|
EL
ARTE DE DOS GRANDES DIVAS DE LA OPERA EN RCA
Por Ignacio
Deleyto Alcalá.
Nueva York, Carnegie Hall,
20 de Abril de 1965: Montserrat Caballé sustituye a
Marilyn Horne (por entonces, a caballo entre la cuerda de
soprano y de mezzo) en el papel protagonista de Lucrezia
Borgia de Donizetti. No era fácil la empresa para la
casi desconocida soprano española que con sólo veinte
días de preparación se ponía delante de un público
acostumbrado a grandes primadonas como la Callas o la
Sutherland. Aquella noche tras su primera gran aria
"Tranquillo ei posa...Com'è bello!, el público
-puesto en pie- detiene la representación con una larga
ovación que dura minutos. El éxito fue arrollador. Para
Caballé, con 32 años, supuso el espaldarazo definitivo
tras diez años cantando en varios teatros europeos en
papeles desiguales. Archiconocido es el titular en la
prensa neoyorquina tras esta representación de la
Lucrezia: "Callas + Tebaldi = Caballé". No
tardaron en llover ofertas de grandes teatros, contratos,
grabaciones, etc.
Montserrat Caballé incorporó en sus comienzos papeles
mozartianos y straussianos además de los propios del
repertorio italiano. Hizo su debut internacional en
Basilea en 1956 con Mimí. Siempre fue una soprano
versátil con un repertorio muy variado, desde Handel a
Wagner. En sus primeros años, como cantante invitada en
Viena, además de cantar Donna Elvira, recibió el premio
a la mejor cantante straussiana por su aparición como
Salomé. De Basilea a Bremen, donde cantó Violetta,
Tatiana y Armida (Dvorak). Debutó en La Scala en el 60
con el pequeño papel de "muchacha-flor" en
Parsifal. En el festival de Glyndebourne, poco después
de su éxito en Nueva York, abordó nada más y nada
menos que la Condesa en las Bodas de Mozart y la
Mariscala en el Caballero de la Rosa de R. Strauss. Tras
su debut en el Carnegie Hall, el Met le hizo un contrato
"in situ" y poco después realizó para la RCA
la conocida grabación de Lucrezia Borgia de la que
tenemos la famosa primera aria en esta selección. Desde
entonces, su interés se desvió hacia el bel canto y el
verismo principalmente, hacia compositores como Bellini,
Donizetti, Rossini, Puccini, Cilea, etc. papeles por los
que es actualmente conocida. Su repertorio es inmenso, ha
llegado a cantar casi noventa papeles en escena y en los
últimos años ha mostrado enorme interés y dedicación
en desenterrar repertorio desconocido como la Armida de
Gluck, el Safo de Pacini, Sancia di Castiglia de
Donizetti y la Fiamma de Respighi, por poner sólo
algunos ejemplos.
Su voz de soprano lírica que más tarde evolucionó
hacia lírica spinto le hizo dominar la mayor parte del
repertorio italiano con grandes dotes para la coloratura.
Desde Bellini (ahí han quedado sus registros de La
Straniera, Puritani y su gran Norma por la que ha sido
considerada única sucesora de Maria Callas en este
papel), Donizetti (Lucrezia, Anna Bolena, Lucia, Parisina
D'Este esta última en registro pirata que tardará en
ser superado), Rossini (Semiramide, Ermione, etc), Verdi
(Traviata, Don Carlo, Aida, Trovatore, Forza, etc),
Puccini (Turandot, Tosca, etc) y un largo etcétera que
también incluye el repertorio francés y, en menor
medida, el alemán aunque su Strauss merece
consideración. Sus características más esenciales son,
en primer lugar, sus increíbles pianísimos, no ha
habido otra soprano capaz de hacer, por ejemplo, agudos
en pianísimo con tal perfección, su amplio fiatto que
le permitía cantar largas frases sin respirar, su pureza
de tono, su voz cristalina y transparente y esa capacidad
para regular el volumen de la emisión que en sus años
jóvenes resultaba apabullante.
Este doble recopilatorio que nos presenta RCA es una
buena muestra del arte de nuestra infatigable soprano.
