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VISSI... DE LAS RENTASPor Fernando López Vargas-Machuca. Precioso nuevo disco de Angela Gheorghiu consagrado a Puccini en el que sus numerosos fans podrán deleitarse con nuevas grabaciones de arias que ya tenía registradas con anterioridad y, ahí está el morbo del asunto, con acercamientos a determinados roles que aún no ha abordado en escena ni en disco y que incluso es posible que no aborde jamás en su integridad. ¿Se imaginan a la diva rumana haciendo de Turandot? Pues eso. Aquí la físicamente deslumbrante soprano hace gala de todas sus virtudes: un voz de extraordinaria belleza, una técnica en general muy sólida que incluso le permite salir vocalmente airosa del reto que supone el temible 'In questa reggia' que canta la citada princesa china, y una musicalidad intachable que no conoce, ni siquiera en un repertorio tan proclive a ello, caídas en narcisismos, blanduras ni efectos de cara a la galería. O sea, todo lo contrario que su señor marido Roberto Alagna, cada día más mediocre como cantante y más detestable como artista. Pero si este disco está bien, ¿a qué viene el título que hemos dado a esta reseña? Pues a que dentro de un alto nivel global que no le vamos a regatear se queda un poco a medio camino, más aún teniendo en cuenta que está protagonizado por una soprano con extraordinario talento y en un momento que se presume de plena madurez. Por un lado, y subrayando el prodigio de que pueda con personajes de vocalidad tan diversa, no dejan de preocupar ciertas vacilaciones e insuficiencias en los extremos de la tesitura, con graves de escaso peso y agudos a veces algo estridentes. Por otro se hace evidente un escaso esfuerzo a la hora de diferenciar cada uno de los personajes; en parte algo lógico, porque la personalidad artística de la Gheorghiu no puede encajar igual de bien en la sensualidad de Magda (de La rondine) o la frescura de Lauretta (de Gianni Schicchi) que en las figuras más poliédricas y complicadas de Butterfly o Turandot. La cuestión es que incluso en un mismo rol se observan desigualdades: sin salir de La Bohème, se suceden aquí un 'Sì, Mi chiamano Mimì' bastante desmotivado y un 'Donde lieta uscì' de gran intensidad dramática. En fin, que la Gheorghiu nos confirma la impresión de que se encuentra estancada en su carrera artística, prefiriendo vivir de las rentas que le suministran su consabidos talentos antes que explorar con seriedad nuevos papeles y repertorios. Al anciano director y compositor Anton Coppola sólo le conocíamos en disco la dirección de la banda sonora de Wojciech Kilar para el Drácula de su sobrino, el celebérrimo Francis Ford: trabajo correcto y rutinario como el que realiza en Puccini al frente de una orquesta normalita, como todas las italianas. La toma de sonido es de extraordinaria pureza tímbrica, pero la mezcla resulta bastante artificial, beneficiando claramente a la voz cuando ésta interviene y dando rienda suelta a los decibelios en los momentos de apoteosis sinfónica. También beneficia bastante al señor Alagna en sus dos por fortuna brevísimas apariciones. Una penúltima cuestión: ¿para qué demonios incluir el 'Visi d'arte' de Tosca -extraído de su desequilibrada grabación completa con Pappano- en un CD single aparte, cuando hubiera cabido perfectamente en el otro compacto? Como no sea para hacer más bulto en el ya de por sí precioso libro que acompaña el registro... En todo caso la compra no es desaconsejable, pero si lo que quieren ustedes es un recital Puccini de verdadera genialidad lo tienen también en EMI Classics: el que grabaran a finales de los sesenta unos jóvenes y deslumbrantes Sir Charles Mackerras y Montserrat Caballé.
REFERENCIAS ANGELA GHEORGHIU: Puccini.
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