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SEVILLIAN WARS
CAPÍTULO IV: UNA NUEVA ESPERANZA, O...
¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?
Por
Fernando López Vargas-Machuca.
Resultaba complicado, a la
hora de escoger un título cinematográfico para la entrega que viene a
cerrar -al menos de momento- esta serie dedicada a las belicosas
vicisitudes musicales de la ciudad de Sevilla, decantarnos por la idea
"galáctica" inicial o continuar con la derivación "almodovaresca" escogida
para el capítulo anterior. Al final hemos optado por ofrecer al paciente
lector que elija entre dos alternativas la que más le guste en función de
su propia percepción de los hechos y, sobre todo, de si se declara "pro-Halffter
o "anti-Halffter". Y es que a la hora de valorar la llegada del más joven
músico de la afamada saga de compositores a la dirección conjunta, musical
y artística, tanto del Teatro de la Maestranza como de la Sinfónica de
Sevilla (uno de los cargos con mayor poder y responsabilidad en todo el
panorama musical español), parece bien difícil mantener la objetividad y
no dejarse llevar por las simpatías y antipatías personales hacia los
protagonistas de esta historia. Intentaremos aquí ofrecer al lector
algunas claves sobre tan espinoso asunto.
Este salió a la palestra a mediados del mes de junio, a
raíz de un manifiesto firmado por siete críticos de la prensa musical
sevillana, en el que bajo el título de "Perplejos y preocupados",
mostraban su indignación ante fundados rumores acerca de la llegada de
Pedro Halffter, nombrado poco tiempo atrás y no sin cierta polémica
director musical de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, para ocupar
en Sevilla los cargos referidos, lo que supondría entre otras cosas la
fulminante sustitución del director del Maestranza, José Luis Castro, de
quien hacen en su texto una encendida defensa. Todo ello expuesto en un
comunicado plagado de descalificaciones hacia los responsables de
semejantes cambios: los socialistas Juan Carlos Marset, delegado de
Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, y Alberto Bandrés, director general
de Fomento de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía,
denunciando "públicamente y al unísono una línea cultural que se antoja
empeñada en arrasar y destruir cuanto hasta ahora se ha realizado en la
capital andaluza". El contenido de este escrito es muy de respetar, pero
se deben realizar algunas apreciaciones.
Ante todo, es necesario desmentir la afirmación -que no ha
sido vertida por los propios firmantes- de que se trata de un "manifiesto
conjunto de la prensa musical sevillana". Los nombres incluidos al pie del
texto son los de David Cuesta, Andrés Moreno Mengíbar, Justo Romero, Ramón
María Serrera, Carlos Tarín, José Miguel Usábel y Pablo J. Vayón. Siete en
total. Pero hay otros que no firmaron que también cubren -con mayor o
menor regularidad- las temporadas musicales de Sevilla. Un grupo no menos
heterogéneo que el anterior que incluye los nombres de "Bardolfo", Pedro
Coco, Jacobo Cortines, Ismael González Cabral, José Luis López López, Juan
María Rodríguez y el autor de estas líneas, Fernando López. Otros siete.
Todo ello sin contar con los periodistas que escriben sobre eventos
musicales pero no realizan nunca una labor crítica propiamente dicha, ni
con los que no se dedican al repertorio clásico o que ahora no se
encuentran en activo. En definitiva, decir que el citado texto es una
declaración conjunta de la prensa musical sevillana es faltar a la verdad.
Otra cosa es que alguien quisiera insinuar una división entre críticos "de
primera" y críticos de "segunda", o quizá entre "los que cortan el
bacalao" o "los que ni pinchan ni cortan".
También es necesario aclarar que el que los siete últimos
críticos citados no firmaran (firmáramos) el manifiesto no significa
necesariamente que tengan (tengamos) que estar en desacuerdo con su
contenido, entre otras cosas porque no fue distribuido entre todos: se
sabe que hubo alguno al que se le ofreció y no quiso firmar, pero otros
nos enteramos de su existencia por la prensa. Y aquí hay que hacer otra
observación: en lo que a la prensa local se refiere, el texto fue
publicado íntegro sólo por la edición andaluza del diario conservador*
El Mundo [*Nota editorial: La revista
Filomúsica no se hace responsable ni asume como suyo este
(u otro) juicio de valor
dentro del presente artículo de opinión]. No lo fue
<publicado> por Diario
de Sevilla ni por El Correo -medio vinculado al grupo PRISA-, a pesar de
que varios de sus críticos se encontraban entre los firmantes, mientras
que sólo fue recogido muy abreviadamente por ABC, medio desde el que una
firma incorporada hace poco a su plantilla, la del veterano catedrático de
filosofía José Luis López López, ha realizado encendidos elogios sobre la
figura de Pedro Halffter. No es de extrañar que circulen rumores sobre
presuntas presiones sobre la prensa por parte del consistorio jugando con
el argumento de las económicamente muy sustanciosas inserciones de
publicidad en sus páginas.
