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Número 27º - Abril 2.002


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JOHANN SEBASTIAN BACH
(ii.- Su obra).

"No arroyo: mar"

Por Paloma Socías Casquero. Profesora de piano del Conservatorio Superior de Málaga (España).

 
Johann Sebastian Bach

          La palabra "Bach" en alemán significa arroyo. "No arroyo: mar" dijo el compositor Richard Wagner en relación a la inmensa cantidad de música que escribió (la que nos ha llegado y la que no); cultivó todos los géneros posibles -instrumentales y vocales- con excepción de los escénicos, pues no le gustaba la ópera.

            Tan oceánica es su producción que me voy a ceñir principalmente a su obra para clave. Una de las más conocidas es un librito que una noche regaló a su mujer, en cuya primera página decía: "CLAVIERBÜCHLEIN VON ANNA MAGDALENA BACH" (1722), es decir, el sobradamente conocido "Álbum de Ana Magdalena", librito de composiciones fáciles para el clavicordio, el cual compuso para que su mujer fuera aprendiendo a tocarlo. Sarabandas, minués, etcétera, tenían un encanto como para animar al estudio a cualquier alumno. Tanta ilusión le hizo que, en palabras de la propia Ana Magdalena "por muy pobre que llegara a ser, nunca me separaré de él".¡Y menos mal!, pues si no no lo hubiéramos conocido y no hubiésemos interpretado en nuestros primeros años piezas tan deliciosas como esas, que engañan pues parecen fáciles pero, bien interpretadas, no lo son. Existe asimismo una pequeña colección de preludios fáciles (BWV 924-928) conocidos hoy en día con el título de Pequeños Preludios, que eran piezas recreativas para los jóvenes alumnos y que se deben abordar tras el estudio del álbum anteriormente citado.

            Para su hijo Friedman compuso Invenciones y Sinfonías con el fin de que solventara problemas técnicos de sus ejercicios. Estas 15 Invenciones a dos voces y 15 Sinfonías a tres voces están clasificadas siguiendo el orden cromático de la escala de Do mayor a Si menor, como en los posteriores Preludios y Fugas del Clave bien temperado. La diferencia estriba en que, por razones de orden pedagógico, Bach evita las tonalidades difíciles en las piezas escritas para su hijo, y se atiene a las más utilizadas en la época. Las definió como "honesta guía que enseñará a los que aman el clavecín y especialmente a aquellos que desean instruirse en él, un método claro para llegar a tocar limpiamente a dos voces y después de haber progresado, a ejecutar correctamente las tres partes obligadas". Estas obras se deben estudiar también en los primeros cursos de piano.

            Del periodo de Cöthen son, entre otras obras, los primeros 24 Preludios y Fugas pertenecientes al primer volumen de El Clave bien temperado (1721). Definidos cada uno en una tonalidad diversa -doce mayores y doce menores- representan la primera aplicación completa de los modernos principios de la armonía. La palabra temperado se refiere al sistema de afinación nueva: el sistema de "temperamento equabile".  Esta obra la escribió "para utilidad y uso de la juventud deseosa de aprender, así como para distracción de los que estén ya bastante avanzados en este estudio". Pero hay que estar bastante bien avanzados, pues algunos -la mayoría- son extremadamente difíciles de ejecutar y requieren un ejercicio constante, como ya habréis podido comprobar los que hayáis abordado ya las fugas a dos, tres y cuatro voces.

            Nadie ha vuelto a expresar con tanta claridad la música del contrapunto, las fugas con sus diversas voces en las que cada voz aparece tan clara y personal, y sin embargo, todas van ligadas. A este primer volumen le seguiría, veintidós años más tarde, otro segundo volumen con otros 24 Preludios y Fugas, haciendo un total de cuarenta y ocho escritos en todos los tonos y semitonos de la escala cromática. Mientras que en el primer cuaderno los preludios en el sentido estricto de la palabra, o sea, preparación a la fuga siguiente, están desarrollados con preferencia al estilo de "estudios" a base de un motivo arpegiado a de simples escalas, en el segundo, prevalecen en cambio piezas con un desarrollo motívico y polifónico de un verdadero tema. Con ello, cada uno constituye una unidad musical en sí y su importancia musical es equivalente a la de las respectivas fugas.

