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ENTREVISTA A JUAN GALLEGO DE UDAETA.
Por Anuska Requena
Gazvoda, Daniel Mateos
Moreno.
De izq. a derecha: Anuska Requena, Juan de Udaeta,
Daniel Mateos.
¿Cuál
es la orquesta española que mejor impresión le ha causado?
Es que responder a esa pregunta...las orquestas son como todo, tienen
cosas buenas y otras no tan buenas; a veces los conciertos salen muy bien
y otras veces no tanto. Lo sustancial para mí es que a nivel nacional ha
habido un cambio tremendo: ahora hay orquestas que hace años ni existían.
Eso sí me parece fundamental.
¿Y qué opina de que
haya
tanto extranjero en nuestras orquestas? ¿es que no hay suficientes músicos
españoles para cubrir las plazas?
Esta pregunta, que nos la hemos hecho muchos músicos... ¿qué voy
a preferir? ¿productos nacionales o productos extranjeros? ¿qué voy a
preferir, sardinas españolas o sardinas marroquíes?. Pues yo prefiero
las españolas, siempre y cuando estén muy bien. Es una pregunta que,
planteada así, parece que hay una xenofobia musical, y en absoluto la
hay. Al contrario. Yo veo que los buenos músicos, estén donde estén,
son valiosísimos, estén en nuestro país o en el suyo. Lo que pasa es
que, a mi modo de entender la pregunta, habría que replantearla así: ¿qué
debiéramos hacer no hacernos nunca esa pregunta? La respuesta sería
crear un sistema educativo que fuera coherente, racional, que estuviera
dotado económicamente y que tuviera una infraestructura como la tienen
los países de los músicos que vienen aquí. Ellos sólo van adonde hay
una oferta de trabajo. La pregunta habría que hacérsela a los
responsables de que el sistema educativo fuese como el de esos países de
donde vienen. Siempre se ha dicho que hay talento, y claro que hay
talento, muchísimo talento... pero si tienes agua y no la encauzas,
nunca podrás hacer regadíos. Es así de claro... ¡se pierde el agua por
todas partes! Ese potencial que tiene este país tradicionalmente por su
cultura, por su forma de ser, y por su tradición musical (que la
tenemos), si esa agua no se encauza, no se embalsa, y no se preserva, el
medio ambiente se deteriora... Está claro que el medio ambiente musical
no se ha preservado. Ahora estamos pagando las consecuencias de no tener
ese plan de educación musical verdaderamente sólido y asentado. Y ahora
nos hacemos la pregunta del porqué. Pues eso también está cambiando.
Porque es verdad que de unos años a esta parte, yo diría que desde hace
unos 15 años, coincidiendo con el comienzo de la JONDE (Joven Orquesta
Nacional De España), orquesta que hizo de quilla de barco que va
rompiendo el camino en el agua, pues se ha demostrado que sí hay
alternativas a la formación orquestal de los jóvenes. Con esas
alternativas bien implementadas, probablemente a medio o largo plazo,
nunca más nos haremos esa pregunta, sino que diremos, ¿cómo es que se
nos van nuestros músicos a las orquestas de fuera? ¿cómo es que se nos
van y no se quedan aquí? Esa es la verdadera pregunta que tendríamos que
hacernos. Ese es el reto de la sociedad. La típica pregunta sobre los
extranjeros parece planteada "a ver si te pillan diciendo que no
quiero extranjeros”. En absoluto, la mayoría son magníficos. Tocan muy bien y
son magníficas personas en general, pero claro, ellos no han hecho nada más
que venir a donde hay trabajo. La pena es que nosotros tengamos que
hacernos esa pregunta. Eso es lo triste.
¿Con qué solista se ha
compenetrado más en un concierto?
Establecer un ranking es difícil. Un
nombre propio no me atrevería a decir porque dejo en el camino a
personas con las cuales sí me he compenetrado con un trabajo magnífico.
