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MARIN ALSOP, LA
DIRECTORA DE MODA
Oviedo, Auditorio Príncipe Felipe. 16 de mayo de 2005.
Manrique de Lara: Las coéforas. Elgar: Concierto para violonchelo y
orquesta (solista: Truls Mork). Holst: Los Planetas. Coro Universitario de
Oviedo. Orquesta Sinfónica de
Bournemouth. Directora: Marin Alsop.
Entre las mujeres que dirigen orquestas, una actividad que hasta hace poco
parecía reservada a los hombres, ha destacado en los últimos años la
norteamericana Marin Alsop, actualmente directora titular de la Sinfónica
de Bornemouth, y que ha saltado recientemente a una cierta fama por sus
grabaciones para el sello Naxos. En esta ocasión se presentaba en Oviedo
con su actual orquesta y con un programa casi plenamente británico.
El Concierto de Elgar tuvo como solista a quien pasa por ser uno
de sus intérpretes más autorizados en la actualidad, el cellista noruego
Truls Mork, poseedor de un sonido elegante, quizá algo áspero para quienes
recuerden a los grandes del pasado, pero que ofreció una versión a
magnífico nivel. Le secundó la orquesta, que supo mantenerse en segundo
plano con un acompañamiento muy elegante y "otoñal", como pide la obra;
tal vez podría echarse en falta algo más de lirismo o efusividad, pero en
conjunto su actuación fue muy satisfactoria. El cellista ofreció como
propina un movimiento de la Suite nº 2 de Britten.
A pesar de la popularidad de la suite de Los Planetas de Holst,
no es fácil escucharla en vivo en Asturias, al menos en versiones dignas,
y esta de los músicos de Bornemouth al menos garantizaba el "dominio del
idioma": todo sonaba a británico, como debe ser, aunque por otra parte en
una obra como esta también es donde se acusan más las diferencias entre
orquestas buenas pero no de primerísima fila, y las orquestas más grandes.
La de Bornemouth, obviamente, pertenece al primer grupo, y de ahí que en
pasajes tan difíciles como el comienzo de "Júpiter" fuera
evidente el esfuerzo que les costaba, y que no se aprecia en una orquesta
de las "primerísimas". Con todo, presenciamos una interpretación muy
disfrutable, con toda la carga de espectacularidad que la obra requiere
(decibelios en "Marte" no faltaron, desde luego) y siendo capaz
también de apianar y de ofrecer momentos líricos en las partes que lo
requerían. Alsop demostró su dominio sobre la orquesta, no arredrándose
ante el vendaval sonoro que se desplegaba, y mostrando un gesto clarísimo
que recuerda mucho a quienes han sido sus maestros, Ozawa y Bernstein.
Como propina, la Marcha de El Amor de las tres naranjas de
Prokofiev.
Previamente a las obras de Elgar y Holst, el concierto había comenzado con
algo más que una curiosidad, el poema sinfónico Las coéforas, del
compositor murciano Manuel Manrique de Lara (1863 - 1929), único discípulo
de Chapí y que además de compositor en una línea poswagneriana fue general
de Infantería de Marina. La obra, de gran calidad y muy grata de escuchar,
hubiera podido pasar perfectamente como compuesta por Elgar o Holst.
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