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BSO y Conciertos: ¿Cultura o Negocio? Por Carlos
Infante.
Creo que en estas mismas páginas he expuesto y explicado de forma reiterada como una Banda Sonora es una 'parte' (llamémoslo así) de un 'todo' denominado película. Es un complemento que debe integrarse en el film, nada más y nada menos. Por este motivo podemos encontrar composiciones que sin funcionan fuera de la película en forma aislada (en un cd por ejemplo) y otras que por el contrario sin perder un ápice de su calidad e idoneidad, aisladas, no poseen un grado de autonomía suficiente para ser valoradas como composición musical propiamente dicha. En este punto el lector se puede preguntar cuál es el motivo por el que se comentan y comercializan estas creaciones musicales si no mantienen entidad propia. La respuesta es plural: de un lado tenemos el marketing que no renuncia a posibles ingresos adicionales a los generados por la película en sus distintas formas de explotación comercial tradicional (cines, video, tv, etc...). De otro lado no debemos olvidar que hasta no hace mucho una banda sonora era el único 'objeto' de la película que el aficionado podía tener en su casa a modo de colección o recuerdo. Cierto es que existían copias en 8mm, pero la verdad nunca fueron representativos. Hasta aquí todo resulta absolutamente normal. Aunque quiero hacer una consideración más. Fíjense hasta que punto una banda sonora va unida a la película que con independencia de la calidad musical de la obra, si la película no funciona en taquilla o recibe muy malas críticas, la banda sonora inequívocamente estará abocada al fracaso. EL CARETERO o MENSAJE EN UNA BOTELLA pueden ser un claro ejemplo. Si por el contrario el fiilm triunfa la Banda Sonora también (TITANIC o STAR WARS son lo ejemplos más significativos). Lo que ya no alcanzo a comprender es la última aportación al mercado de la música de cine. Las giras de conciertos de los compositores de este peculiar género. No salgo de mi asombro cuando alguien me pregunta '¿Vas a ir a ver a Goldsmith?', a la vez que manifiestan un entusiasmo cercano a alguna experiencia religioso-vital. Nunca he sido especialmente mitómano, la verdad no me preocupa lo más mínimo la vida de un actor o director y sólo siento interés por su obra y, a lo sumo, algún aspecto personal que pueda incidir en su trabajo. Tal vez por esto no termine de entender esta farsa cuyo único fin es meramente lucrativo. ¿Se imaginan un recital de'Rap' donde se realice un repertorio a base de piezas clásicas como el Cuatro Movimiento de la Novena de Beethoven presentado como un acontecimiento imprescindible para el aficionado a género musical sinfónico? No creo que obtuviese demasiado éxito precisamente. Estos conciertos son básicamente lo mismo. ¿Acaso ofrecen una interpretación con la misma orquesta? No ¿Tal vez es la misma dirección de la Banda Sonora? No ¿Se ofrecen piezas completas? No. ¿Dónde está la motivación del aficionado? Simple: ver, que no escuchar, a su compositor favorito, olvidando que es precisamente un compositor, no un interprete o un director de orquesta. Claro que a veces llegamos al absurdo de los absurdos. Se anuncia un Concierto 'del Maestro' (textual la denominación de Ennio Morricone) y como 'el maestro' está ocupado viene su hijo a dirigir el concierto. Yo me pregunto ¿Qué diferencia hay entre el Hijo de Morricone y cualquier otro interprete? ¿Vende sólo el nombre? ¿Conoce algo quien asiste a la audición sobre este miembro de la familia Morricone? ¿Quién organiza esta tomadura de pelo busca otro fin que no sea la obtención de dinero fácil y rápido? Mis lectores son lo suficientemente inteligentes para no requerir respuesta a los interrogantes anteriores, conocen dichas respuestas perfectamente. Para no eternizarme con este tema, que no requiere mas dedicación, sólo me resta comentarles la única ocasión en que estas 'actuaciones en vivo' están justificadas: cuando acompañan la proyección de una película muda, tal y como se supone debía ser en su momento, cuando la proyección de un film iba acompañado por una orquesta (o simple piano según la calidad del cine). Recuerdo con especial cariño el NAPOLEÓN de Gance acompañado por Carmine Coppola, o el BEN HUR de Niblo con Carl Davis dirigiendo la orquesta. Dos experiencias, entre algunas más, realmente inolvidables. Lo dicho: Un concierto de bandas sonoras es algo tan absurdo como ilógico. Es confundir estilos musicales que nada tienen que ver entre si. Es olvidar el significado real de un sountrack. Es, simplemente, una operación de marketing basada en el 'fetiche', en el nombre como reclamo publicitario. Ahora bien, todo lo expuesto aquí no cuestiona una verdad absoluta: Cada cual es muy libre a la hora de elegir su ocio, a la hora de elegir en que gasta su dinero. Quien escribe se ha limitado a dar opinión aportando datos para la oportuna reflexión. Nada más por hoy, el próximo mes aún no tengo definido ni decidido cual será el tema de esta reflexión mensual. Posiblemente esté dedicada a un GRAN SUEÑO, aunque no descartaría alguna referencia a Orff. Sea como fuere por hoy tan sólo me resta desearles lo mejor de lo mejor para todo este mes y despedirme hasta el próximo mes de Mayo.
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