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Wolfgang Schneiderhan, un aristócrata del violín Por Pablo Ransanz Martínez, desde Madrid.
Los inicios en el violín Wolfgang Eduard Schneiderhan nació en Viena el 28 de Mayo de 1.915 en el seno de una familia que alentó desde el principio su educación musical, dadas las extraordinarias aptitudes que demostró desde su infancia. Su hermano mayor Walter, violinista prestigioso, se había graduado con el maestro Otakar Sevcik y se convirtió en un conocido concertino por toda Alemania, recalando más tarde en la Orquesta Sinfónica de Viena, donde ejerció el cargo de primer violín hasta 1.933. Wolfgang Schneiderhan comenzó sus estudios con el ya citado Otakar Sevcik, y siguió perfeccionando y depurando su técnica con Julius Winkler. Sin ser un niño prodigio, sorprendió enormemente al público interpretando con ocho años el concierto para violín en Mi menor, Op. 64 de Jacob Ludwig Felix Mendelssohn-Bartholdy (03/02/1.809 – 04/11/1.847). A partir de 1.926, Willi Klassen, un pianista amigo de la familia, decidió apadrinar musicalmente al joven talento violinístico. Ambos comenzaron a ofrecer giras de conciertos por toda Europa, realizando sus primeras grabaciones en el año 1.927. El comienzo de una prometedora carrera profesional En 1.933 y con tan sólo diecisiete años, Wolfgang Schneiderhan se convirtió en el concertino más joven de la Orquesta Sinfónica de Viena, sucediendo en el cargo a su hermano mayor Walter. En 1.937 obtuvo una plaza en la Orquesta de la Ópera del Estado de Viena (Wiener Staatsopernorchester). El espaldarazo definitivo a su prometedora carrera musical llegó en el año 1.938, cuando fue designado concertino de la Orquesta Filarmónica de Viena, sucediendo a Arnold Rosé. Schneiderhan ejerció como primer atril de violines hasta el año 1.949, fecha en la que comienza su carrera como solista. Será de interés para nuestros lectores señalar que Alma, hija de Arnold Rosé y fallecida en Auschwitz en 1.994 debido a una larga enfermedad, era sobrina del compositor Gustav Mahler. El solista de música de cámara Anteriormente, en 1.939, nuestro protagonista había fundado un cuarteto (Cuarteto Filarmónico) con Otto Strasser (nacido en 1.901) – uno de los primeros violines de la Orquesta Filarmónica de Viena durante muchos años -, Ernst Moravec (sustituido posteriormente por Rudolf Streng) y Richard Krotschak. El reconocimiento a este conjunto fue unánime. Cuando falleció Georg Kulenkampff en 1.948, Schneiderhan entró a formar parte como violinista de un trío portentoso, con Edwin Fischer (06/10/1.886 – 24/01/1.960) como pianista y el italiano Enrico Mainardi al violonchelo. Mainardi, excelente violonchelista y responsable de un extenso catálogo de grabaciones, publicó un interesante análisis en la editorial alemana “Schott” sobre aspectos técnicos e interpretativos de las seis suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach (articulación, digitación, posiciones de arco, presión aplicada sobre las cuerdas, etc.). En 1.951 funda el “Cuarteto Schneiderhan”, con el que ofreció memorables conciertos de música de cámara por toda Viena. En su época se le consideró como un verdadero aristócrata del violín, un hombre de una elegancia extraordinaria en la interpretación del repertorio romántico centroeuropeo, particularmente de la obra beethoveniana. Schneiderhan y el concierto para violín de Ludwig van Beethoven Schneiderhan es recordado en la actualidad por sus notables interpretaciones del Concierto para violín en Re Mayor, Op.61 de Ludwig van Beethoven (Bonn, Alemania, diciembre de 1.770 – Viena, Austria, 26/03/1.827). Dicho concierto fue publicado en Viena en 1.808 y dedicado a Stephan von Breuning, amigo del músico de Bonn desde la juventud. Aún habría que esperar casi tres décadas para que este concierto beethoveniano alcanzara el reconocimiento universal, siendo aclamado como obra maestra del repertorio violinístico. El feliz encargado de difundir el concierto para violín de Beethoven por todo el continente europeo fue el gran violinista húngaro Joachim, quien interpretó esta obra en Londres (1.844) bajo la batuta de Mendelssohn a los trece años. Algunos años después, Joachim realizaría otra lectura asombrosa en Düsseldorf bajo las órdenes de Robert Schumann (Zwickau, 08/06/1.810 – Endenich, 29/07/1.856). A instancias de Muzio Clementi (Roma, Italia, 1.752 – Londres, Inglaterra, 1.832), el propio Beethoven realizó una versión pianística con acompañamiento orquestal de esta obra, escribiendo las cadencias para el primer y el tercer movimiento. Sabemos que el alemán apreció mucho esta versión, hasta llegar a considerarla como su sexto concierto para piano. Curiosamente, el genio de Bonn no había dejado