|
|
UN ACERCAMIENTO A LA ÚNICA OBRA SHAKESPERIANA DE ROSSINI: Por Antonio Domínguez Luque. Estudiante de Psicología, Universidad de Málaga.
1. La ópera a lo largo del tiempo El Otello es la única obra rossiniana basada en un drama de Shakespeare. El libreto, no muy afortunado, es de Francesco Berio di Salsa y su estreno se produjo en el Teatro del Fondo de Nápoles el 4 de diciembre de 1816. Lujoso reparto el del estreno. Andrea Nozzari y Giovanni David se encargaron de dar vida a Otello y Rodrigo respectivamente e Isabel Colbrán se encargó de la desdichada Desdémona. La obra gozó de bastante fama durante el siglo XIX y no fueron pocas las sopranos que quisieron dar vida a una de las heroínas "shakesperianorossinianas" más importantes. Sirvan como ejemplos las celebérrimas María Malibrán o Giuditta Pasta. La ópera, como otras muchas de Rossini, fue cayendo poco a poco en el olvido y llegado el siglo XX su presencia era prácticamente nula. Como en otros casos hubo que esperar a la Rossini Renaissance para que la obra volviera a coger vuelo. Es curioso que el propio Rossini afirmaba que, de su vasta producción operística, tan sólo sobreviviría en el tiempo el Barbiere completo, el acto II de Guillaume Tell y el acto III de Otello. Afortunadamente el inexorable paso del tiempo se ha encargado de desmentir las creencias rossinianas. Hubo que esperar a 1960 para la llegada de la primera edición en disco. La grabación, tomada en directo de unas funciones romanas, contaba con Virginia Zeani, Agostino Lazzari, Herbert Handt y Giuseppe Baratti en los roles principales dirigidos por Ferdinando Previtali. No estamos ante cantantes rossinianos pero ya estaba dado el primer paso. Los años venideros se encargarían de la resurrección de la obra y en 1978 llegaría la edición oficial de Philips, tampoco muy rossiniana pero innegablemente elegante (con Carreras, von Stade, Fisichella y Pastine, dirigidos por López Cobos. Los años ochenta devolverían a Otello a los escenarios de forma definitiva y la crema y nata de cantantes rossinianos del momento se encargarían de dar vida a los personajes de muy distinta índole que se dan cita en la ópera, léase Merritt, Blake, Cuberli, Ramey, Surjan, Matteuzzi, Ford, Giménez, Anderson o Devia por citar algunos ejemplos. 2. Vocalidad Vocalmente, la obra se adapta totalmente al molde las
óperas napolitanas de Rossini. El rol de Desdémona es para una soprano
Colbrán (es decir, aquella soprano que, además de cumplir con todas las
condiciones exigidas a una soprano rossiniana debe tener un buen dominio
en la zona grave de su vocalidad). El tenor abunda sobremanera en este
título. Otello es un rol para baritenor, Rodrigo y Jago lo son para
contraltino y los papeles de Gondolero, Lucio y Dux también son tenoriles.
Elmiro, padre de Desdémona, es para bajo noble y Emilia es para
mezzosoprano seria. 3. Síntesis argumental Acto I. Puerto veneciano. Se espera la llegada de Otello que ha resultado vencedor en una batalla contra los turcos. Mientras esperan, todos comentan las proezas militares del guerrero moro (Coro: Viva Otello, viva il prode!). Llega Otello y el Dux en persona se encarga de recibirlo. Otello pone a sus pies todos los trofeos conseguidos y manifiesta que lo único que desea como premio es ser considerado un veneciano más a pesar de su origen africano. Jago y Rodrigo observan la escena lacerados por la envidia (Cavatina:
Ah sì, per voi già sento). Rodrigo se reconforta y ambos se retiran (Dúo: No,
non temer, serena). En este momento Jago y Rodrigo llegan a la casa de Elmiro y las mujeres deciden marcharse. La carta en realidad ha ido a parar a manos Jago y va a utilizarla para hacer que los celos de Otello afloren aprovechando la ausencia de destinatario. Elmiro los recibe y les comunica que ha cambiado de opinión: puesto que él también odia al moro ha decido otorgarle la mano de Desdemona a Rodrigo para crear una alianza contra Otello. Por este motivo le pide a Jago que marche para preparar la ceremonia, el cual obedece y se marcha. Rodrigo, muy contento, parte poco después. Elmiro se queda solo y Desdemona vuelve a entrar en la estancia. Su padre la informa de que dentro de poco gozará de una gran alegría pero no le precisa nada más, lo que la deja dubitativa. Desdemona narra a Emilia las palabras de su padre pero ésta sospecha que los deseos de la joven y los de Elmiro no son los mismos, así que decide acompañar a Desdemona. La escena se traslada
ahora a una lujosa sala en el palacio del Dux. Todo está preparado para la
boda y un grupo de venecianos festejan el acontecimiento (Coro: Santo
Imen! Te guida amore). Al momento entran en la sala Elmiro, Desdemona,
Emilia y Rodrigo. Es ahora cuando Desdemona es informada de que va a
contraer matrimonio con Rodrigo, algo que la deja muy apesadumbrada. La
muchacha hace saber a su padre que no desea a ese hombre como marido y
