Maravilla gélida
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee su
curriculum.
Royal
Concertgebouw Orchestra.
Director:
Daniele Gatti.
Obertura de Tannhäuser de Richard
Wagner.
Muerte y
transfiguración, op. 24
de Richard Strauss. Sinfonía núm.
3, op. 55, “Heróica”
de Ludwig van Beethoven.
Auditorio Nacional de Música, 9 de abril de 2008.
La Real Orquesta
del Concertgebouw presentó en el X Concierto
de Primavera de Caja Madrid un programa festivo y de ocasión, con obras
de éxito asegurado de Beethoven,
Wagner y Strauss.
La versión más destacable fue la que ofrecieron, bajo las órdenes del
maestro Daniele Gatti,
de Noche y transfiguración de Richard
Strauss. Fue una aproximación brillante y luminosa, más
mediterránea que germana, más clasicista que
romántica. Los artistas dibujaron un delicioso equilibrio entre las
distintas secciones, entre los contrapuntos y las líneas de un complejo
entramado musical que se hizo transparente. La música fue expuesta
magistralmente, pero con algo de frialdad en la tremenda exactitud
desplegada. Hubo más garra en la fanfarria inicial y festiva de
Tannhaüser, pero
sin caer, desde luego, en ningún exceso. La segunda parte del concierto
estuvo dedicada a la Sinfonía núm. 3 de
Beethoven. Fue también una versión ligera,
centelleante, más coherente con los antecesores que con los sucesores
del genial compositor. También en este caso la precisa relojería de esta
magnífica orquesta restó vuelo a
la música. El
maestro Gatti dirigió con teatralidad y con
gestos de una exagerada expresividad que, sin embargo, no tuvieron eco
en la orquesta ni en los resultados sonoros. Fuera de eso, dirigió de
memoria con indicaciones exactas en cada compás y en cada entrada, con
una técnica maravillosa. El público que asistió a esta celebración de
Caja Madrid estuvo compuesto por variopintos invitados, en una curiosa
mezcla de autoridades, ejecutivos, banqueros, políticos, amigos y
simpatizantes. Hubo más curiosos que melómanos en esta cita con tan
legendaria orquesta. Los aplausos fueron muy discretos, pero arrancaron
una propina a los artistas. En este singular acto social todo fue
perfecto; nada más y nada menos.