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DOMINGO,
EL WAGNERIANO
Por Angel
Riego Cue.
Plácido Domingo ha sido sin duda uno de los
tenores de más amplio repertorio de la historia, como lo
acredita el más de un centenar de roles operísticos que
ha encarnado, número que aún continúa aumentando. Sus
intereses han llegado incluso a Wagner, en el que las
incursiones de los cantantes de la que podemos llamar
"área latina" son escasísimas desde hace
décadas, y así nos ha ofrecido, en vivo o para el
disco, retratos de Walther von Stolzing (de los
"Maestros Cantores"), Lohengrin, Tannhäuser,
Parsifal, Erik (del "Holandés Errante") o el
Siegmund de "La Walkyria".
Estas interpretaciones han creado siempre cierta
polémica entre los aficionados wagnerianos más
ortodoxos, ya que la técnica de Domingo, proveniente de
la escuela italiana, que habitualmente busca el
lucimiento del tenor en los agudos, le hace dar una
visión quizás demasiado exaltada y estentórea de los
personajes wagnerianos, para los que se necesita un
dominio de la dicción alemana comparable a la requerida
para cantar "lied". Sin embargo, es tal la
pobreza actual de verdaderos tenores wagnerianos, y las
lamentables actuaciones que toca presenciar a los
"especialistas" en Wagner actuales, que muchos
aficionados veían con buenos ojos estas incursiones de
Domingo, ya que al menos se encontraban con una voz de
generoso caudal, y tímbricamente bella.
Sin embargo, Domingo aún no se había acercado a los dos
papeles más duros para "Heldentenor", el de
Sigfrido (en "Sigfrido" y "El Ocaso de los
Dioses") y el de Tristán; este último era una
verdadera espina clavada en la carrera del cantante, pues
ya desde el principio de los años 80 se rumoreaba sobre
una posible grabación dirigida por Georg Solti; tal vez
a su tardanza en asumir ese difícil papel se deba el que
no tengamos otro "Tristán" dirigido por Solti
más que el mediocre grabado en 1960, que el maestro
manifestó tantas veces querer repetir, y que finalmente
no pudo, al morir en 1997, pocas semanas antes del inicio
previsto de la grabación, para la cual se contaba con el
tenor canadiense Ben Heppner y la soprano Deborah Voigt.
Curiosamente, es ahora (agosto de 1999 y enero de 2000)
cuando Domingo los aborda por primera vez en disco, en un
recital que contiene la escena 3 del Acto III de
"Sigfrido" (a partir del despertar de
Brünnhilde, "Heil dir, Sonne") y la escena 2
del Acto II de "Tristán" (a partir de "O
sink hernieder"), toda una valentía en un cantante
de su edad (cumplirá 60 años el próximo enero). Sin
embargo, no nos engañemos, la voz ya no es lo que era, y
aunque Domingo continúa cantando con su arrojo habitual,
el timbre de su voz ya no tiene ese brillo
"seductor" de las grandes ocasiones, siendo
ahora mucho más apagado, y el caudal sonoro tampoco es
que le sobre: pero, a pesar de estas pérdidas en las que
eran sus grandes bazas, hoy por hoy no difícilmente se
encuentra en el mundo otro tenor que se le pueda comparar
en estos papeles; podríamos hablar de Siegfried
Jerusalem (un año mayor que Domingo, también cerca del
final de su carrera) o en el mencionado Heppner, que ha grabado varios roles wagnerianos, pero no estos dos.
Hay que decir que, a pesar de los reparos expuestos,
Domingo sale más que airoso del empeño, aunque no se
puede descartar que le hayan ayudado las modernas
técnicas de grabación.
El resto del reparto se mueve a un excelente nivel, mejor
incluso que el propio Domingo: Brünnhilde e Isolde es
Deborah Voigt (quien iba a grabar este último papel con
Solti), una cantante muy aceptable, posiblemente de lo
mejor que haya surgido entre las cantantes wagnerianas de
los últimos años después de Waltraud Meier. No está
aún entre las grandes intérpretes de estos papeles,
pero su más que digna interpretación se agradece
después de tanto fiasco como se escucha últimamente en
Wagner. Lo mismo podemos decir de la dirección de
Pappano, asistente de Barenboim en Bayreuth, y que ha
debutado el año pasado en el Festival wagneriano con
"Lohengrin": no puede decirse que domine el
"idioma" como los grandes de antes, ni como
Solti o incluso Barenboim, y a veces más que Wagner nos
recuerda a Puccini, pero con todo es un Wagner
"posible" de hoy en día, y es difícil
encontrar algo mejor.
La que sí está sensacional es Violeta Urmana, mezzo que
canta la "Advertencia de Brangäne" en el
"Tristán" con una poesía que nos hace
recordar la época dorada de la interpretación de
Wagner. Otros alicientes del presente CD es que por
primera vez se graba el final de concierto del propio
Wagner del dúo de amor de "Tristán" (lo cual
consiste, simplemente, en dejar que el dúo se extinga
como el "Liebestod" del final del acto III,
incluso con los mismos versos, quitando la entrada de
Melot y los demás) y que con él se incluye el catálogo
general EMI de la temporada 2000-2001.
REFERENCIA:
WAGNER: Love Duets: Tristan und Isolde, Siegfried/
Domingo, Voigt/ Orchestra of the ROH, Covent Garden/
Pappano
EMI 7243 5 57004 1
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