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Número 13º - Febrero 2.001


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CONCIERTO Y CONVERSACIÓN CON ALICIA DE LARROCHA

Por Daniel Mateos Moreno.

No se sabe aún con certeza por qué las células tienen un reloj vital; pero gracias a los avances en genética, muy pronto podremos, sin duda, retrasar el envejecimiento celular, al igual que ya hacen de por sí mismas las células cancerígenas que, curiosamente, no envejecen.

Hay quien piensa que la juventud está en la mente y no en el aspecto físico. Lo cual viene a decir que el deterioro de la envoltura no implica un deterioro del cerebro. Esta teoría es la que se identifica completamente con Alicia de Larrocha. Sin embargo, es una pena que aún no dispongamos de esos avances para conservar con nosotros a personas que apreciamos.

Únicamente la conocía por fotos de artículos de revistas y de sus CD’s. Al verla, me sorprendí de lo bajita que era. Pensé que por ello tendría una mano pequeña... rápidamente dirigí mi mirada a su mano, y comprobé que me equivocaba totalmente. Su mano era simplemente normal; que mueran todos aquellos rumores de que la mano de Alicia de Larrocha es pequeña. Tuvieron que habilitar un carrito para subirla por las escaleras hasta llegar a la antesala del teatro.

Con andares lentos se acercaba por el pasillo. Entonces me dirigí a ella decididamente y le dí la mano. Al coger su mano sentí una sensación curiosa: ¡no toqué un solo hueso! Su mano era suave y totalmente carnosa, de una flexibilidad asombrosa. Era la misma sensación que se siente al coger una esponja.

"Mi nombre es Daniel Mateos y ella es Anuska" -le dije. Sus ojos me miraron como sin entender muy bien lo que hablaba: "¿cómo?" -dijo ella. A la segunda, me entendió perfectamente. Entonces empezamos a charlar. Parecía una persona extremadamente sencilla que nunca hacía referencia a su extensa carrera pianística. Tuvimos la impresión de estar hablando con alguien que lo había conseguido todo en esta vida.

Yo pensaba para mis adentros ¿Cómo va a tocar mañana el primer concierto de Beethoven con la orquesta, si casi ni alcanza a escucharnos? ¿Cómo va a saber cuándo entrar en los diálogos que se establecen entre piano y orquesta? ¿Cómo va a poder mover los dedos si apenas puede moverse ella misma?

Al día siguiente estuve por la mañana re-escuchando grabaciones del primer concierto de Beethoven. Por la tarde era el concierto y quería poder juzgar con un punto de vista global su interpretación.

Llegó la hora y entramos en el Teatro Cervantes de Málaga, que estaba abarrotado como no se veía desde antaño. De hecho, no fueron necesarios muchos días para colgar el cartel de "no hay entradas". Está claro que escuchar a Alicia de Larrocha tocar en directo hoy día es como contemplar a un mito en vida; y a todo ello le añadimos que, probablemente debido a su edad, apenas si ofrece conciertos en la actualidad.

El día pasó muy rápido y se hizo la noche; me senté en el palco con una simpática y agradable acompañante. Ambos estábamos muy emocionados y expectantes por el interesante concierto que nos esperaba. Desde donde nos situamos se podía contemplar perfectamente las teclas del piano y sus manos.

La orquesta terminó de sentarse y se hizo el silencio previo, espera inquieta, a la entrada de Alicia en la sala. No tuvimos que esperar demasiado... entró caminando parsimoniosamente, ayudada por el director Alexander Rahbari. Me fijé que llevaba consigo un pequeño papelito con anotaciones que depositó en el piano, delante suya... casi como una "chuleta" por si se olvidaba algo. ¿Se puede hacer resumen o esquema de una música? pero... ¿qué comprensión y conocimiento musical se necesitan para poder dejarse guiar por ese resumen en caso de un fallo de memoria? Tras unos calurosos aplausos de bienvenida, se sentó, presta para tocar, sin más dilación.

La orquesta hizo la introducción correspondiente, y ella comenzó su interpretación. Lo primero que me sorprendió es la posición tan alta de muñecas que usaba. Nunca había visto tocar a un gran pianista con esa posición. Su posición era bastante estática, la mayor parte del trabajo la hacían los dedos... ¡y menudos dedos! ¡Increíbles dedos! O mejor dicho, increíble inteligencia la de Alicia para controlarlos de esa manera.

La entrada con la orquesta fue perfecta. Bastaron sólo dos sesiones de ensayo con orquesta para que no entrara ni una sola vez a destiempo.

Lejos de equivocarse, nos asombró a todos con su precisión. Al escucharla sentía la misma vitalidad que emana del espíritu de Martha Argerich. Tenía la vitalidad de una niña de 20 años. El tempo que escogió la orquesta era bastante rápido, y ella supo conducir a la orquesta para que no se desbocara y a la vez no se hiciera pesado el concierto.

Pero, no sólo tenía la precisión de Martha Argerich, sino también la pulcritud de Pollini, la comprensión interpretativa de Brendel y un carácter muy especial, propio, que imprimía al tocar y que a su vez impregnaba el ambiente... era, inconfundiblemente, Alicia de Larrocha.

Aquello era increíble... no recuerdo un primer concierto de Beethoven tan bueno.

Sobre todo, lo que más me encandiló fue el poder rítmico que aplicó a la pieza: los acentos y los primeros tiempos muy marcados, las frases muy distinguibles, el sonido muy cuidado. Desde luego, no era el típico primer concierto de Beethoven que yo esperaba escuchar.

Al terminar su inmaculada actuación, el público aplaudió a rabiar: ¡la obligaron a recorrer el escenario por tres veces, entrando y saliendo de él, al ritmo de las palmas! La pobre ya no está para esos trotes ¡pero cualquiera se atreve a decir eso después de escucharla tocar!

En el intermedio, me dirigí de nuevo a su camerino para charlar con ella sobre el concierto. Me volvió recibir y me dijo que era un "joven muy amable". Le pedí que me firmara un programa y accedió. Hablamos sobre música en general, sobre todos sus triunfos pianísticos, sobre Humberto Quagliata (un pianista amigo común), etc... Yo le repetí muchas veces la admiración que siento por ella, por su manera de tocar la música española (probablemente la única pianista que sabe hacer bien los tresillos, como diría Manuel de Falla si estuviera vivo). A mi reiterativa pregunta de cómo conseguía esa interpretación única de Granados y Falla, me respondió demostrando una gran humildad: "principalmente se debe a que tengo familia y orígenes por toda España: Andalucía, Navarra, Castilla, Extremadura, etc...".

Al día siguiente, volví a escuchar uno de mis CD’s preferidos de Alicia: Aragonesa, Cubana, Montañesa y Andaluza de Manuel de Falla. Al escucharla, pensé: ¿Volverá a existir alguna vez un pianista que pueda tocar la música española desde su mismo punto de vista, sin adornos innecesarios, con austeridad, carácter español y a la vez un gran sentido interpretativo?

Nunca se sabe, pero lo que está muy claro es que yo, algún día, le contaré a mis nietos que conocí en persona a Alicia de Larrocha.