Muchos de los registros son de finales de los sesenta y
principios de los setenta cuando su instrumento estaba en
sazón. ¿Ausencias? pues, sin duda, el aria "O mio
babbino caro" de Puccini que ha hecho suya y que
todavía hoy le piden insistentemente en los recitales.
Desgraciadamente no lo llegó a grabar para RCA. Como
compensación encontramos auténticos "hits"
como la ya mencionada "Tranquillo ei posa...Com'è
bello!" de la Lucrezia de Donizetti, el sensacional
dúo de Semiramide de Rossini "Serbami ognor...Alle
più calde immagini" que, aunque no con Marilyn
Horne con quien la cantaría por todo el mundo, resulta
fascinante pues nos presenta su dominio del canto
rossiniano, en compañía de Shirley Verret. Destacable
también es el "Vivi, ingrato" del Roberto
Devereux de Donizetti en la que su voz cálida y
expresiva es de una gran belleza, o el "Sempre
libera degg'io" de La Traviata de Verdi donde a la
frescura de su voz se une la dosis exacta de
expresividad. En definitiva, una antología muy
interesante bien para aquellos que quieran descubrir a la
soprano española o para los que quieran tener muchas de
las arias que la hicieron famosa, mayormente en
grabaciones de sus mejores años y con una presentación
sencilla pero suficiente.
Leontyne Price, la extraordinaria soprano
norteamericana, es la protagonista del siguiente disco.
Nacida en 1927 en el pequeño pueblo de Laurel,
Mississippi, fue a la Julliard School de Nueva York donde
estudió con Florence Page Kimball. Su primer gran éxito
le llegaría con Porgy and Bess en 1952. Sin embargo, fue
su aparición televisiva en una Tosca en 1955 la que le
catapultó a la fama: era la primera vez que una cantante
de raza negra cantaba ópera en televisión. El éxito
fue tal que fue invitada a participar en otras
producciones similares como La Flauta Mágica y Don
Giovanni. A partir de ahí, su ascenso fue meteórico
alcanzando el éxito tanto en América como en los
grandes teatros europeos. En 1958 debutó como Aida en
Viena y Londres. Dos años más tarde fue Milán también
con Aida, y poco después aparecería por primera vez en
el Metropolitan de Nueva York. De aquellos años también
es su éxito en Salzburgo en Il Trovatore bajo las
órdenes de Karajan, uno de sus primeros mentores.
Leontyne Price está considerada como la mejor soprano
verdiana de los últimos cuarenta años. Con su sensual y
oscura voz, de lírico spinto, cantó todo el repertorio
verdiano de su cuerda siendo especialmente recordadas sus
interpretaciones de los papeles de Aida, Amelia, las dos
Leonoras (Trovatore y Forza) y Elvira de Ernani, papeles
que quedarán para siempre asociados a su nombre.
También destacó en Puccini y Mozart además de en otros
títulos como la Carmen de Bizet.
Lo primero que sorprende en este recital es su habilidad
casi camaleónica para abordar diferentes papeles y
amoldar su voz a cada parte. De la fragilidad a la
robustez, de la delicadeza de una Manon al dramatismo de
una Elizabeta, de cantar con una voz de soprano ligera
hasta bajar al registro de mezzo con total naturalidad y
sin el menor atisbo de esfuerzo. Es este factor, por
encima de sus indiscutibles facultades vocales, lo que
más agradece el oyente; la capacidad para
"exprimir" las posibilidades de cada papel, de
interpretar cada parte de forma diferente adaptando voz y
estilo a las exigencias del personaje.
El álbum recoge un total de veintiocho arias de diversos
compositores desde Purcell y Mozart, pasando por Verdi,
Puccini, Berlioz y Massenet hasta llegar a compositores
americanos como Gershwin y Barber. Un espectro amplio que
demuestra la versatilidad de esta artista hoy ya retirada
de los escenarios y que permitirá al aficionado disponer
de una muestra de esta carismática artista,
impresionante en su capacidad expresiva y considerada la
primadona americana por excelencia.
|