Te puedo decir que por ejemplo, la gente
joven es la que más se entrega a los trabajos. En mi vida laboral he
tenido ocasión de trabajar con gente muy profesional, que viene de
grandes agencias de conciertos y que hacen grandes giras, y, bueno, no
puedo decir que no haya compenetración. Pero no hay esa compenetración
artística que va un poquito más allá de lo que es hacer un gran
concierto. Quizás cuando te encuentras con solistas jóvenes, que tienen
menos trayectoria o menos agentes detrás de ellos o que manejan menos
cantidades de dinero en sus cachés, ahí es donde hay esa parte más
bonita que es hacer las cosas de otra manera. Generalmente el gran
solista viene a hacer su concierto, defiende su nombre, queda muy bien,
hace muy buena música en general; mientras que hay otros solistas que empiezan a
trabajar contigo, te encuentras con ellos, hablas, te tomas un café o dos,
charlas... en fin, hay un diálogo mucho más fructífero con estos
últimos. Y
luego, a la hora del concierto, pues también depende de la suerte del
momento. Hay
conciertos que salen muy bien y otros que no se sabe por qué salen peor.
También hay algo de magia y duende de la música... hay conciertos que son irrepetibles. Pero,
respondiendo a su pregunta, quizás la gente con menor trayectoria, porque
es la gente más entregada.
Si tuviera que mencionar algún
director de orquesta que haya influido en su carrera, ¿cuál/es elegiría?
Mencionaría
a varios. Por su grado de conocimiento y coherencia personal a S. Celibidache, sin duda. No fui alumno de él pero le he seguido; he estado
en infinidad de ensayos con él, tuve la fortuna de trabajar con él
cuando aún dirigía (me dirigió estando yo sentado en la orquesta
tocando). Para mí fue esa la persona que me ha planteado una mayor
coherencia. Si tuviera que hablar de personalidad como trato humano,
Giulini. Si tuviera que hablar de campechanía con la orquesta y saber
tratar a los músicos, Bernstein. Eso son referencias directas que yo he
tenido porque he estado muy cerquita de ellos. Luego, otros como modelos, porque los he visto en
ensayos, conciertos o los he escuchado en grabaciones: por
ejemplo Abbado me parece un magnífico director por encima de lo
que es la media. Yo recuerdo un concierto en maravilloso en Londres; fue
impresionante. Son experiencias concretas, pero te das cuenta que en aquel
momento no era tan conocido, aunque ya empezaba a ser el gran Abbado. Cuando ya llegan a mayores, 50, 60
ó 70 años, son monstruos. Son
verdaderamente unas personalidades importantísimas.
¿Qué compositor ha dirigido
más a gusto?
Creo que si se dirige algo que no estás a gusto, malo. A mí, Beethoven me
gusta mucho. Cuando alguna vez he hecho las sinfonías de
Beethoven me he sentido muy identificado. Quizás porque es una música
que tiene gran fuerza y fluye con una cierta racionalidad, una cierta
estructuración muy milimétrica; a lo mejor es que yo soy así
mentalmente, muy cabeza cuadrada, que no lo creo. También me
agrada la música española (eso ya, como músico). Me he sentido muy agusto
haciendo música española, a parte de que he encontrado partituras
verdaderamente importantes, también porque te identificas un poco más
con tus raíces y eso tiene su importancia. En general hay muchísimos
compositores, y más que eso, obras concretas con las que uno se
identifica. Obras de Ravel, por ejemplo, y no hablo precisamente del
“Bolero”. Podría hablar de Falla, “El Amor Brujo”. Ahí se da la
doble condición: me identifico muchísimo con esa música y
además, es música española. Conciertos de Beethoven... y muchos más.
En Tchaikovsky se observa esa monumentalidad y esa orquestación tan directa y brillante, donde musicalmente se plantea el drama
de
forma muy clara. Es un músico muy directo. En fin, muchas más obras y
autores...
¿Hay muchas orquestas jóvenes
que desarrollan su actividad en España?
En
este momento, si mal no recuerdo, hay nueve, que forman la asociación
española de orquestas jóvenes.
¿Y qué objetivos se proponen
estas orquestas?
Pues
yo creo que todas un poco lo mismo que nosotros, complementar.
