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VIII SEMANA DE MÚSICA ANTIGUA DE
GIJÓN
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
La Semana de
Música Antigua de Gijón ha llegado a su octava edición. No sé si será
apropiado hablar de un cierto declive respecto a ediciones anteriores, o
se trata simplemente de que este año no hubo disponible un presupuesto
como en otras ocasiones (lo que puede venir a ser lo mismo), el caso es
que el nivel medio nos ha parecido, salvo excepciones, por debajo de lo
que recordábamos de otros años.
Comenzando por los conciertos del Teatro Jovellanos (es decir, los que son
"de pago"), el miércoles 13 de julio asistimos como "prólogo" de la Semana
un a concierto a cargo de la (Joven) Orquesta de Cámara de Siero, heredera
de la desaparecida Orquesta de Cámara del Nalón. Ya de entrada resulta muy
discutible que en un Festival que se llame de "Música Antigua" participe
una orquesta con instrumentos modernos (sólo apareció un oboe antiguo para
comparar su sonido con uno moderno); admitamos por tanto que se trataba de
un concierto "fuera de programa". Luego está el formato que se le dio al
evento, con mucha palabra por medio, mucha explicación de qué es la música
antigua o qué es el bajo continuo a cargo del director, Manuel Paz, y del
conocido presentador de la cadena SER Pachi Poncela, siempre en un tono
humorístico que puede estar muy bien para un concierto "didáctico" ante
escolares, pero no para un festival que quiera adquirir cierto prestigio.
En fin, como decía antes, vamos a admitir que esta actuación no formaba
parte de la Semana propiamente dicha. Puede destacarse que se dio el
estreno mundial de una pieza anónima para fagot y orquesta del siglo
XVIII.
Los espectáculos en el Jovellanos continuaron el 16 de julio con la
actuación del Ensemble de Música y Danza "Esquivel", que se presenta como
el primero de su tipo en España (que integra tanto músicos como
bailarines). Hacían dos espectáculos inspirados en el personaje de Don
Quijote, no en vano esta edición de la semana (como tantas cosas) giraba
oficialmente en torno al IV Centenario de la publicación de la inmortal
obra de Cervantes. De lo ofrecido me quedo antes con la segunda parte, un
ballet trasladado al siglo XVIII, y basado sólo en la música y la mímica,
con apenas palabra, antes que el de la primera, con más palabra, pero que
no funcionaba y se quedaba en "buenas intenciones".
El 20 de julio pudimos escuchar a los integrantes de "Armoniosi Concerti"
con un programa, asimismo, de la música en la época de Cervantes,
denominado "Damas, Caballeros, Rufianes y Pastores". Las obras
(muchas de autor anónimo, otras de Milán, Valderrábano, etc.) estaban
elegidas por su relación con el "Quijote", desde algunas que hablen de
caballeros andantes hasta otra que consiste en la puesta en música de un
poema de Garcilaso ("Oh, más dura que mármol a mis quejas")
citado en la novela de Cervantes. El conjunto, dirigido por Juan Carlos
Rivera, demostró un nivel excelente, sin desmerecer de los mejores de su
tipo, y también la soprano Raquel Andueza estuvo a muy buen nivel. La
única lástima fue la brevedad del programa, apenas una hora de música sin
intermedio.
Ahora que en todas partes se habla del mundo islámico, aunque sea por
razones a menudo tristes, podría tener interés el "acercamiento" a la
cultura árabe que nos propuso el Ensemble Albaycin, fundado y dirigido por
el argelino-francés Rachid Guerbas, que actuó en el Jovellanos el día 22,
y el día anterior intentaba explicar en el Centro de Cultura Antiguo
Instituto las características de una "Nawba" (o "Nuba"), la forma musical
tradicional del Magreb, heredada del pasado andalusí. Desde luego, la
explicación fue más árida (a pesar de la traducción del francés por
gentileza de la organización de la Semana) que el contemplar entera una
Nuba propiamente dicha, una música de un extraño poder relajante, casi
hipnótico. Puede discutirse si esta música pertenece propiamente a la
música antigua o más bien es música étnica, pero lo cierto es que el
concierto del día 22 fue todo un éxito.
La última actuación en el Jovellanos fue el día 24, a cargo de los alumnos
que habían asistido a los cursos impartidos durante la semana. Siempre hay
un concierto como ese para poner la clausura al festival, pero aquí lo
increíble fue que un concierto de esas características no fuera de entrada
gratuita, sino "de pago", cuando además consistió en apenas una hora de
música sin intermedio. Otros años se celebraba en la Colegiata de San Juan
Bautista, con entrada gratuita, y la duración con intermedios a veces
llegaba a las dos horas y media.
Por lo dicho, parece que la parte de conciertos que eran gratuitos (los
que se celebran, como todos los años, en la Colegiata de San Juan
Bautista) fue nuevamente la que presentó más interés. Desde luego la
respuesta del público fue extraordinaria, con colas formadas desde media
hora antes o más, que hacían muy difícil encontrar asiento; la propia
organización se llegó a "quejar" de lo vacíos que estaban, en comparación,
los conciertos del Jovellanos.
Dentro de las actuaciones en la Colegiata, este año hizo doblete el
Ensemble Orpheon, conjunto formado por profesores de diversos
conservatorios europeos que dirige el músico de origen cubano José Vázquez
y que toca con instrumentos "realmente" originales de la época, es decir,
nunca emplea copias hechas en la actualidad. El primer programa ofrecido,
el día 15, fue de música británica (Purcell, Byrd, Gibbons...), y el
segundo, el 17, de música española (Diego Ortiz, Cristóbal de Morales,
T.L. de Victoria). En ambos quedó de manifiesto su indudable maestría;
realmente uno se pregunta cómo este grupo no es más conocido.
Como es habitual en esta Semana, los gijoneses tuvimos el lujo de poder
escuchar en directo a Paul O'Dette, "el mejor laudista del mundo" dicho
sea sin exagerar, que esta vez se presentó con un programa íntegramente
dedicado a Dowland; una nueva demostración de que nos hallábamos ante un
verdadero maestro, por más que en años anteriores le recordaba con nivel
aún mayor, lo que tal vez fue debido a que en esta edición se decidió
amplificar ligeramente el sonido del laúd.
Y asimismo habituales en la Semana son los chicos de Forma Antiqva, que
habían actuado por última vez hacía dos ediciones. Desde aquella vez
parecen haber alcanzado un nivel más homogéneo entre sus componentes y
haber madurado en su estilo interpretativo, que sigue pareciéndome muy
impulsivo, pero que al menos tiene el indudable mérito de que en un
concierto suyo es imposible aburrirse, aunque sea con músicas tan poco
"populares" como las de Frescobaldi, Andrea Falconiero o Tarquinio Merula
que se incluían en el programa.
En resumen, tras haber asistido a todos los conciertos de la Semana
(excepto el recital de órgano de Andrés Cea, que se celebraba el día 21 en
la iglesia de Pravia), uno termina por añorar otras ediciones en que nos
visitaba alguna formación orquestal "de postín" (el último año fue Il
Fondamento; otros años tuvimos p. ej. a la Academy of Ancient Music).
Esperemos que esto sea sólo un efecto pasajero y la Semana de Música
Antigua vuelva a ser lo que un día fue.
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