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Pequeña joya por duplicado Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
La voz humana. Monólogo en un acto / La voix humanie. Tragédie Lyrique en un acto. Texto / libreto: Jean Cocteau. Versión: Luis Antonio de Villena. Música: Francis Poulenc. Reparto: Cecilia Roth (actriz); Dame Felicity Lott (soprano). Dirección musical: José Ramón Encinar. Dirección de escena: Gerardo Vera. Escenografía: Jon Berrondo. Figurines: Alejandro Andújar. Sonido: Mariano García. Audiovisuales: Álvaro Luna. Iluminación: Juan Gómez-Cornejo. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Titular del Teatro de la Zarzuela. Nueva producción. Teatro de la Zarzuela de Madrid, 23 de septiembre a 1 de octubre de 2005. Así sintetiza Juan Gil-Albert la trama de este espectáculo: “Es el monólogo de una pobre mujer déshabillée que va a ser abandonada por su amante, cogida al auricular de un teléfono, como si en aquel mecanismo inerte, residiera la fuente de la vida, para acabar sobre su cama revuelta, como un cuerpo que se desangra, como un vestido que se abandona”. El asunto de la comunicación telefónica y sus enredos ha cobrado en los últimos años una nueva actualidad con el uso de los teléfonos móviles (pienso en el protagonismo que tiene en la película Princesas que se acaba de estrenar). Para llenar una función, el Teatro de la Zarzuela ha tenido el acierto de presentar en doble programa las dos variantes teatral y musical. La primera en versión al castellano de Luis Antonio de Villena e interpretada por la actriz Cecilia Roth. La segunda, en francés original y en la versión de mini-ópera compuesta por Francis Poulenc en los años cincuenta, teniendo como protagonista a la soprano Dame Felicity Lott. En mayo pudimos disfrutar de esta cantante en el mismo escenario, en un divertido recital mano a mano con Graham Jonhson titulado “Mujeres perdidas, esposas virtuosas”. El contraste entre ambas versiones estuvo cargado de interés y dio lugar a lógicas comparaciones. Las dos obras se interpretaron sin interrupción, con unas cortinillas audiovisuales de conexión, mostrando las dos caras de la misma escena: la real y la fantástica. La versión teatral se queda un poco corta, a pesar del magnífico trabajo de Cecilia Roth, frente a la exhuberancia de la propuesta lírica. El monólogo de Cocteau, en realidad una conversación telefónica, es un difícil ejercicio de estilo. Defendido enérgicamente por la actriz, se presentó en una puesta en escena naturalista y algo plana. Por el contrario, la versión musical fue más rica y variada en todos los sentidos y se hizo mucho más amena. La música articula e intensifica el discurso. Además, la propuesta escénica de Gerardo Vera fue en esta parte más fantasiosa, con un interesante juego de luces y proyecciones. Dame Felicity Lott estuvo soberbia, elegantísima, con una línea vocal impecable, desplegando además un sentido dramático y teatral con el cual compuso un personaje completo. Estaba además en su ambiente y rodeada de sus admiradores. La escenografía de Jon Berrondo era historicista y refinada, con algunas sutiles trasparencias y el añadido de las evocadoras proyecciones diseñadas por Álvaro Luna y la delicada iluminación de Juan Gómez-Cornejo. La Orquesta de la Comunidad de Madrid tocó con ganas y acierto bajo las órdenes del maestro Encinar, que es un experto en músicas modernas. La contemplación previa de la versión teatral permitió captar matices de la versión lírica y de la música que en una primera audición asilada hubieran pasado, sin duda, más desapercibidos. El trabajo de Cocteau y Poulenc constituye una pequeña joya y una reafirmación de los clásicos del siglo XX.
Fotografía: Jesús Alcántara
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