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FALSTAFF DE STREHLER Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. Falstaff.
Comedia lírica en tres actos. Música
de Giuseppe Verdi. Libro de Arrigo Boito basado en obras de Shakespeare.
Ambrogio Maestri (Sir John Flastaff), Manuel Lanza (Ford), Carlos Cosías
(Fenton), Wolfgang
Ablinger-Sperrhacke
(Dr. Cajus), Santiago Sánchez-Jericó (Bardolfo), Mario Luperi (Pistola),
Verónica Villarroel (Alice Ford), Elizabeth Norberg-Schulz (Nannetta),
Mariana Pentcheva (Mrs. Quickly), Petia Petrova (Meg Page). Coro
y Orquesta
Sinfónica de Madrid. Director
musical: Frédéric Chaslin.
Directores
de escena: Giorgio
Strehler. Producción del Teatro alla Scala de Milán. Teatro
Real de Madrid, 14 de febrero a 6 de marzo de 2002.
La programación del Teatro Real ha vuelto a demostrar su amplitud de
horizontes y eclecticismo al rescatar una producción histórica de Falstaff
realizada por Strehler hace años para la Scala. Giorgio Strehler
(1921-1997) ha sido uno de los directores más importantes del siglo
pasado por la dimensión política de sus creaciones y por su contribución
a la promoción de teatros públicos en Europa. Es interesante poder
disfrutar de vez en cuando de algunas propuestas rescatadas del pasado. El
Teatro Real ha aprovechado para rendir un homenaje a Strehler instalando
en el vestíbulo y atrio de entrada varios monitores con vídeos de las
principales producciones del desaparecido director de escena, muerto hace
cuatro años. Este montaje de Falstaff es un clásico. Hoy no causa
sorpresa, pero encierra una fuerte plasticidad y un atrevido empleo de
luces y sombras, concebido por el iluminador Vinicio
Cheli.
Es una producción ahonda en el talante crepuscular y melancólico de Sir
John, más que en la comicidad obvia. Ello resta fuerza y sarcasmo a la ópera,
concebida como una comedia lírica, heredera directa de la tradición
bufa. La interpretación fue en este caso un poco apática, tanto en el
escenario como en el foso, aunque se alcanzaron momentos de gracia y
cierta chispa durante el soberbio segundo acto. Pero, en general, predominó
la tristeza sobre la sátira. Falstaff es una obra genial que exige
una actuación teatral completa, cosa que no se puso de relieve, y una
agilidad orquestal que no llegó a concitarse. Faltó teatralidad en el
movimiento y faltó más relieve en una orquesta que juega un papel muy
protagonista. El público acogió con aplausos corteses y poco entusiastas
la producción, en la que destacaron las voces de un reparto muy solvente
encabezado por Maestri. Falstaff es una obra maestra en la que
Giuseppe Verdi y Arrigo Boito llegaron a la cima de su inmenso genio.
Siempre es un fiesta, aunque siempre resulta un reto casi insuperable
conseguir realizar un montaje a la altura que la pieza merece. No lo
consiguieron ni siquiera en el estreno de 1893. Ello no impidió, como no
lo impide hoy, disfrutar y reconocer el valor inconmensurable de esta ópera. (Fotografía
de Javier del Real) Próximos
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