Esa es una palabra que no hay que confundir con completar. Complementar la formación de muchos jóvenes músicos en
un ámbito específico como es la orquesta. En las escuelas y
conservatorios de música no incluyen en sus actividades programas grandes de orquestas grandes (repertorios grandes). Porque es verdad que
hay orquestas, pero hay orquestas que ni numéricamente ni por
infraestructura pueden acometer por ejemplo el “Dafnis y Cloe”, o
muchísimas de las obras que se acometen en ciertas
orquestas jóvenes. Entonces, esa es la finalidad. Hace poco,
explicaba muy bien un profesor que vino invitado: “yo cuando
terminé mi licenciatura como violista, había tocado todo el gran
repertorio de la orquesta en escuelas de música”. Había hecho todos
los “Poemas Sinfónicos” de Strauss, prácticamente todas las sinfonías
de Beethoven, las ultimas sinfonías de Mozart, había hecho Mahler... un grandísimo repertorio. Y todo eso, antes de plantearse hacer una
audición para ingresar en una orquesta. Ese es el sistema a imitar. Todos queremos hacer lo mismo. Bien es
verdad que si pusiéramos
a todas las orquestas jóvenes españolas (a mí me gusta ser una persona
muy modesta y muy comedido), he de decir que detrás de la JONDE, como
ejemplo, indudablemente creo que la OJA (Orquesta Joven de Andalucía),
dicho por todo el mundo es la siguiente en importancia, por concepto, por número, por
infraestructura... No olvidemos que hay muchas comunidades autónomas que
no tienen la totalidad de los músicos, y por tanto tienen que recurrir a otro tipo de
gente. Hay modelos donde los miembros de las asociaciones jóvenes se les
paga, y a mí eso me parece como pagar a un abogado para que vaya a clases
de derecho. Yo creo que cuando se está aprendiendo, en principio, el
concepto ese de recibir dinero por ir a un ensayo y por tocar, me parece
que es una aberración. Las orquestas jóvenes deben servir como práctica
y como lugar de contacto con profesores, escuelas, conocer el repertorio,
conocer a tus compañeros, ver el nivel en otros sitios, de otras personas
y orquestas. Eso es lo que hace que la gente se despierte. Si tú estas
en tu sitio, y no ves a nadie, puedes llegar a creerte que eres el mejor del
mundo porque, además, tu papá, tu mamá y profesor se encargan de repetírtelo.
Pero cuando sales un poquito, das el primer paso y te encuentras gente
como tú, y que probablemente lo hacen mejor que tú...
ahí viene el primer chasco y piensas “¡Anda! ¡pero si hay más gente
que lo hace muy bien e incluso hasta mejor que yo!”; eso es un
incentivo. Y ahí, ese conocimiento de profesores que, cuando terminan de
dar las clases, charlan, ir a tal sitio, conocer a tal profesor, tratar a
la orquesta... allí es donde uno empieza a crecer y a ver el mundo de otra
manera. Esa es una de las ventajas de las orquestas jóvenes.
¿Es diferente el trabajo que
se realiza en las orquestas jóvenes al que se realiza en orquestas
profesionales?
Claro,
es muy diferente, sobre todo en dos cosas: en el trabajo en sí (la forma de
trabajar) y en el resultado
final. En el trabajo en sí, es un trabajo en donde hay que ir casi pieza
a pieza de la música y hay que desentrañarla porque a lo mejor nos
encontramos con cantidad de problemillas pequeños que porque todavía no
se está
con la habilidad suficiente como para resolverlos, abordarlos o
sobrepasarlos, es necesario tener una paciencia de benedictino o
franciscano: paciencia para ir nota a nota, compás a compás o fragmento a fragmento.
Pero eso también es apasionante porque si de verdad te gusta la música,
disfrutas casi más cuando te vuelves a encontrar con la música en su
esencia más pura. Porque hay otros músicos que sólo les gusta el
aplauso final y eso es otra historia. Bien es verdad que, a veces, artísticamente no se consiguen las cotas de calidad
de las grabaciones discográficas, pero humanamente se consiguen unas
cotas de entrega y de disfrute que ya quisieran las orquestas
profesionales. Son dos formas de entender la vida. Hay
gente que vive para trabajar y otros que trabajan para vivir. Pues más o
menos, aplicado a la música, es lo mismo. Si te gusta la música, vives
para la música y quizás le das menos importancia a ese aplauso final,
porque vas viendo día a día lo bonito que es hacer música y todos los problemas que
conlleva. Hay gente que sólo quiere
llegar, moverse un ratito delante de la orquesta, aplausos, todo genial,
“maravilloso maestro”, etc, etc... fantástico. Pues como dicen los
mexicanos, ¡que les vaya bonito! Cada uno en la vida tiene que hacer
apuestas personales, es algo muy personal.