Rodrigo y Elmiro se enfurecen. No obstante su padre es inflexible y si no
acepta a Rodrigo la castigará severamente (Terceto: Nel cor d´un padre
amante). Rodrigo se marcha indignado y aparece Emilia. Desdemona le confiesa que le ha revelado la verdad a Rodrigo y Emilia le hace comprender que si la noticia llegara a oídos de Elmiro podría significar una desgracia. Las dos mujeres se retiran muy preocupadas. La escena queda solitaria pero al poco tiempo llega Otello sumido en un profundo pesar ya que piensa que la infidelidad de Desdemona atenta directamente contra su gloria y su honor. Jago se percata de la presencia del moro en el jardín y decide ir a conversar con él. Le interroga acerca del motivo de su preocupación y Otello le pregunta a Jago si tiene algún indicio de que Desdemona le sea infiel. El malvado veneciano pone en práctica su plan y le entrega la carta interceptada a la muchacha. El contenido de la misiva es harto claro: “Amor mío, te soy fiel. Aqui tienes una muestra de mi cabello”. Otello cree que la carta iba dirigida a Rodrigo: los celos que ahora siente son irrefrenables y jura matar a su esposa. Mientras tanto, Jago se alegra por el éxito que su plan ha cosechado (Dúo: Non m´inganno). Jago se marcha y regresa Rodrigo. Ambos se enzarzan en una fuerte discusión y deciden retarse (Dúo: Ah, vieni nel tuo sangue). Desdemona llega justo en este momento e intenta hacerles desistir de semejante idea pero no lo consigue: Otello y Rodrigo están dispuestos a llegar hasta el final (Terceto: Ahimè! Fermate!). Desdemona se queda sola
llorando desconsoladamente. Emilia aparece junto a un grupo de mujeres e
intentan consolarla pero la incertidumbre de la muchacha por el transcurso
del duelo la martirizan. Por fin es informada de que Otello ha conseguido
sobrevivir. La joven respira aliviada pero su padre aparece muy enfurecido
y la repudia. La pena que ahora siente Desdemona es inmensa, culminando de
esta forma el acto II (Aria: Che samnia, ohimè! Che affanno!). Otello, cegado por los celos, ha regresado de incógnito a Venecia con el objetivo de consumar su terrible venganza: matar a Desdemona. Entra en su dormitorio y la encuentra dormida musitando palabras de amor que él cree dirigidas a Rodrigo. Estalla una tormenta y un trueno la despierta. El moro comienza a reprocharle sus faltas y le hace saber que Jago ha matado a su amado Rodrigo. Desdemona intenta convencerle de que ella nunca ha amado a ese hombre pero todo es inútil y Otello le clava un puñal en el corazón (Dúo Non arrestare il colpo). A continuación entran Lucio, el Dux, Elmiro y Rodrigo y le desvelan que Jago fue el que urdió toda la intriga de la que Desdemona y él han sido víctimas y que ha muerto por una punición divina. Además Rodrigo ha renunciado a la muchacha a favor de Otello y el Senado ha concedido el indulto al moro, por lo que no deberá exiliarse. Cuando Elmiro pregunta por su hija, Otello señala el cuerpo sin vida de su esposa y a continuación se quita la vida ante todos de una puñalada, culminando así la ópera (Final: Che sento? Chi batte?). Debido a este final, la censura intervino con motivo del estreno de la obra en Roma en 1820. A las autoridades eclesiásticas no les agradaba que la obra terminara trágicamente, así que impusieron a Rossini la composición de un final feliz. En este nuevo final, Otello llega a los aposentos de Desdemona con el objetivo de matarla, cegado por los celos. Desdemona descubre su presencia y Otello le manifiesta sus intenciones. A continuación, Otello le dice a su amada que antes de morir debe saber que Jago ha matado a Rodrigo, quien cree su amante. Desdemona se sorprende ante tal afirmación y le jura que él es su único amor. Ante estas palabras, el furor de Otello se aplaca y ambos cantan “Amor, possente nume”, en el cual se manifiestan su amor (dúo que Rossini tomó en autopréstamo de Armida). A continuación, entran el Dux de Venecia, Lucio, Elmiro y Rodrigo y le desvelan que Jago fue el que urdió toda la calumnia de la cual han sido víctimas Desdemona y él y que ha muerto por una punición divina. La obra termina con un canto al amor por parte de todos los personajes (el cuál Rossini tomó en autopréstamo de Ricciardo e Zoraide, concretamente del final de la ópera). 4. Música tomada y entregada en autopréstamo Música tomada en autopréstamo Música entregada en
autopréstamo 5. Curiosidades Es curioso observar que,
en el transcurso de la obra, hay dos momentos que recuerdan a dos obras de
carácter universal. El primer momento se encuentra en la introducción
orquestal que precede a la entrada de Desdemona, el cual guarda un curioso
parecido con el andante del celebérrimo concierto para piano nº21 “Elvira
Madigan” de Mozart. El segundo se encuentra en la parte lenta de la aria
de Desdemona que pone punto y final al acto II, parecida a la universal
“Casta diva” belliniana. 6. Discografía completa
|