en su irresistible encarnación de la Marquesa (¡vestida de cura!) de El gendarme incomprendido, donde Manuel Esteve y Jesús Becerra le dieron la réplica admirable profesionalidad. En definitiva, una de las más divertidas, interesantes y redondas veladas líricas que quien esto suscribe ha presenciado en el Maestranza. Un acierto total por parte de los programadores.
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