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LA VIOLA DEL REY SOLPor Fernando López Vargas-Machuca. Jerez, Teatro Villamarta. 17 de febrero de 2006. "La viola del Rey Sol". Marin Marais: Prélude-Muzettes-La Sautillante; Suite d'un Gout Estranger; Le Voix Humaines; Couplets des Folies d'Espagne. François Couperin: La Forqueray; Prélude en Mi mineur; Le petite Pince-sans-rire. Mr. de Sainte-Colombe: Fantaisie. Robert de Visée: Chacona. Jordi Savall, viola da gamba. Pierre Hantaï, clavecín. Xavier Díaz-Latorre, tiorba. Es un secreto a voces: hay hoy día violagambistas que superan claramente, sobre todo en lo técnico pero también en lo expresivo, a Jordi Savall. La gracia es que todos ellos son, de una manera u otra, sus admirables discípulos. Y es que el de Igualada puede presumir de haber desempeñado una histórica, valiente, fructífera y nunca lo suficientemente agradecida labor en pos del descubrimiento y la difusión de la escritura para la viola da gamba. Con un precioso programa basado en el repertorio que le diera fama mundial allá por 1991 a través de la película de Alain Courneau Todas las mañanas del mundo, por tercera vez se presentaba en el Teatro Villamarta para dejar bien claro, independientemente de un comienzo algo titubeante y de alguna que otra vacilación pasajera, por qué ha sido y es maestro de maestros: por la humanidad, emoción, ternura y profundidad con la que sigue siendo capaz de abordar las páginas de un Marin Marais y un Saint Colombe, cargando de significación cada una de las notas y, sobre todo, sus acongojantes silencios. Pero no estuvo solo en el escenario jerezano. Su habitual Xavier Díaz Latorre hizo gala de una pulsación extraordinariamente matizada y delicada a la tiorba, sobre todo en la página que ofreciera de De Visée para su propio lucimiento, hasta el punto de que no echamos en absoluto de menos -antes al contrario- al inicialmente previsto Rolf Lisveland. Estuvo soberbio. Y un lujo asiático la presencia del célebre clavecinista Pierre Hantaï, quien al bajo continuo supo mantenerse -aun siendo espontáneo e imaginativo- en un imprescindible segundo plano, para ya en solitario hacer gala de una manifiesta creatividad en las páginas de François Couperin, en las que dejó bien claro que es hoy por hoy uno de los grandes del instrumento. La propina de Diego Ortiz (la Recercada segunda sobre el passamezzo moderno) puso en evidencia, en comparación con antiguas lecturas discográficas, que lejos de ser un intérprete conformista Jordi Savall sigue explorando nuevos caminos en la interpretación de la música que ama. Claro que lo mejor de la velada estuvo en la abundancia de público, mucho más numeroso de lo que era de esperar en un recital tan minoritario y exquisito. Los aplausos fueron merecidamente calurosos. Una gran noche de música, y de las que crean afición. ENLACES RECOMENDADOS Web del Villamarta: http://www.villamarta.com/ |