Homenaje a la Cuzzoni
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee su
curriculum.
La
Cuzzoni, esperpento de una voz.
Música:
Agustí Charles. Libreto:
Marc Rosich. La
Cuzzoni mayor: Gerson
Luiz Sales (contratenor).
La Cuzzoni joven: Sonja
Gerlach (soprano). Charles
Burney: Werner
Volker Meyer
(barítono). Cuarteto Bretón: Anne Marie
North, Iván Martín,
John Stokes, Antonio Cárdenas.
Dirección musical: Tobias
Engeli. Dirección escénica: Alfonso Romero.
Escenografía: Inna
Wöllert
Vestuario: José Manuél Vázquez. Producción
escénica: Staatstheater
Darmstadt. Teatro Albéniz. Madrid, 5
y 6 de abril de 2008.
Francesca Cuzzoni
fue una diva del siglo XVII descubierta por
Haendel para
la Royal
Academy
of Music. Ha pasado a la historia por su
“voz de ángel” y por la disputa que mantuvo en Londres con
Faustina Bordoni
en el King’sTheatre, en 1727, en presencia
de la Princesa de Gales. Tras la gloria llegó una irremediable
decadencia vocal y la Cuzzoni murió en
la miseria. El
crítico Charles Brunes fue testigo de aquel
ascenso y posterior caída. Agustí Charles y
Marc Rosich han
creado una ópera basándose en la última actuación de aquella catante,
que se enfrenta a su imagen juvenil y al crítico que antes la ensalzó y
luego
la denigra. El
argumento es estupendo y rinde un homenaje a la ópera dentro
de la ópera. El
resultado final ha sido excelente. El papel de la diva decadente es
asignado al contratenor
Gerson Luiz Sales, que crea un
inquietante personaje en lo vocal y en lo escénico, con ayuda de una
magnífica caracterización e indumentaria. Todas las grandes divas de la
ópera tienen algo de Drag
Queen, referencia a la que la ópera
moderna alude con frecuencia. El
contratenor tiene su réplica en el barítono
Werner Volver Meyer,
que encarna al crítico y musicógrafo Charles Burney.
La tercera en escena es
la
soprano Sonja Gerlach,
que interpreta el fantasmal recuerdo de la joven, bella y triunfal
cantante, con una voz peciosa. El libreto
está escrito en catalán, pero en escena tiene unas inevitables y
curiosas resonancias italianas (los intérpretes no son catalanes). La
producción es
de Damrstadt pero cuenta con la ayuda de
L’Auditori de Barcelona y del Festival
d’Ópera de Butxaca
i Noves Creacions. Se
estrenó en Darmstadt y antes de llegar a
Madrid pasó por Barcelona. El Teatro Albéniz
se ha convertido en los últimos años en sede frecuente de óperas
contemporáneas bien hechas y bien presentadas, dentro de algún pequeño
circuito internacional como ocurre en esta ocasión.
La partitura de
Agustí Charles obtiene el máximo provecho de las voces y del
cuarteto de cuerda, al que se suman instrumentos de percusión y efectos.
Los integrantes del Cuarteto Bretón (Anne
Marie North, Iván Martín,
John Sotkes y
Antonio Cárdenas) ejecutan un trabajo impecable tocando sus instrumentos
y algunos otros. El maestro Tobias
Engeli ofrece una lectura atenta de la
intrincada partitura. La puesta en escena de
Alfonso Romero
también exprime con inteligencia todos los medios de la producción pone
a su alcance, dando a esta ópera de cámara vuelos de mayor ambición. La
función es muy limpia en su conjunto y el resultado corrobora que se
puede estrenar ópera de cierta importancia con medios reducidos.
Fotografía: Bárbara Aumüller