¿Cómo ha evolucionado la OJA
este tiempo?
La
OJA es un organismo vivo que está en evolución constante. Ha habido dos
generaciones, dos bloques de gente que más o menos han entrado y salido
al tiempo, y la evolución ha sido vertiginosa. ¿En qué y por qué?
Primero porque en estos seis años de existencia de la OJA, desde el punto
de vista de lo que es una orquesta joven, yo creo que está claro que se
ha visto que es la reproducción de un esquema profesional. Cuando
llegaban al principio los primeros miembros de la OJA, nadie sabía cómo
eran las orquestas (más o menos un poco de referencia), pero ahora saben
que hay una dinámica de orquesta, una técnica de orquesta, que eso
abarca aspectos personales y aspectos colectivos. Entonces, el que esto
esté ya implantado en la mente de toda la gente, eso es una labor de la
orquesta. En segundo lugar, cuando ha habido relevo de generación, mucha gente decía
“a lo mejor, la segunda generación va a suponer un bajón en la calidad
que se consiguió con la primera generación”. Es cierto que al principio hubo
un ligero y pequeñísimo retroceso, porque claro, no tienes tan frescas
las cosas que tienes que hacer, pero rápidamente los jóvenes se han puesto las pilas.
Eso es algo positivo y que también ocurre en otras orquestas. La evolución
va dando sus frutos, dado el grado de implantación en orquestas
profesionales de muchos de los músicos que han
pasado por la OJA.
Poco a poco va habiendo esa conexión con las orquestas y con el mundo
profesional, que era algo que a nosotros nos preocupaba. No es que nos
preocupase porque no se produjera, sino porque había que conseguirlo.
Entonces, eso es un estímulo continuo para que cada día insistamos un
poquito más con esto, hasta el punto de que empiecen a surgir grupos autónomos,
espontáneos y muy bien pensados, como es la orquesta de cámara andaluza,
que nada tiene que ver con la OJA, ni con nada, sino que son gente que
quizás un se han conocido aquí y que gracias a ese
conocimiento han decidido de que ellos también pueden dar el paso al
mundo profesional. Es una labor de la cual yo creo que ahora se empiezan
a recoger pequeños frutos, pero que, aunque sean pequeños, son
importantes.
¿Cuál es su instrumento de
origen? ¿Y cómo decidió elegir el mundo de la dirección?
Yo
estudié piano, fui pianista, pero siempre me gustó mucho la dirección.
De hecho, antes de tocar el piano, tuve la suerte de estar en un coro y
por aquello de que sabía solfeo, pues muchas veces el director se
marchaba a otros compromisos que tenía que hacer y me ponía a mí
delante del coro. Y claro, para un chaval como era yo (con 11 años) verte
delante de sesenta voces cantando... era maravilloso. Esa experiencia fue
anterior a mis estudios de piano, lo que pasa es que luego al estudiar
piano, me parecía un instrumento muy bonito y me gustaba mucho, y de
hecho me ha servido. Pero es verdad que simultáneamente a mis estudios de
piano, seguía haciendo grupos de orquestas, haciendo conciertos,
ensayando... Luego tuve una pequeñisima formación de violonchelo, y ya
en Norteamérica, una pequeñisima formación de trompa.
¿Cuál considera en su opinión
la/s mejor/es escuela/s de dirección del mundo?
Las
mejores escuelas desde el punto de vista práctico, creo que están en
Norteamérica; desde el punto de vista teórico, en Europa. Lo ideal sería
que en las Azores, que más o menos es la mitad, se encontraran los
americanos y lo europeos y allí hicieran algo -bromea-. En Europa está la
tradición, la experiencia, las orquestas más importantes del mundo, pero
las escuelas de música probablemente no tienen el presupuesto que sí
pueden tener los americanos. Entonces, ¿qué pasa en Europa?: enseñan
dirección de orquesta con dos pianos, y claro, es muy frustrante. Es como
si a un violinista le dicen “usted va a ser violinista, sí, pero toque
sólo con una cuerda... las demás ya se las imaginará usted”. ¡¡No sólo
dirigir con dos pianos, sino con un CD o con un espejo delante, porque yo
ya he visto de todo!! Mientras que en Norteamérica, los
programas de dirección de orquesta, parten de la base de que el
instrumento del director es la orquesta y se la pone a su disposición. No
le ponen la Filarmónica de Nueva York, pero sí serie de
músicos que van a hacen bien el repertorio de trabajo y no así no
hay que mirarse en un espejo, sino a quien tienes que mirar
es a los músicos, a ver si sus entradas, sus anacrusas y sus
conocimientos de la partitura son adecuados o tienen que cambiar. Lo bueno sería que hubiera escuelas de música al
estilo norteamericano en cuanto a infraestructura, pero con la
tradición, el profesorado y la visión europea, porque yo creo que
la música nació en Europa y ahí está el fuego que la mantiene, aunque
también es verdad que allí (en U.S.A.) hay magníficos músicos, pero
casi todos son europeos que se han ido allí porque había más dinero. Lo
que pasa es que, claro, disponer de una orquesta, es carísimo. En términos
económicos, a lo mejor un programa de una semana de concierto de orquesta
normal, si echas cuenta de los salarios que están allí metidos, de los
directores, solistas, materiales, la sala, la luz, el acomodador y todo...
