Revista mensual de publicación en Internet
Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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La gran Rusia
 
Por Josefa Montero García.
 
 
Salamanca: Centro de Artes Escénicas y de la Música. 13 de Mayo de 2008. Nicolai Rimsky-Korsakov: Suite de la ópera La Leyenda de la ciudad invisible de Kitezh; Piotr Ilich Tchaikovsky: El lago de los Cisnes. Suite del Ballet op. 20; Modest Mussorgsky- Maurice Ravel: Cuadros de una exposición. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. Yuri Simonov, Director.
 
            Este concierto, programado por Caja Duero, era uno de los más esperados de la temporada, como ocurre siempre que se anuncia una orquesta como la Filarmónica de San Petersburgo y un director de la talla de Yuri Termikanov con un programa que incluye las obras más famosas del sinfonismo ruso. El público salmantino acudió a la cita abarrotando el Centro de Artes Escénicas y de la Música y, cuando iba a comenzar el concierto, recibió la noticia de que ante la indisposición del maestro Termikanov, dirigiría a la orquesta el actual director de la Filarmónica de Moscú Yuri Simonov.
 
            A pesar de que no era el director anunciado, el maestro Simonov compensó sobradamente al público y comenzó a dirigir con maestría a esta impresionante orquesta de más de cien componentes. Al verle fundirse con la música “como pez en el agua”, sentimos una vez más la impresión de que nadie dirige mejor estas obras que los rusos, incluyendo en esta denominación a los músicos naturales de allí y a los formados musicalmente en aquella tierra.
 
            Aunque la lectura que realizaron director y orquesta fue en todo momento impecable, destacando especialmente la calidad de la cuerda. Todos se fueron creciendo a medida que avanzaba el programa y alcanzaron un clímax memorable en la segunda parte, con la mejor versión de los Cuadros de una exposición que yo he escuchado. Si he de poner alguna pega, había una trompeta un poco discordante, pero casi era peccata minuta dentro del conjunto general.
 
            Al final del concierto, se palpaba el buen ambiente que había creado esta música tan conocida, algo que se manifestó en los prolongados aplausos que premiaron la calidad interpretativa. En mi opinión, el público salmantino que acude a estos “conciertos serios” está bastante preparado, pero es algo frío y no suele prodigarse en alabanzas; sin embargo al final de este concierto, todo el mundo mostraba su entusiasmo y permanecía en su sitio esperando algún obsequio en forma de bis. Simonov no se hizo esperar y nos regaló un par de piezas entre las que me gustó especialmente una espléndida versión de un Momento musical de Schubert.
 
            Los programas de mano también han ayudado al éxito del concierto pues, a pesar de tratarse de obras y autores muy conocidos, siempre se agradecen unas detalladas notas que faciliten el acercamiento a los autores y obras interpretados; un acierto más que ha contribuido al excelente sabor de boca que nos ha dejado esta actuación.