            El Clave bien temperado es, desde hace más de dos siglos, la obra básica de la literatura para teclado, de la que sus más grandes sucesores han hecho su pan cotidiano. Mozart escogió 4 Fugas a cuatro voces y las transcribió para cuarteto de cuerdas. Todo el mundo sabe que Chopin nunca comenzaba a trabajar el piano antes de haber tocado uno o varios Preludios y Fugas de Bach, y decía de estas obras que "nunca se olvidan". Schumann en sus consejos a los jóvenes músicos recomendaba el trabajo de las Fugas de esta gran obra.

            Nosotros no vamos a ser menos. Cualquier pianista que se precie tiene que tener en su repertorio algunos Preludios y Fugas y, por supuesto, no dejar pasar ningún año de la carrera sin abordar al menos un par de piezas del Clave bien temperado.

            Del mismo periodo que los seis famosos Conciertos de Brandemburgo son las Suites Inglesas y Francesas: sucesión de las danzas allemanda, courante, sarabanda, minué, gigas, etc. La procedencia de la designación inglesa no ha podido aclararse, ya que no contienen ningún motivo verdaderamente inglés. Sin embargo en las francesas se añaden danzas de moda de la corte de Versalles (gavotas, bourré,...). Las inglesas, en comparación con las francesas, son menos graciosas y más bien serias y severas; su mayor importancia queda recalcada por el hecho de que cada una va precedida por un preludio.

            Las 6 Partitas para clavecín son las obras más notables que jamás hayan sido escritas en el dominio de la suite . En los siglos XVII y XVIII el término partita tenía diferentes significados; según los casos, podía designarse una suite instrumental de danzas o una serie de variaciones. Las Partitas para clavecín están concebidas en la misma forma que las Suites Inglesas, aunque aquí Bach evoluciona y la estructura de sus movimientos es más rica y compleja. Añade una introducción con título diferente para cada partita -preludio, fantasía, obertura - a la ya clásica estructura de la suite de danza.

            En Leipzig Bach vivió la mitad de su vida creadora y produjo lo mejor de su obra, básicamente para órgano -Toccata y fuga, sonatas, Fantasía y fuga- y para coro -Pasiones según San Juan y San Mateo, Magnificat, Oratorio de Navidad y su más grandiosa obra, la Misa en Sí Menor (su tonalidad preferida)-. Compuso asimismo cinco ciclos de sesenta cantatas cada uno, hasta un total de trecientas de las cuales más de cien se han perdido. De esta época es el Concierto Italiano para clavecín sólo en Fa Mayor, compuesto en 1734.

            Como la mayor parte de estas obras trataban temas graves y espirituales, los que no le conocían se quedaban sorprendidos al ver que también componía piezas humorísticas sobre algo tan prosaico como una cafetera, por ejemplo. Le gustaban las narraciones graciosas, con las que se reía mucho, y aunque estaba ligado a la música sacra, envuelto constantemente en la seriedad y dignidad que se desprendía de sus composiciones, componía asimismo "minués y canciones cómicas que solía inventar para los niños cuando montaban a caballo en sus rodillas, canciones llenas de incongruencia infantil y de melodías tan pegajosas que un momento después las cantaba toda la chiquillería de la casa", cuenta Ana Magdalena Bach en su Crónica (1).

            En 1742 fueron compuestas las Variaciones Goldberg con el nombre original de Aria con variaciones y ornamentaciones para clavecímbano de doble teclado; así lo escribió Bach en el manuscrito de la obra. Se trata de un tema (el de la sarabanda en Sol Mayor del Álbum de Ana Magdalena) con treinta variaciones que Bach escribió para su amigo el conde Karl von Kaiserling, quien padecía de insomnio. Fueron escritas para ser interpretadas por uno de sus mejores alumnos, Johann Gottlieb Goldberg, quien todavía niño, era ya reconocido por sus dones excepcionales para el clave. Kaiserling sugirió a Bach que hiciese una obra "tranquilizante mejor que alegre" y se ocupó de que su alumno Goldberg la interpretase en una alcoba vecina a su dormitorio. Por esta composición Bach recibió una tabaquera y cien luises de oro, posiblemente los honorarios más elevados que jamás había recibido por cualquier composición. Esta obra requiere tal habilidad y ligereza de dedos que son pocos los pianistas que se han atrevido a ejecutarla, siendo Wanda Landovska a sus sesenta y tres años la primera que en 1942 se atrevió a tocarla en un clavecímbano Pleyel ante el público de Nueva York en una memorable interpretación.