a lo mejor cuesta cinco o seis millones de pesetas.
Pero, también se podría
utilizar las orquestas de los conservatorios, que a veces, estas orquestas
ni existen...
Claro,
pero tienes de nuevo un problema. Generalmente, las orquestas de
conservatorio no van a hacer el repertorio que es de interés para que se
forme un director de orquesta. Es decir, si tú en un conservatorio puedes
montar por ejemplo “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi, eso para el
director no tiene ningún interés. Al director a lo mejor le interesa la
“Sinfonía de Vientos” de Stravinsky y en el conservatorio no hay
nivel para que lo toquen. Los norteamericanos les ponen, en las escuelas
superiores a aquellos que se van a licenciar en su instrumento, un programa
de orquesta muy fuerte, para que hagan orquesta y a su vez para que
formen repertorios que van a ser de su interés. Recuerdo que la audición de
selección de la universidad a la que yo fui, fue un fragmento de “La
Consagración de la Primavera”. Imaginaros lo que significa que una
orquesta de universidad ya es capaz de tocar fragmentos de “La
Consagración de la Primavera” casi a primera vista y, por supuesto, los
directores a primera vista... a mí no me dejaron ni un minuto para
ensayar. Fue: “Señor, ¡ahí tiene usted la orquesta!”, y empiezas a
dirigir esos fragmentos de tu examen. Quiero decir que tenemos que darnos
cuenta del nivel. Me gustaría ver qué pasa si en Europa pones
una orquesta de conservatorio en esa misma prueba. No sería “La
Consagración de la Primavera”, probablemente sería “El Invierno Más
Crudo” -bromea-... Ellos lo tienen muy bien pensado y yo creo que ahí
habría que imitarles mucho y hacer lo que ellos hacen.
¿Por qué la mayoría de los
directores de orquesta no alcanzan la fama tan jóvenes como muchos
instrumentistas? ¿Cómo es que se tarda tanto en reconocer su valía?
Bueno,
también en los instrumentistas ha cambiado mucho. Creo yo que se trata de
un
fenómeno sociológico que transcurre paralelo a lo que ocurre en deportes, por
ejemplo. Antiguamente, para que te llamaran maestro, no sólo tenías que
peinar canas, era necesaria hasta la cojera... Esto se repite en todos los
órdenes de la vida; el maestro era el que después de una vida (casi al
final de su vida) se le podía llamar así, porque era alguien que tenía
algo que enseñar. Hoy día la mercadotecnia, el espectáculo y las
discográficas se van al solista que toca más conciertos de violín con
menos edad, entonces te encuentras con un niño o una niña de 14 años,
tocando el Brahms o tocando Beethoven, y eso vende muchísimo. Y Claro,
todo el mundo quiere imitarlo y la gente se vuelve un poco tarumba
pensando que eso es lo que hay que hacer. Al director no le pasa eso porque
es un proceso mucho más largo y más lento, lo mismo que el compositor.
