DOÑA
FRANCISQUITA EN JEREZ, OTRA VEZ
Jerez, Teatro Villamarta. 30 de mayo de 2008.
Vives: Doña Francisquita. María Rey-Joly, Ismael Jordi, Lorenzo
Moncloa, Marisa Roca, Amelia Font, Francisco Matilla, Joaquín Segovia.
Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Manuel de Falla. Juan Luis Pérez,
director musical. Javier Latorre, coreografía. Francisco López,
director escénico. Producción escénica del Teatro Villamarta
Por Fernando López
Vargas-Machuca
(blog)
Lo primero: programar Doña Francisquita en dos temporadas
consecutivas me parece un error. Se dirá que no hay dinero para otra
cosa. Pues vale. Pero la verdad es que Jerez está todavía en una fase
de formación del público y, aunque es verdad que se acaban de hacer
cosas como L’Orfeo en versión semiescenificada o El castillo
de Barba Azul en versión de concierto, con tanta redundancia un
año tras otro se está dando a los jerezanos una visión bastante pobre
del panorama lírico. ¿No había otros títulos de zarzuela disponibles?
Dicho esto, no hay problema en reconocer que esta producción escénica
de Doña Francisquita, sin duda tradicional (término que
fastidia mucho a López, que pensará que algunos lo confundimos con
“rancio” o “convencional”) sigue siendo magnífica. La sensatez y el
buen gusto presiden su concepto escénico, los personajes y las
situaciones están bien definidas y los movimientos de masas se hallan
magníficamente resueltos, todo ello siempre siguiendo el ritmo y el
espíritu marcados por la música, que es donde reside el secreto de una
buena puesta en escena. Hay además detalles personales muy originales
y eficaces, como la coreografía del coro de enamorados, planteada aquí
como el sueño de un borrachín ante el escaparate de una tienda de
capas; algún otro es bastante más discutible, como la ubicación del
fandango al final de la obra, pero el cambio se realiza de manera
coherente. Muy buena la escenografía, correcta la iluminación -salvo
un último acto algo triste- y precioso, muy imaginativo y colorista el
vestuario de Jesús Ruiz. Lo dicho, una excelente producción, como ya
pudimos comprobar en Jerez (enlace)
y en Córdoba (enlace).
Triunfó con todo el merecimiento Ismael Jordi. Vocalmente se encuentra
ahora mejor que hace unos meses, con un vibrato controlado, una
emisión fluida y un agudo desahogado. En lo interpretativo se ha
mostrado mucho más estimulante: en lugar de la relativa sosería que a
veces hace mella en él, la entrega, la virilidad, el arrojo y la
pasión han presidido su recreación un Fernando menos “nemorinizado”
que cuando se lo escuché en Córdoba, evidenciando una clara maduración
del personaje. Controló además los recursos canoros con sensatez, sin
alardes que le hubieran podido poner en peligro y evitando la
autocomplacencia de recurrir a sus preciosas medias voces más de lo
debido. En la romanza hizo una importante exhibición de fiato. ¡Bravo!
Gratísima sorpresa la de María Rey-Joly, hace no mucho una joven
debutante y ahora una estupenda promesa. La voz es hermosa, rica en
esmalte, corre con facilidad y solo en el sobreagudo se muestra algo
dura. La línea es muy buena y muestra una enorme soltura para las
notas picadas, triunfando por todo lo alto en una canción del
ruiseñor magníficamente resuelta. Sólo le falta un poquito más de
calidez, de gracia y de picardía para redondear su Francisquita. Como
actriz se desenvuelve bien, evidenciando sus interesantes experiencias
en el campo de la zarzuela en los últimos años. Mucho ojo a esta
chica, porque puede dar mucho de sí.
Para Cardona y Don Matías hubo sustituciones de los cantantes
inicialmente previstos, los magníficos Enrique R. del Portal y Luis
Álvarez. Lorenzo Moncloa estuvo muy simpático y desenvuelto en las
tablas, convenció al cien por cien en los diálogos y sin duda ha de
ser un extraordinario artista para musicales por su desparpajo y saber
estar, pero cantar, lo que se dice cantar, no es lo que mejor se le
da. El veterano Paco Matilla, al que en el Villamarta acostumbramos a
ver en su faceta de director escénico, tiene el porte físico perfecto
para el personaje y actúa con muchísima corrección, pero vocalmente
anda muy gastado.
Flojísima la mezzo Marisa Roca. Su voz es hermosa, cálida y
aterciopelada, pero la tiene colocada muy atrás. La línea de canto es
muy irregular y en lo escénico es apañada sin más, quedando así su
Beltrana bastante desdibujada. Fabulosa la actriz Amelia Font como
Doña Francisca, una de las mejores bazas del elenco. Los demás salían
del Coro del Villamarta. Hubo de todo: malo el Sereno, bueno el
Cofrade nº 1, más que notable el Matías de Joaquin Segovia,
sensacional el Lañador de Pedro Miguel Calvo… Todos trabajando con
muchísima ilusión, y no sé si sacando algo de dinero. Sospecho que no.
La formación coral sigue evidenciando una notable mejoría con Antonio
Martín a su frente, aunque de nuevo las chicas estuvieron menos
afortunadas que los caballeros: ahí hay que hacer algo cuando antes.
Lo peor de la noche estuvo en el foso. La Orquesta Manuel de Falla
tiene una plantilla muy variable, y por desgracia en esta ocasión
estaba llena de músicos con nivel bastante discreto. Así las cosas, el
maestro jerezano Juan Luis Pérez se las vio y se las deseó para que
aquello sonara medio bien y que hubiera una coordinación con los
cantantes, sin conseguirlo en todo momento. De los matices expresivos
tuvo que prescindir y el resultado fue una lectura pedestre, plana,
cuadriculada y rutinaria. Una lástima, porque no se hizo justicia a
esta música maravillosa. Pero esto es lo que hay: haber conseguido
este nivel ya es un milagro para un teatro que sigue sin tener un duro
y que, a duras penas, sigue un año tras otro ofreciendo una amplia
temporada lírica. Independientemente de los reparos que podamos y
debamos poner -los seguiremos poniendo-, lo del Villamarta es un
milagro. |