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INTO THE WOODS DE DAGOLL DAGOM Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya).
El pasado mes de enero tuvo lugar en Barcelona el estreno, en versión catalana, de la obra Into de Woods (“Boscos endins”), del célebre compositor de teatro musical Stephen Sondheim. Estrenada en Broadway, en el Martin Beck Theatre, el 5 de noviembre de 1987, en su argumento se dan cita historias y personajes diversos, extraídos de cuentos populares (Caperucita, La Cenicienta, Príncipes azules, etc), que se van entrelazando, especialmente en la segunda parte de la obra, dando lugar a un desenlace inesperado. El libreto de James Lapine se plantea una reflexión acerca del más allá del típico Happy end “y fueron felices y comieron perdices”, reelaborando una nueva trama que permita desarrollar estos relatos como queriéndolos hacer madurar. En esta versión catalana, si hemos de ser sinceros, pudimos ver que esto solo funciona a medias. Al querer hacer de una fábula infantil un cuento para adultos se corre el riesgo de quedarse entre el camino, y esto es lo que sucede en este espectáculo, que logra entretener a pequeños y mayores pero se queda a medias tintas ante la tentativa de concretar alguna moraleja que deje entrever algo más allá de la ramas. Durante el primer acto, la narración, con historias y personajes que se van entrecruzando, avanza con fluidez y agilidad dramática, pero en el segundo la obra va perdiendo intensidad y el ritmo decae a medida que el argumento se va embrollando sin lograr alcanzar nuevamente el vuelo. Con todo, el veterano Joan Lluís Bozzo supo sacar partido de los momentos más inspirados del libreto, en un planteamiento escénico resuelto de forma eficaz con una escenografía descriptiva y funcional que se mueve alrededor de una plataforma giratoria. Su labor es secundada por un competente reparto de intérpretes, entre los que sobresalen por su autoridad escénica Anabel Totusaus (Hornera) y Mone (Bruja), así como la Cenicienta de Gisela por su prestación vocal. En el aspecto musical, la partitura de Sondheim, salvo unos pocos números, tampoco logra entretejer un discurso musical que consiga mantener la intensidad dramática y dar un relieve especial a la obra. Demasiado a menudo, su discurso cae en reiteraciones y soluciones de escaso calado musical. La orquesta reunida en esta producción hizo justicia a los momentos más inspirados de la partitura, con un sonido cohesionado y bien conjuntado, por lo que cabe felicitar la labor de Joan Vives como director.
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