Revista mensual de publicación en Internet
Número 23º - Diciembre 2.001


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MEDITACIONES DE UN PIANISTA EN CAPILLA
Pequeño homenaje al miedo escénico, el Pasado, el Arte, la música de cámara y la amistad

Por Elisa Rapado. Lee su curriculum.

 

¡Hola! Ya estoy aquí. ¿Cómo estás? Tienes un aspecto fantástico ahí arriba, tan oscuro y tan elegante. No sé si será cosa de las luces, pero ¿sabes que brillas como un espejo? No sé si te lo creerás, pero... ¡estoy tan nerviosa! Quiero decir, tú ya sabes lo que es esto, pero yo soy una pianista de estreno y es la primera vez que me veo aquí...

Por eso he venido tan pronto. Quería hablar contigo.

¿Sabes? Hay momentos en los que a uno le gustaría que se lo tragara la tierra. Como ahora, que me paro a pensar que dentro de un rato todo el mundo estará escuchándome. Y no es que no quiera tocar contigo, ¡ya lo creo que no! Pero compartir con tanta gente lo que has estado pensando, revisando y contrastando durante tantos meses en casa, con las partituras en la mano, en las cabinas del "conser", y hasta en el autobús, o en la calle... no sé, tengo la misma sensación que si fuera a desnudarme en público.

Por favor, no te rías de mí. Seguro que te parezco una tonta, un ratoncito asustado y sin rumbo. Pero es que hoy... ¡tenemos tanto que decir! Tengo miedo a quedarme sin voz, a no poder expresar todo lo que creo y siento en estas obras maravillosas, en estas piezas musicales en las que ha trabajado tanta gente.

¿Sabes? Hay personas que piensan que lo único valioso de nuestro esfuerzo es convertir esa obra en algo nuestro, interiorizarla y compartir un diálogo maravilloso entre el piano y nosotros. Pero estoy segura de que tú y yo no queremos ser tan egoístas: tú pones tus medios, tu precioso sonido, la expresión de tu dúctil teclado, y me dejas cantar en tí, como parte de este equipo único e indivisible, todo lo que nace en mí cada vez que consigo interpretar: ideas filosóficas intensas, que han vivido en la historia del mundo, desde sus orígenes, y sentimientos del espíritu, o, ¿por qué no? del corazón. Sé que ese término, el corazón, no se considera científico, porque esos sentimientos que se conciben y asocian en la música no pueden repetirse ni en personas diferentes ni tan siquiera en la misma persona en una nueva audición. ¿Es pues, la ciencia, la filosofía de la obra, que reside en su construcción formal y armónica, lo que da estabilidad a la creación artística, y el espíritu humano la inquietud permanente que le da libertad en cada interpretación? Pensaba que sí, pero de pronto caigo en la cuenta de que la propia construcción de la obra puede inferir de modo opuesto cada vez en nuestra interpretación...

¿No te parece terriblemente difícil? Se trata de algo demasiado grande. Por eso no puede quedar entre nosotros dos: tenemos que expresarlo para hacer que los demás pueden entender y sentir. Porque cuando algo llega limpiamente a la mente y el corazón crea personas felices, que pueden, en ese momento, reconciliarse consigo mismas. ¿Sabes? Llegan a sentir que pertenecen a una realidad mucho más grande, a un universo más vivo. Y así la música nos convierte en seres un poquito mejores... a la vez que produce el efecto contrario: el arte nos hace pensar y proyectar realidades que conmueven y desordenan nuestro espíritu tranquilo, nos muestra realidades temibles y sorprendentemente densas desde el interior, obligándonos, llevándonos a la reflexión más profunda.

¡Qué nervios! La responsabilidad es muy fuerte, pero saber que puedo contar contigo me tranquiliza un poquito. Compartir el miedo, el esfuerzo y, sobre todo, la belleza que nos han dado las generaciones pasadas para que la transmitamos, también nos hará mejores a los dos. ¿Seremos dignos de esta confianza...? Esperemos que sí...

¿Sabes? Por eso es fantástico tener a gente a nuestro lado en este momento. Claro, tú no eres más que un instrumento maravilloso, y quizá no sepas lo que quiero decirte... o ¿por qué no? Aún eres un ser vivo, porque la madera de tu cuerpo permanece siempre húmeda, respirando por entre las vetas. Si no fuera por eso, ¿podría la música vibrar tan intensamente en tu gran caja al resonar? Creo que no.

Seguro que recuerdas cuando eras un árbol, tal vez un magnífico pinabete de hojas doradas y corteza erguida? En esos momentos, tu objetivo era crecer y desarrollarte mucho, dejando que tus ramas desplegadas se irguiesen en medio del campo. Y la belleza de los pájaros y el agua que te rodeaban haría ensanchar tu espíritu juvenil.

Ahora piensa que habría sido de tu vida sin el sol; sin el maravilloso sol que cada día rizaba tus hojas al amanecer, y te despedía cariñosamente cada tarde. ¿Te imaginas tu existencia en un tierra oscura y gris, sin el calor y la alegría de esa pequeña bola colorada? ¡Seguro que no!

Nosotros, las personas, también necesitamos el sol, el aire, el agua y muchas otras cosas que compartimos con vosotros, los animales y todos los seres de la naturaleza. Pero sobre todo, lo que nosotros necesitamos es la compañía de otras personas, que brillan para nosotros, como el sol para ti. Y aunque también hay amigos especialmente queridos, que convierten un día denso y pesado en una mágica confluencia irisada, en una cristalina bola de nieve, en una delicada impresión nocturna... casi cualquier persona transformada por el contacto con la música hace que las cosas se coloreen e iluminen con unos tintes más nítidos. Estar junto a estas personas debería ser todo lo que necesitamos para vivir felices.

Seguro que ahora comprendes por qué mis nervios no me dejan tranquila. Hoy voy a salir sola ante el público, envuelta tan sólo en el halo de mi propia inspiración. Y aunque las personas queridas serán las primeras en llegar a mi lado cuando todo esto termine, y no me abandonarán ni un segundo mientras tú y yo tocamos, crear esta atmósfera junto a otro músico es algo aún más especial. Un equipo que crea la música y transmite algo para todos los demás, ¿imaginas el fruto del trabajo de dos o tres personas, pensando y sintiendo a la vez; extrayendo del mismo corazón de las piezas todo lo que queremos compartir con el resto del mundo...?

Ya sé que tú estás conmigo. Por eso, estoy contenta. Además, ¡tenemos mucho que decir hoy! A ver si el resultado realmente consigue despertar algo en estos nuevos amigos, esta gente enamorada de la música.

Pero hay algo que me desespera un poco, ¿sabes? Hay gente que no está realmente tan viva como tú, por ejemplo. Se comportan como las piedras que bordean los caminos, o que sirven para hacer las casas. Eso es porque su corazón está igual de duro que ellas, y sólo viven de los productos de su propia inteligencia. Me dan tanta pena... me gustaría poder decirles algo a ellos también, esta misma noche. ¿Querrás ayudarme? De verdad, el metal de tus cuerdas parece que me sonríe. Si tú eres capaz de confiar en mí, saldrá algo hermoso, y, cuando dentro de un par de horas, cerremos la tapa y, tanto tú como yo, quedemos tan mudos como la noche silenciosa, la noche del bosque o de la ciudad que nos vio nacer, serán estas personas quienes intenten hablar y expresar lo que han oído y sentido. Entonces, nos guiñaremos el ojo y sentiremos que, después de todo, no ha sido tan difícil...