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Portentoso Sokolov Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Recital
de Grigori Sokolov, piano. Sonata núm. 22 en la mayor, D 959, de
Franz Schubert. Fantasía-Impromptu en do sostenido menor, Impromptus 1,
2 y 3, Nocturnos op. 62 núms. 1 y 20 y Polonesa-Fantasía en la
bemol mayor, op. 61 de Fryderyk Chopin. Décimo Ciclo de Grandes
Intérpretes. Fundación Scherzo. Auditorio Nacional de Madrid, 24 de enero
de 2005.
Grandes ovaciones e interminables propinas coronaron la soberbia actuación de Sokolov que, sin duda alguna, es ya uno de los pianistas predilectos del público que asiste desde hace diez años al Ciclo de Grandes Intérpretes que organiza la Fundación Scherzo en Madrid. Sokolov es un intérprete colosal en sus versiones y en su dominio técnico, pero sobrio en sus maneras personales. Pertenece a esa rara especie de los músicos misántropos que solo viven para su música, o eso parece. Su concentración ante el teclado es absoluta. Se advierte desde el primer acorde, sobre el cual se arroja al principio del concierto tras un rápido saludo. Su mente va por delante de la música y no digo esto porque su técnica se resienta o se quede atrás, sino por todo lo contrario. Sus dedos dan forma sonora y precisa al chorro de ideas que surge con un brío portentoso de su interior. Las interpretaciones de Sokolov sobrecogen por su poderío y sinceridad, sin apelar a gestos vanos ni teatrales. Algunos de los rasgos sobresalientes de este artista singular y verdadero son sus tempi vertiginosos, su sobrecogedora sonoridad, su brillante articulación o su dinámica espectacular. El recital dio comienzo con una monumental versión de la Sonata en la menor de Franz Schubert, en la que destacaron los bruscos y inquietantes contrastes del segundo movimiento. La segunda parte fue una sucesión cronológica de algunos impromptus y nocturnos de Chopin, servidos con fuerza y exactitud dentro de la variedad. No quedó ahí todo, sino que este recital extraordinario se vio ampliado por numerosas y generosas propinas que vinieron a probar que no es tan fiera la bestia como la pintan. Detrás de esa apariencia severa y poderosa se oculta un corazón sensible a los aplausos. Fue una gran velada musical.
(FOTO: Rafa Martín)
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