Abbado
en
el Real
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee su
curriculum.
Fidelio,
ópera en dos actos.
Música:
Ludwig van Beethoven.
Libreto: Josef
Sonnleithner, Stephan
Breuning, Georg
Driedrich Treitschke.
Reparto: Clifton Forbis,
Anja Kampe,
Giorgio Surjan, Julia
Kleiter, Jörg
Schneider, Albert Domen, Diógenes
Randes, Ilker
Arcayürek, Levente
Páll. Director musical: Claudio
Abbado. Director de escena:
Chris Kraus.
Escenógrafo: Maurizio
Balò. Figurinista: Anna Maria
Heinrich. Iluminador:
Gigi Saccomandi. Director de los
coros: Edwin Ortner.
Arnold Schönberg
Chor, Coro de la Comunidad de Madrid, Mahler
Chamber Orchestra.
Producción del
Teatro Real,
del Teatro Regio Emilia, del Festival de Baden-Baden,
del Teatro Comunale de
Módena, y del Teatro Comunale
de Ferrara.
Teatro Real. Madrid, 19, 21 y 23 de abril de 2008.
Abbado
nunca había dirigido ópera en España y su presencia en el foso del
Teatro Real
ha despertado un lógico y enorme interés. Solo ha dirigido dos de las
tres funciones de la producción internacional de
Fidelio. Abbado
ha tenido un éxito enorme, lógico, previsible y merecido. La producción
ha sido excelente, aunque hemos visto otras mejores durante esta
temporada. El maestro y su agrupación,
la
Mahler Chamber
Orchestra, han sido los
auténticos protagonistas de las funciones. Claudio
Abbado es artista excepcional y carismático que, más allá de la
técnica, despierta pasiones irresistibles entre músicos y aficionados.
Consigue sacar lo mejor de una ópera discreta, enfatizando el
sinfonismo de la partitura y el heroísmo del
asunto con unos tempi
ciertamente vivos. Lo mejor fue la joven orquesta, por su entrega,
fuerza y precisión. El reparto escogido se mostró muy profesional, con
una línea vocal estupenda y muy segura, pero poco adecuada al dramatismo
de
la pieza. La
fuerza y pasión del maestro se contagia también a los cantantes y al
coro, que ha sido formado para la ocasión con la suma del Coro de la
Comunidad de Madrid y del Coro
Arnold Schönberg. La dirección de
escena de Chris Kraus
es rígida y poco convincente. El traslado de la
acción de
Sevilla al París revolucionario podría dar más juego del que se obtiene.
La escenografía de Maurizio
Balò es moderna, pero comprensible y
teatral, lo cual se agradece. La iluminación de
Gigi Saccomandi resulta muy expresiva
y recurre a una inusual sincronía con la partitura que, a pesar de su
ingenuidad, crea momento de gran efecto. El trabajo de luces hace ganar
varios puntos a la puesta en escena. La producción se realiza con el
concurso de cinco instituciones internacionales. El éxito fue enorme y
la presencia del maestro Abbado dirigiendo
ópera en España ha sido un hito histórico. Triunfó el maestro
Abbado,
la Orquesta
Mahler y el
Teatro Real
al conquistar para su registro esta primicia.