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LA ACTITUD DE CLAUDE DEBUSY HACIA EL IMPRESIONISMO DE SU ARTE Por Gabriel Bulancea (desde Rumanía).
Una de las dudas mas claras sobre la pertenencia de Claude Debussy a la corriente impresionista es su misma actitud frente a esta, sabiendo que le repugnaba el epíteto impresionismo. Este argumento es aun mas claro cuando en una de sus cartas a su editor, escribiendo sobre la segunda serie de Imágenes en la cual estaba trabajando, añadía : “Intento hacer algo diferente, realidades, por así decirlo: eso que los imbéciles llaman impresionismo, termino usado muy mal por los críticos de arte que no dudan a desfigurar con el a Turner, el mas grande creador de misterios de todo el arte”. Esto demuestra con claridad la reacción violenta de Claude Debussy en contra de los que utilizaban el termino impresionismo para todo lo que pertenece al arte innovador. Debussy no admite para sí esta definición, ya que detestaba estas teorías y clasificaciones considerándolas pedantes. Por otro lado, sus preferencias en materia de pintura se acercaban hacían Whistler y Turner más que a los impresionistas; en cambio en la literatura estaba más interesado por los poetas simbolistas Mallarmé, Verlaine, Rimbaud, y Maeterlinck. La situación en la cual un compositor rechazaba una clasificación especial por parte de los críticos no era singular. Parece que Schumann también hubiera reaccionado del mismo modo a su clasificación en las filas de los compositores románticos. Ciertamente, lo que se debe observar y subrayar es alguna incongruencia entre el significado que Debussy atribuía al termino de impresionismo y el que pertenece a los críticos de la época: el significado con el que usaban algunos críticos este termino, el intento de Debussy de definir su arte sin usar alguna palabra que la clasifique, pero también el significado actual del impresionismo. Las dos acepciones (bajo cual era conocido en general el termino de impresionismo) designaban un arte sobre las emociones de corta duración, donde las emociones se imprimían con violencia en la profundidad del alma del artista (característico en especial en la pintura, en la que la luz y el uso de los tonos claros funcionaban como un instante del flash de una cámara), un arte de las emociones vagas y evanescentes que se confundían y se transformaban imperceptiblemente en un flujo continuo que ordenaba la actividad fluctuante de la capacidad imaginativa de la conciencia (otra característica más de la poesía simbolista). A partir de aquí, parece que los críticos de aquellos tiempos han retenido sólo la violencia de manifestación de los sentimientos que rompían la rigidez de la tradición académica interpretada por ellos como el deseo de los artistas de ser originales pagando cualquier precio, visión con la que Debussy no estaba de acuerdo. Para Debussy, el arte de la música significaba el ejercicio de la imaginación, con tanto misterio que solo los sonidos tenían la capacidad de representarla en forma pura. Declaraba sobre esto que “es la expresión de la afinidad misteriosa entre la Naturaleza y la Imaginación”. He ahí de donde proviene la incapacidad, o mejor dicho, el rechazo de Debussy de adaptar este termino a su concepto. Pensamos que les faltaba tanto a los críticos como a Debussy aquel grado de objetividad que sobreviene con el paso del tiempo y que conduce al final a un justo relato sobre los momentos que ellos habían vivido. A Debussy le gustaba la palabra “impresiones” como una oposición a la estética wagneriana (en los dos viajes realizados a Bayreuth se hablaba de un periodo de wagnerizacion y otro de deswagnerizacion correspondientes a los dos años consecutivos 1886 - 1887) palabra que designaba para el la cultivación de un arte cuyo triunfo había consistido en la expresión matizada y suave de los sentimientos, en diversidad y no en exceso emotivo (así es como se encuentra a Wagner quien, para usar una comparación plástica, era capaz de levantar un pitillo utilizando una grúa). “Por favor, no te olvides que quiero mucho a la palabra impresiones, porque me deja libertad de defender mi emoción a cualquier estética sobrante” había afirmado en algún momento Debussy a través de la boca del personaje Croche. Hoy, el arte impresionista escoge de la primera visión la naturalidad con la cual se exigen las emociones liberadas de cualquier censura decisiva y la cual se imprimen de por sí, sin encontrar ninguna oposición por parte del observador; es el acto espontáneo de la aceptación de las sensaciones recibidas de la realidad, armonizado con la diversidad de las emociones iniciadas de estos resultados de la segunda contemplación.
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