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Lúgubre Lohengrin Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Lohengrin. Ópera romántica en tres actos. Música y libreto de Richard Wagner. Kwangchul Youn (Rey Heinrich); Peter Seiffert (Lohengrin); Petra Maria Schnitzer (Elsa); Hans-Joachim Ketelsen (Telramund); Waltraud Meier (Orturd). Coro de la Comunidad de Madrid. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Director musical: Jesús López Cobos. Director de escena: Götz Friedrich. Escenógrafo y figurinista: Peter Sykora. Director del coro: Jordi Casas. Producción de la Deutsche Oper de Berlín (1990).Teatro Real, Madrid, 16 de febrero a 7 de marzo de 2005. Wagner nunca ha tenido en Madrid tantos seguidores como en Barcelona, pero el Teatro Real le dedica en las últimas temporadas una especial atención gracias, tal vez, a la benéfica y germánica influencia de López Cobos. Tras ofrecer, en solitarias entregas, una interesante Teatralogía, este año ha traído una producción de la Ópera Alemana de Berlín que data de 1990. Diseñada por el desaparecido Götz Friedrich, fue estrenada en su momento con el maestro López Cobos en el foso, que repite en la batuta. La puesta en escena es lúgubre y poco mágica. Luces, que recordaban ciertas discotecas ochenteras, sustituyeron al esperado cisne. Hubo igualmente otros muchos detalles plásticos que pretendieron resolverse con fantasía y buena intención, pero que no llegaron a materializarse de forma satisfactoria (hubo sombras, arrugas, etc.). La dirección fue sumamente estática y los escasos movimientos quedaron resueltos con gestos poco convincentes. El reparto no fue malo, tampoco óptimo, pero sí capaz de enfrentarse a la peliaguda partitura sin agobios. Todas las voces son grandes y no muy bellas, salvo la de Waltraud Meier que sobresalió significativamente y se alzó con los más calurosos aplausos. También despuntó el coro, entregado a fondo en su papel, probablemente lo mejor de la toda producción. El Coro de la Comunidad de Madrid tiene un merecido prestigio, sobre todo en concierto, y está conquistado un lugar importante en la ópera. Actuó con al Coro Titular del Teatro Real, que no se queda atrás en calidad. Por su lado, la Orquesta Sinfónica de Madrid ha tenido intervenciones más afortunadas que ésta, en la que cumple ante la colosal partitura, pero no deslumbra como hubiera querido el compositor. Resulta inexplicable que el Teatro Real haya traído esta vieja producción, tan carente de interés, pudiendo haber elegido otras más vistosas y teatrales, mejor probadas en escenarios de Berlín u otros lugares. Solo un estreno hubiera justificado, tal vez, el fiasco que pudiera derivarse del necesario riesgo que todo nuevo proyecto entraña. El resultado fue, en este caso, bastante insulso. (Fotografía de Javier del Real)
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