Difícilmente con 12 ó 14 años puedes ponerte delante de una orquesta y
hacer algo más que marcar. Cuando se habla de esos niños prodigio y
genios de la dirección, son pamplinas. ¡Cualquier músico sabe que
eso es una pamplina! Hace falta tener primero de solfeo bastante bien
estudiado y quizás con sobresaliente para llegar delante de 80 personas y
marcar un compás. Ahí está la gracia: “Mira que mono el niño con
pantalones cortos subido a una silla y haciendo el indio delante de la
orquesta”. Pues no señor, es una cosa absolutamente
estúpida y eso no va a ningún lado. Para llegar al final
tienes que haber experimentado mucho, conocer mucho repertorio, a los músicos,
la vida de la orquesta, la composición, los compositores, y ser una
persona formada, porque el director a parte de moverse, tiene que hablar,
decir lo que quiere, saber expresarse y por tanto necesita unas
herramientas diferentes. Yo lo llamaría cultura general, una formación
un poco más densa y amplia. A veces tiene que tratar problemas personales
en las orquestas y para ello hace falta tener una personalidad; esta
personalidad no
madura en tres años, sino a lo largo de una experiencia. Generalmente el
director surge al final y, de hecho, casi todos los directores cuando
empiezan a ser reconocidos como grandes maestros, pasan ya de la
cincuentena de años. Ahora por ejemplo, está la generación de Abbado,
que habré el paso a los nuevos. Hace poco, eran otros, como Celibidache, Karajan,
etc... s señores que ya pasaban de los 70 u 80 años.
¿Estudió composición a la
vez que dirección de orquesta?
En
Norteamérica sí, pero la composición no era la propia para ser
compositor. Fue muy interesante el trabajo que hicimos allí desde el
punto de vista compositivo. Quizás los directores estudiamos composición
de una forma deductiva y no inductiva. Es decir, si no estudias lo que
un compositor ha hecho, que es lo que tienes que dirigir, estás
estudiando dirección con el molde que queda. No es para hacerlo tú, sino
cómo los compositores lo hicieron y por qué lo hicieron. Eso es fundamental.
Giulini decía que una formación de director que no haya planteado la
visión del compositor, es imposible.
¿Qué es la música para
usted?
Depende del momento, pues es muchas cosas a la vez. A veces, la música lo es todo.
Otras veces una fuente de problemas... -bromea-. No concibo la música en
el plan filosófico de que la música es la
vida. Pues no. La vida es una cosa y tú eres músico, y a través de la música
con todas sus facetas, te expresas, te ilusionas, te decepcionas, te
molestas... es todo. Y es muy bonito, porque siempre tienes algo que está
contigo. Alguien decía que tenemos la
fortuna de estar siempre trabajando con gente maravillosa: de tener a
Beethoven, Brahms, Schumann, Tchaikovsky, Ravel... con nosotros. Abres su
partitura y allí están ellos con todas sus ideas. Es muy bonito, a
diferencia de otros trabajos que son más pesados. No es lo mismo
abrir una partitura que abrir un cajón para ver qué papeles hay.
¿Qué cualidades considera
importantes en una obra musical?
Que tenga algo que decir. Esa es la cualidad más importante. Hay algunas
o muchas obras, sobre todo de gente que empieza, en la que al final te
preguntas qué tiene que decir el compositor aquí o qué hay detrás de
esto. Javier Darias, el profesor de composición de la OJA, nos contaba
una vez que había un maestro que decía que la humanidad ha estado
millones de años sin las composiciones de una persona concreta y podría
estar otros miles de millones de años sin eso. Es decir, que una obra,
cuando aparezca, ha de tener algo nuevo que decir. Y esto, ocurre en
contadas ocasiones, pero ahí están.
¿Qué pasos sigue cuando se
enfrenta por primera vez a una obra musical?
Estudiar,
estudiar y estudiar... Yo siempre tengo la imagen de mi maestro de
Norteamérica diciéndome: “el director de orquesta es el abogado
defensor, testamentario, del músico”. Es como si tu tienes un abuelito
que se muere, hay una herencia y tú eres el que tiene que hacer que ese
testamento se respete y que nadie se lleve lo que no es suyo. Entonces, yo
creo en esa figura de ser responsable, respetar la voluntad del compositor y ver
lo que quiso el compositor (porque generalmente hablamos de compositores
que han muerto). Con ese supuesto teórico de respetar lo que las
partituras dicen, es como se debe de abordar el trabajo como director. Y
para saber lo que dice la partitura, hay que ir al ‘testamento’ artístico,
en este caso la obra, y ver cómo está hecha, situar muy bien la obra en
el contexto, analizarla, y, como decía Giulini, pensar que la obra incluso
es piel, o sea, que tú conoces todas las partes de ese organismo (las
pecas, las verrugas, las canas, ¡¡todo!!); saber dónde está, y luego darle
vida.
