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ECOS DE LA GENERACIÓN DEL 27.
Suena por vez primera el abrazo sincero entre música y literatura. Corren finales de los años 20. Se divisa un horizonte lleno de ilusiones renovadas y esperanzas para la cultura de España. "Ese sonoro y luminoso Orión de la Música Española", tan poéticamente descrito por el propio Gerardo Diego acerca de este grupo de compositores que en base a una excelente calidad despliegan todos sus recursos al servicio del arte, un día se hace mayor y decide ocupar un puesto relevante en la élite de la intelectualidad de nuestro país. Esta es la denominada generación del 27 que aglutina a toda clase de artistas que de alguna manera reflejan su inquietud y entusiasmo hacia una renovación que les lleva al compromiso más fiel con el entorno sociocultural de España. Este grupo de compositores contó con los continuadores de la escuela de Pedrell y con un modelo claro: El magisterio de Falla. Un pensador: Oscar Esplá; un biógrafo: Adolfo Salazar, avalan esta deslumbrante ráfaga de arte depurado. Todo comienza hace más de 70 años, cuando una serie de escritores de primera fila entre los que recordaremos a Lorca, Alberti, G. Diego, Salinas, Cernuda, Alonso, Guillén, Prados, Altolaguirre, Bergamín... asiste a la revalorización de una vieja gloria un tanto olvidada. Nos estamos refiriendo al homenaje público que se brindó a la figura de Góngora, coincidiendo con el 4º Centenario de su muerte. A raíz de ello se organizan infinidad de actos conmemorativos, así como surgen iniciativas de creación de revistas de poesía en gran número de provincias españolas. Tal es el caso de la famosísima "Revista de Occidente". En estos momentos, en los ambientes madrileños de la Residencia de Estudiantes se cuece la trama principal de un grupo de jóvenes músicos que buscan "algo nuevo". Entre ellos los musicólogos Jesús Bal, Martínez Torner, los compositores Ernesto y Rodolfo Halffter, Durán, Roberto Gerhard, Federico Mompou, Gustavo pittaluga, Salvador Bacarisse, Julián Bautista, Rosa García Ascot. Toldrá, Blancafort, Camins, Graun, Lamote de Grignon, Joaquín Nin o Joaquín Homs, conforman entre otros el sector de los catalanes que gozaba por aquellos años de una realidad social diferente a la del resto de España. Gerardo Diego a la cabeza de los poetas, pide colaboración a todos ellos en torno a Góngora. Como ejemplos musicales vayan composiciones del propio Falla, Oscar Esplá y el más joven Fernando Remacha. Así con música transparente, bailable, etérea, vanguardista y sobre todo pensada, se teorizan muchos aspectos que esta generación desea ver pronto renovados. Como bien los recuerda R. Halffter: "Para nosotros el compositor era también un intelectual que debía, como tal, interesarse al lado de otros intelectuales, por ocupar un primer plano en la vida cultural española", lo que hace pensar en una nueva imagen de músico cultivado y experto en muchos campos que nada tienen que ver con su estricta parcela del Arte. Ante esta cerebral tendencia, el Gobierno apoya la música mediante legislación, reformas en la enseñanza y en el método pedagógico, aparición de orquestas y divulgación de las mismas a través de la radiodifusión. No olvidemos que la inmensa mayoría de poetas de esta Generación vivió la música a su manera, pero intensamente. Cernuda, sin ser músico, fue uno de los que escribió con más profundidad acerca de la Música. Dato anecdótico es el primer viaje que Falla realiza a Sevilla con motivo de la Orquesta Bética, coincidiendo que en la casa de al lado vive L. Cernuda, a través del cual se conserva un precioso testimonio de este encuentro mediante el sonido del piano. Entresacamos algunas frases: "Pared frontera de la casa vivía la familia de aquel pianista, quien siempre ausente por tierras lejanas (...) alguna vez regresaba por algunas semanas a su país y a los suyos. Aunque no aprendieras su vuelta por haberle visto cruzar la calle, con su aire vagamente extranjero y demasiado artista, el piano al anochecer te lo decía". En la correspondencia de Diego con Falla se aprecia el cariño y la deferencia, sin olvidaro que fue Gerardo el primero en tocar la "Fantasía Bética", después que la abandonara el gran pianista Rubinstein. Pero hay un nombre al que la música también debe algo: García Lorca. Como bien apuntó Federico de Onís: "La actividad más importante en la vida de Federico García Lorca, fuera de la literatura, fue la musical. Las dos están estrechamente ligadas -decía- y la poesía lírica o dramática de Lorca está llena de inspiración musical". Es más, actualmente, con la visión de los años se puede afirmar que Lorca fue un gran compositor que se relacionó activamente con los jóvenes músicos de su generación, sobre todo a través de correspondencia. José Moreno Villa, nos habla de federico músico en la Residencia de Madrid, cuando da sus conciertos de piano interpretando a Chopin, Mozart, Debussy, Ravel o Falla, y también tonadillas y canciones antiguas. "(...) No tenía garganta para lanzar seguidillas, soleares y todo lo serio (...)", "(...) entonaba maravillosamente coplas y romances. Daba la impresión de que manaba música, de que todo era música en su persona". Sin duda que su figura contribuyó a la restauración musical de los años 20 y 30, provocando un inmenso caudal de música, poesía, y teatro inseparables entre sí. El binomio Falla-Lorca ... ¿Cómo definirlo? El término amistad para explicar la relación de Lorca con Falla se nos queda corto. Desde el primer encuentro de ambos ya en 1919, cuando Lorca es un joven inédito de 21 años y Falla un internacionalmente consagrado compositor de 46 años, se vislumbran la lealtad y el respeto mutuo de quienes se profesan una amistad verdadera y un devoto cariño. Con motivo del Concurso de Cante Jondo celebrado en Junio de 1992 en Granada, y organizado por estos dos eminentes artistas, se pone de manifiesto la recuperación de la gran tradición del cante andaluz, en una dura tarea de compilación del cancionero popular en la que Falla actúa como analista de la estructura musical, y Lorca como fuente de inspiración que ofrece el énfasis y exaltación si es necesario dentro de la línea poética. Sin duda que esta unión dará frutos inmediatos beneficiando considerablemente la conciencia y el espíritu vanguardista de aquellos artistas e intelectuales que apostaron desde un principio por el futuro, transformándolo desde la crítica objetiva del presente. Y es así, con esta muestra de admiración y bajo el signo del respeto, como este elenco de músicos y literatos fueron trazando una nueva estética, un nuevo camino. Con el término cultura como denominador común, estas figuras representan la esencia idiomática de finales de siglo. Hoy, tras el ejemplo vivo de nuestra generación del 27, seguimos apostando por la amistad y la unión entre Música y Literatura, entre música y arte en general.
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