escritas cadencias en la partitura original para violín – las más interpretadas en la actualidad se deben a Fritz Kreisler -. Wolfgang Schneiderhan transcribió la cadencia pianística para adaptarla al violín, manteniendo el acompañamiento de los timbales del primer movimiento (“Allegro ma non troppo”, construido a partir de una forma sonata), enfatizando esa entrada percusiva misteriosa caracterizada por cinco notas iguales (negras). De esta manera, el violinista vienés pretendió restituír para el concierto violinístico lo más parecido a una inexistente cadencia original. Esta interesante transcripción fue publicada por la prestigiosa editorial alemana “G. Henle”, e incluye sugerencias para la articulación y la digitación. Con Wilhelm Furtwängler al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín, Wolfgang Schneiderhan realizó una grabación de esta partitura beethoveniana. Sin ser técnicamente impecable en el aspecto solista del violín, esta lectura personalísima del concierto revela el sello inconfundible del gran maestro berlinés, con sus característicos tempi y dinámicas únicas. Un músico involucrado en el debate musical En el mes de Abril de 1.988, los cantantes Renata Tebaldi y Piero Capuccilli apoyaron un comunicado emitido por el Instituto Schiller para restablecer la afinación basada en el La = 432 Hz, utilizada en la época de Giuseppe Verdi (Le Roncole (Parma), 10/10/1.813- Milán, 27/01/1.901) Más de cuatrocientos músicos (directores, intérpretes, compositores) dieron de inmediato su apoyo a la propuesta del Instituto Schiller para bajar la afinación. Entre el elenco de cantantes y diectores que respaldaron tal propuesta, destacan Carlo Bergonzi, Plácido Domingo, Birgit Nilsson, Peter Schreier, Christa Ludwig, Mirella Freni, el violonchelista Jascha Silbertein y el famoso director italiano Gianandrea Gavazzeni. Schneiderhan participó en la Conferencia celebrada para abordar este importante y delicado asunto, aportando sus propias experiencias durante su carrera profesional, y decantándose a favor del retorno a un diapasón más grave (la = 415–432 Hz). Para ello, el violinista austríaco esgrimía dos razones fundamentales: “La primera razón es mi diapasón natural, que hace imposible para mí identificar como la nota “la” un sonido que no caiga alrededor de 430 Hz. Ya de niño, en mis lecciones con el profesor Sevcek, tuve que sufrir a veces dolor real, porque su piano estaba afinado demasiado alto para mi oído. Su argumento en pro de la afinación alta: que el tono sonaría mucho más “brillante”. Continúa explicando que: “En segundo lugar, durante mi carrera artística, y en especial por mi estrecha colaboración con mi esposa, la cantante Irmgard Seefried, se me ha hecho clara la gran significación que tiene la afinación baja para el cultivo y el mantenimiento de la voz del cantante. Desgraciadamente, por buscar mayor "brillo" de tono se la llegado a una situación en que las grandes piezas clásicas se ejecutan a menudo casi medio tono arriba de lo prescrito por el compositor, como lo he confirmado una y otra vez con gran asombro cuando cotejo con mi piano la altura de la afinación de las emisiones radiofónicas actuales.” (*) Los resultados de esta Conferencia fueron muy positivos, y posiciones comprometidas como las de Wolfgang Schneiderhan y las de tantos miles de músicos, han hecho posible que muchas orquestas actuales hayan revisado sus criterios de afinación en aras de una sonoridad más acorde con las exigencias de cada repertorio musical. Wolfgang Scheiderhan en nuestros días En la actualidad, Wolfgang Schneiderhan ha pasado a engrosar la lista de músicos e intérpretes tristemente olvidados, aparentemente rescatados sólo por el afán de determinados musicólogos y melófilos nostálgicos, deseosos de escuchar y revivir aquellas lecturas de las mejores páginas del repertorio de los grandes compositores de los siglos XVIII y XIX. Nuestro violinista vienés ni tan siquiera ha recibido un homenaje por parte de su sello discográfico en el primer aniversario de su fallecimiento, acaecido el 18 de Mayo de 2.002, diez días antes de cumplir los ochenta y siete años de edad. Tocó bajo la batuta de hombres como Wilhelm Furtwängler, Bruno Walter, Hans Knappertsbusch o Fritz Busch. Sirva este postrero homenaje a Wolfgang Schneiderhan como reconocimiento a su gran labor como intérprete. Desde Filomúsica hemos querido ofrecer a nuestros lectores un recorrido por el quehacer musical de este “aristócrata” del violín, como merecido recuerdo a una vida de artista.
* Extraido de la carta remitida por Wolfgang Schneiderhan al Instituto Schiller con motivo de la Conferencia sobre la afinación del diapasón, 1.988
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