¿Qué opina sobre la evolución
actual de la música? ¿Por qué el publico prefiere el repertorio antiguo
al actual?
Tiene
razón cuando formulas la pregunta sobre que el lenguaje musical parece que
se ha desconectado del público, es decir, que el público se ha sentido
sin cobertura, como los móviles. ¿El porqué? Pues porque hasta hace
poco, todo lo que oías, más o menos, lo reconocías e incluso reconocías
la novedad: porque poquito a poco el compositor ha ido introduciendo cosas
nuevas. Si estás acostumbrado a armonías muy simples,
uno ponía un acorde de novena y lo reconocía como algo novedoso; y
así se iba produciendo el fenómeno de la progresión, como en otras
artes. Bueno, pues así estábamos casi hasta la invención de los discos
y el fonógrafo. En cuanto en Alemania un señor hace una obra y se
escucha por la radio (y la escucha un compositor), al día siguiente le
está contestando. Entonces, se dispara el diálogo entre
compositores a ver quién es más innovador, más novedoso, que no le
llamaran carca o reaccionario; se huía de los acordes mayores y
menores como quien huye del demonio... y el público no tenía esa
facilidad de acceso a esa información. Las salas de conciertos lo que
preferían era Tchaikovsky o Beethoven, por tanto se le achaca al público
un conservadurismo. Bueno, a lo mejor un poco de eso hay, pero también
hay una especie de carrera enloquecida hacia delante, que creo que la
historia de la música por su propia inercia nos ha llevado a la
situación actual, donde se ha
producido una total separación entre el fenómeno creativo y el fenómeno
auditivo. Y claro, cuando alguien, con muy buena voluntad, ha querido ir
a escuchar un concierto de música compuesta en la actualidad, los comentarios a la salida del teatro son para
oírlos... y de esto hay muchísimos ejemplos. Es verdad que ahora se han
dado cuenta de que a lo mejor conviene volver a un
“neo-nosequé” para recuperar un poco al público. Es cierto lo que
dices, pero es así la situación. Se ha creado una especie de casta; el
compositor probablemente compone para sus colegas y le exige al público
un conocimiento musical que ya quisieran tener los músicos activos para poder ser público. Claro,
si te metes en obras por ejemplo
como las de Schönberg, que ya exige ser un oyente de una cultura musical y
de un refinamiento de percepción musical, te das cuenta que eso no es la media general.
Es como si exigieras que a todo el que ve un partido de fútbol, fuese
como Raúl. ¡Eso es imposible! -se ríe-. El pueblo lo que quiere es ir
a ver un partido y disfrutar, y no hace falta ser Raúl para ir a un campo
de fútbol: ¡¡¡estaríamos apañados!!! -nos reímos-... Es poco más
o menos lo que ha pasado en música.
Por
tanto, ahora, para
entender la música, hace falta ser músico. ¿Antiguamente no era así?
porque por ejemplo, la música de Mozart era muy fácil de escuchar...
Eso
tiene para mí una explicación económica. Hasta que no aparecen los
gobiernos y los estados protectores de las artes, todo era la taquilla y
el músico se jugaba sus habichuelas en la taquilla, además del
escenario, por supuesto. Pero la contestación a su éxito o su fracaso la
tenía ahí. Si ese músico no vendía entradas para su concierto, ópera
o zarzuela, es que no comía. Entonces, tenía que ir a remolque de los gustos de la gente. Cuando el estado protector empieza a
crear subvenciones y obras de encargo... pues claro, si a ti te pagan por
hacer lo que quieres, sin que te importe la taquilla, ya me contarás. ¡Pues ancha es Castilla!. Haces tu obra, y como no tienes que rendir
cuentas desde el punto de vista de la taquilla, que vayan o no, da
igual. Es más, cuanta menos gente va, más grande es tu genialidad. Que
has tenido dos en la butaca, fenómeno... eres un genio y nadie te
entiende. Y si tuvieras doscientos eres un reaccionario, porque la gente
le va a escuchar. Un poco de eso es lo que creo que hay. En Norteamérica,
que no hay subvención ni estas historias, la música va retrasada. Parece
que todo son bandas sonoras de película, por lo general. Allí
dependen de la taquilla; una temporada de conciertos de la Orquesta de
Boston pueda permitirse el lujo de hacer un día un experimento, pero todos los días
no, porque la taquilla desaparece y los músicos y los compositores viven
de eso. Entonces, aunque sea muy exagerado lo que he dicho, algo de esto
hay. Y con esto estoy explicando lo que creo que puede pasar.