¿Ha servido el manifiesto de algo? Si la intención última
era hacer reflexionar a Halffter sobre la presunta inconveniencia de
aceptar las proposiciones sevillanas, poco éxito ha tenido. Si de lo que
se trataba era de mostrar solidaridad con la figura de José Luis Castro,
ahí sí que puede haber valido la pena, aunque no deje de sorprender tal
apoyo por parte de algunas personas que le criticaban el conservadurismo
de su programación o sus escasos conocimientos musicales. Claro está que
si el objetivo último era el de llamar la atención, ahí sí que el éxito ha
sido absoluto, pues el eco ha sido sonado en el mundillo musical,
apuntándose a la polémica algunas de las firmas más decididamente "anti-Halffter"
que se conozcan. Por otra parte, hay por ahí algún malpensado que afirma
detectar presuntos "efectos secundarios" del manifiesto: la sustitución de
los cuatro o cinco críticos locales que antes acostumbraban a firmar las
notas al programa por prestigiosas firmas nacionales, excepción hecha del
citado José Luis López López, quien ahora también ha sido repetidamente
reclamado como conferenciante en las charlas previas a los eventos
musicales de la Sinfónica y del Maestranza.
Un futuro incierto
Va siendo hora de que el firmante de estas líneas ofrezca
su postura sobre los hechos. Por lo pronto, yo no hubiera firmado el
manifiesto si se me hubiera ofrecido hacerlo, por estar en desacuerdo con
las formas y con el momento. En lo que a su contenido se refiere, comparto
algunas ideas y no estoy de acuerdo con otras. Así por ejemplo, y como ya
expresé en los anteriores artículos de esta serie, iba haciendo mucha
falta un giro radical en la trayectoria de Sinfónica y Maestranza,
encaminando ambas instituciones hacia una "modernización" de la que bien
podría servir de modelo la en conjunto admirable propuesta de Josep Pons
para la ONE, por poner una referencia cercana. También comparto la idea de
Marset y Bandrés de integrar en la medida de lo posible teatro y orquesta,
no sólo para dejar a un lado de una vez las molestas interferencias de sus
respectivas programaciones, sino también para sumar esfuerzos a la hora de
materializar las nuevas aspiraciones.
Ahora bien, lo que no parece tan claro es que fuera
necesario prescindir de José Luis Castro: con todas las limitaciones que
se quiera, la solidez y honestidad de su labor se merecían cuanto menos
unas explicaciones que hasta ahora, al menos públicamente, no ha llegado.
Tampoco parece que Pedro Halffter sea el candidato idóneo para ocupar los
cargos que se le han ofrecido. Pero no ya por esa presunta mediocridad
como director que aún está por demostrar (al menos en Sevilla, donde
apenas hemos tenido la oportunidad de escucharle). Ni tampoco por su
bisoñez como gestor y relaciones públicas, o como experto seleccionador de
voces, toda vez que bien puede rodearse -de hecho así lo ha anunciado- por
un buen equipo de colaboradores.
Los problemas son otros. El primero, un compromiso en
Canarias que puede impedirle concentrarse en Sevilla. El segundo, no haber
trabajado apenas con una formación tan conflictiva como la ROSS, y por
ende desconocer las partes implicadas si va a existir la imprescindible
sintonía mutua. El tercero es ser su padre una de las figuras más
influyentes del mundo musical español, y ser éste buen amigo no ya sólo
del citado Marset (quien presuntamente se va a encargar del libreto de su
próxima ópera), sino también del mismísimo presidente de gobierno y de su
melómana consorte, lo que convierte inevitablemente al joven Pedro -con
razón o sin ella- en sospechoso de haberse beneficiado de presuntos
favores personales, y en blanco perfecto para quienes no sientan afecto
por su progenitor, por el jefe del Ejecutivo o por el PSOE en general.
Dicho de otra manera: estaba claro que por mucho talento que con el tiempo
Pedro Halffter demuestre tener y por muy renovador que sea su perfil, las
propias circunstancias personales arriba referidas iban a minar su labor
desde el momento mismo de su nombramiento. Bueno, en realidad ha sido
desde antes: la publicación de presuntas anécdotas más o menos tenebrosas
sobre la personalidad del joven artista y sobre su supuesta ignorancia
sobre asuntos operísticos no se hicieron esperar ni un instante (otra cosa
es la fiabilidad que a cada uno les merezcan tales noticias y sus
respectivas fuentes).
Ahora las perspectivas no son muy halagüeñas, en gran
medida porque no parece terminar de llegar esa amplia dotación económica
prometida desde el gobierno central. Por otro lado, el nombramiento de
Remedios Navarro, antigua administrativa de la Filarmónica de Málaga, como
nueva Directora Gerente, no parece haber aportado nada en especial,
mientras que la esforzada Directora de Producción de los últimos años,
Alessandra Panzavolta, ha de buscar un punto de encuentro entre sus
propios criterios y los de Pedro Halffter, detrás del cual se encuentra
-no queda nadie que lo ignore- la poderosa agencia artística Musiespaña.
Lo que está claro es que Halffter debe presentar cuanto antes un sólido
proyecto de futuro que sustituya al conjunto de vaguedades y buenas
intenciones que ha hecho llegar a la prensa. Un proyecto con el que
demuestre ser merecedor de los puestos que ocupa y con el que marque un
nuevo y fructífero rumbo para Sinfónica y Maestranza, demostrando que es
él la gran esperanza para la música en Sevilla. Y es que si no acierta
muchos terminaremos diciendo aquello de "¿qué he hecho yo para merecer
esto?". Esperemos que haga buen uso del poder que ha concentrado en sus
manos y terminemos todos, tirios y troyanos, quitándonos al sombrero.
Desde FILOMÚSICA le deseamos la mejor suerte.
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