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Aristocracia entre teclas Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Recital de Piotr Anderszewski, piano. Obras de Szymanowski, Chopin y Bach. Ciclo de Grandes Intérpretes. Auditorio Nacional de Música, Madrid, 28 de junio de 2005. El Ciclo de Grandes Intérpretes nos trae todos los años a los pianistas consagrados, pero también intercala en su oferta artistas jóvenes menos famosos que sus mayores pero igualmente de primera fila. Gracias a ello, hemos podido conocer en Madrid al polaco Piotr Anderszekski, que ha presentado en concierto obras grabadas para un reciente disco de Virgin. Su recital estuvo construido en un orden cronológico contrario a lo habitual: empezó por lo más moderno para luego retroceder. Dejó para el final lo mejor y lo más agradecido: Bach. Para abrir boca interpretó dos trípticos de Karol Szymanowski compuestos entre 1915 y 1916. Titulados Máscaras y Metopas, dejan traslucir desde su encabezamiento las influencias clásicas e impresionistas que luego la música confirma. Son obras muy pianísticas, complejas por su técnica y por un lenguaje intermedio entre las distintas y fuertes vanguardias que florecieron a principios del siglo pasado. Sin adscribirse abiertamente a ninguna, respetando al mismo tiempo la tradición postromántica, Szymanowski consigue crear su propio lenguaje, clásico y moderno a la par. Piotr Anderszewski ofreció versiones de una límpida perfección, sin que este repertorio raro consiguiera arrancar pasiones. Con la Sonata núm. 3 en si menor de Fryderyk Chopin mantuvo la misma distante y aristocrática frialdad, haciendo una lectura condicionada, sin duda, por la perspectiva de su antecesor en el concierto y sucesor en la historia. Fue una versión solo apta para los corazones abiertos a la estética musical del siglo XX, pero insatisfactoria para lo adictos a las sensiblerías del XIX. La Suite inglesa núm. 6 en re menor, astutamente relegada al final, fue un inesperado broche de oro. El particular estilo de Bach, erudito y barroco, permitió al pianista ratificar sus mejores virtudes: claridad de ideas, brillantez, delicadeza, refinamiento y un sentido aristocrático de la emoción.
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