Creo que a los compositores hay que incentivarles para que compongan y al
público a que escuche, que se atreva y que vaya y conozca, porque ese
contacto con lo nuevo, te hace conocer más. Y, solamente, te gusta lo que
conoces.
Volviendo al tema de la OJA,
¿cómo es la experiencia de dirigir a la gente joven?
¿Cómo es el ambiente que se
respira en la orquesta?
La experiencia es mucho
más bonita que con la gente mayor porque, al final, el hecho de la música es
un hecho de comunicación entre personas. Y muchas veces sin importar lo
que estás tocando. Es decir, no porque toques Beethoven vas a ser más
feliz que si tocas a Schumann. Es un hecho de comunicación y cuando a
veces, que son muchas, ves que la gente está entregada haciendo música,
que el público la está recibiendo y que se crea una especie de
corriente, eso es lo más bonito. Esto generalmente se produce en gente
joven que todavía no está maleada por la vida cruel y real que no es muy
agradable. El ambiente yo lo veo realmente fantástico entre ellos.
Nosotros nunca hemos fomentado la competencia absurda de “yo toco mejor
que tú y tú no vales nada”. Al contrario, hemos tratado de extraer de
cada uno lo mejor de ellos y colocarles en sitios donde verdaderamente
tienen que responder e incentivarse. Me gustaría que alguien comparase el
ambiente de la OJA con los ambientes que se viven en otras orquestas,
porque yo sé que el de la OJA es una maravilla en comparación con el
ambiente enrarecido (a veces incluso lúgubre y sórdido) que se
respira en otras orquestas, no voy a decir cuales, pero lo sé. Luego te
encuentras lleno de satisfacción con la gente que pasa por la OJA, pues nos llama, nos vemos y
hay casi un contacto permanente de amistad. Es algo fantástico
y eso no se consigue en otras orquesta. Y me consta de que cuando ellos se
reúnen entre sí, todavía sigue vivo ese calor humano que nosotros hemos
tratado de mantener siempre muy vivo aquí en la OJA.
El aula de composición Manuel
de Falla, ¿qué actividad desarrolla y que relación tiene con la OJA?
El
aula de composición es parte de la OJA. Es un programa pensado para los
compositores, quienes, al igual que el instrumentista necesita un
instrumento, el compositor también necesita un instrumento, no sólo su
cabeza. Entonces decidimos apartar unas horas de orquesta para
que los compositores que están en la OJA, pongan en los atriles de la
orquesta las obras según las van haciendo: prueben como suena, donde
aciertan o se equivocan, qué les gusta y qué no, vean los problemas que
tienen las orquestas a la hora de montar el repertorio, y de ahí sacan su
experiencia. Esto, hasta ahora y que yo sepa, no lo ha hecho nadie en España.
Nadie ha puesto una orquesta sinfónica al servicio de jóvenes
compositores. Nosotros hacemos convocatorias para los compositores cada
dos años, que aparecen en los medios de comunicación; entonces aparecen compositores y presentan una obra libre.
Ni tiene por qué ser orquestal, ni sinfónica... Nosotros llamamos a una
serie de compositores para que entre ellos dictaminen qué personas les
parecen interesantes para el programa. La próxima convocatoria será en
el 2001. Las obras de estos compositores las estrenamos y pasan a los
ficheros de la orquesta, porque si no, para qué lo hacemos? ¿para que guarde
la partitura y a los 200 años veamos la maravilla que teníamos aquí?.
¿Qué proyectos tiene para la
orquesta?
Nuestros
proyectos siempre son la organización de los periodos de trabajo. Estamos
ya pensando en el tercero, en el último de esta generación, que será en
enero. Tenemos pendientes la convocatoria de audiciones de selección, y,
bueno, si tuviéramos presupuesto, haríamos muchas más cosas...
incrementaríamos las actividades, lógicamente, abriéndola a grupos
orquestales más grandes... aún hay muchas cosas que se pueden hacer.
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