Revista mensual de publicación en Internet
Número 26º - Marzo 2.002


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EN TORNO AL DVD AUDIO

 Por "Don Profondo".

 

 

No espere el lector encontrar aquí un profundo análisis sobre las características del sistema DVD Audio, pues el firmante dista de ser un experto en alta fidelidad. Eso sí, intentaremos ofrecer respuestas a algunas de las preguntas que posiblemente se plantee al ver en las tiendas discos en este nuevo formato. Al menos, a la principal de ellas: ¿merece la pena la compra? Para ello hemos realizado audiciones con dos grabaciones editadas por EMI Classics bien diferentes entre sí, en tres equipos de desigual calidad, siempre reproduciendo a partir de un DVD Video (como es sabido, en España apenas tiene difusión el reproductor de DVD audio propiamente dicho, pero los productos hasta ahora editados son compatibles con esos aparatos que nos permiten ver películas en nuestra casa en condiciones hasta hace poco inimaginables).

Pues bien, hemos comprobado que la calidad sonora es altísima, si bien hemos de señalar dos circunstancias. La primera, que se nota más en unos registros que en otros. La segunda, que es necesario contar con un notable sistema de altavoces para aprovechar sus características al máximo. Así, resulta importante la diferencia sonora entre la Sinfonía Turangalila de Messiaen en la magistral versión de la Sinfónica de Londres dirigida por Previn, grabada en 1977, y la Décima de Mahler por la Filarmónica de Berlín y un despistado Rattle, de 1999. A favor de la última, claro. Y no sólo porque una grabación reciente casi siempre suena mejor, sino porque la tecnología de grabación en diferentes pistas está más evolucionada y permite hacer trabajar a los diferentes canales de reproducción con mayor rendimiento. Dicho de manera más vulgar: la diferencia de lo que se escucha entre unos altavoces u otros es mayor, y por tanto la sensación de amplitud y relieve se incrementa de manera considerable.

Esto nos lleva a la otra circunstancia referida: es necesario contar con un equipo de buenos altavoces delanteros, laterales y traseros para obtener todo el provecho. Con ellos, la experiencia de escuchar la referida Décima de Mahler nos ha resultado impactante. La Turangalila, aun no tan asombrosa por las razones expuestas en el párrafo anterior, también nos ha dejado estupefactos, pues el trabajo de remasterización y adaptación a este sistema de reproducción no se ha realizado en balde. No cabe duda de que éste puede convertirse en el sistema del futuro: quien tenga un buen equipo y se quiera gastar los euros en comprar discos de DVD Audio, que sepa que invierte en calidad.

Ahora bien, ¿qué pasa con los que tienen en su casa únicamente un equipo con dos altavoces más o menos apañados? Notarán la diferencia en la amplitud de la gama dinámica, la claridad, el relieve, la diferenciación de planos sonoros, etcétera, pero... la verdad, no estamos seguros de que les compense el importante gasto. Por supuesto, la tentación es fuerte, ya que en este sistema nos encontramos con joyas del calibre del Bolero de Ravel por Martinon o la Sinfonía Alpina de Strauss por Kempe, y claro, entran las ganas de estrujar la tarjeta de crédito para escucharlas en condiciones técnicas hasta ahora desconocidas. En resumen: el DVD audio suena mucho mejor, pero para que deslumbre hace falta un equipo a tono. Como el que posiblemente todos tendremos de aquí a unos años. ¡Qué buen futuro nos espera, si las cosas no se tuercen!

Finalizamos con una advertencia para el potencial comprador: al contrario de lo que ocurre con los discos DVD Audio de EMI Classics, los editados por otros sellos no siempre son compatibles con cualquier reproductor de DVD Video. Así que mucho ojo.