            Hemos hablado ya de la facilidad que tenía Bach para componer. Como anécdota contaré que en 1747 viajó a Berlín para visitar a su hijo K. Ph. Emanuel, que era clavecinista en la corte del rey Federico de Prusia. A su llegada fue objeto de grandes honores y recibido con una calurosa acogida. Impresionó de manera viva y precisa por que la misma tarde de su llegada, el rey le dio un tema y tuvo que improvisar una fuga a tres voces. Por la noche, volvió a acudir a palacio por orden del rey, quien le rogó que ejecutase una fuga a seis voces, porque quería ver hasta dónde podía desarrollar el tratamiento polifónico de un tema; esta vez lo eligió Bach, pues no todos los temas se prestan a un desarrollo tan completo, e improvisó una fuga que provocó en el rey tal admiración y entusiasmo que repetía constantemente por todo el palacio: "¡no hay más que un Bach, no hay más que un Bach!".

            A su regreso se puso a desarrollar y perfeccionar el tema del rey en una fuga a tres y otra a seis voces, ocho cánones, una fuga en canon, una sonata en cuatro movimientos y un canon perpetuum a dos voces sobre un bajo contínuo. A esta obra la llamó Ofrenda musical y se la dedicó al rey con estas palabras: "tomé la decisión de desarrollar completamente el tema real para darlo a conocer al mundo. Este proyecto está realizado con arreglo a mis fuerzas y no tiene más que la loable intención de aumentar la gloria de un monarca". Algunas piezas de esta obra están escritas para flauta y clave o para flauta, violín y clave, por ser el rey un gran flautista. El resto son para clave sólo o para instrumentos de cuerda.

            Otras obras importantes son los Conciertos en Re menor y Do mayor para tres clavicémbalos, compuestos para tocarlos con sus hijos Friedman y K.P. Emanuel, quienes eran tan perfectos ejecutantes que casi le alcanzaban a él. Escribió también varios conciertos para uno, dos y hasta cuatro clavicémbalos y cuerdas.

            En la última etapa de su vida "la vieja peluca" o "el peluca", mote que cariñosamente le pusieron sus alumnos de la Escuela de Santo Tomás en Leipzig, comenzó a trabajar en El arte de la Fuga: a través de quince fugas y cuatro cánones se desarrolla un solo tema que no lleva indicación concreta sobre los instrumentos a los cuales debe confiarse su interpretación. En la última fuga cuádruple, se interrumpe el manuscrito, justamente después de que, como tercer tema, el autor había introducido las letras de su nombre en una paráfrasis musical (recordemos que B, A, C, H, corresponden a la denominación alemana de las notas Si bemol, La, Do y Si natural). De esta forma, J. S. Bach recurrió a su apellido para integrarse en su propia creación, para hacerse música. "Cuando él trabajaba en esta fuga donde el nombre de BACH forma las notas del tema del contrasujeto, el autor falleció", hace constar su hijo K. Ph. Emanuel en el manuscrito.

            Por último, sólo quiero nombrar otras grandes obras como Fantasía cromática y Fuga, de difícil ejecución, 7 Toccatas para clavecín, 16 Conciertos Italianos transcritos para clavecín, así como varias piezas sueltas: Caprichos, Fantasías, Toccatas, Fugas, Sonatas, etcétera, que por falta de espacio no podemos analizar.

            Bach no debe ser juzgado únicamente como un matemático de la música. En sus obras se entrelazaban una gran dinámica melódica, una armonía que posibilita matizaciones expresivas sumamente coloristas y sutiles, y una rítmica muy del gusto de nuestra época. De ahí la polémica suscitada en cuanto a su interpretación: por un lado, los puristas que opinan que, al ser compuestas para clavecín, tales matizaciones no pueden desarrollarse; por otro, los que opinamos que debemos aprovechar los recursos técnicos y expresivos del instrumento rey del siglo XX: el piano.

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(1) Nota de la autora: Con motivo del 250 Aniversario de su muerte, el Círculo de Lectores ha reeditado la Pequeña Crónica de Ana Magdalena Bach, obra en realidad apócrifa cuya lectura, deliciosa y gratificante, recomiendo a quienes estén interesados en conocer la vida de este gran genio.