CRISTOBAL HALFFTER AÚN PROVOCA

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

Música para los reales fuegos artificiales,  de G. F. Haendel, Officium Defuctorum de Cristóbal Halffter. Orquesta Sinfónica de Madrid y Coro Nacional de España. Director: Cristóbal Halffter. Auditorio Nacional de Madrid, 12 de marzo de 2002.

 Cristóbal Halffter es un gran compositor y un hombre ilustrado, poseedor de un pensamiento muy atractivo. Además es un músico completo que desde muy joven ha ejercicio la dirección de orquesta. Sobrepasados los setenta años, conserva su vitalidad juvenil y despliega una infatigable actividad. En esta ocasión transmitió toda su energía para dirigir, al frente de la Orquesta Sinfónica de Madrid, dos obras monumentales. La Música para los Reales Fuegos Artificiales fue una obra concebida por Haendel para celebrar la Paz de Aquisgrán en 1749 con un dispositivo orquestal como nunca antes se había empleado. Es música de circunstancias, música política y música genial concebida por un artista en edad avanzada. Atendiendo antes al espíritu que a la letra, Halffter ofreció una versión moderna, con una gran orquesta que incluía seis trompas y otras tantas trompetas. El resultado fue enérgico pero tosco tanto en la concepción como en la realización. La lectura estuvo falta de estilo y fue superficial ya que la intensidad no estuvo acompañada de la debida atención a los detalles. La orquesta presentó un sonido noble y potente, pero lleno de desajustes y problemas de afinación, errores impropios de una agrupación tan veterana como la Sinfónica. El maestro no reparó en ello y el resultado fue insípido. En la dirección de su propia obra, Halffter se mostró mucho más atento e inspirado. El Officium Defuctorum es una página sinfónica-coral de una fuerza imponente. Las masas sonoras se sostienen con firmeza y emplean una tímbrica espectacular que funde las voces, los instrumentos y el órgano en un gran torrente sonoro. La partitura es brillante, pero nada ligera. La exhuberancia musical es consecuencia lógica de un discurso asertivo y coherente. Es una obra escrita hace 25 años con la colaboración del jesuita Ignacio Ellacuría, que sugirió los textos. Conserva una frescura que evoca el entusiasmo innovador de aquellos años y que hoy, en la era del desengaño, es difícil detectar en creaciones contemporáneas. A pesar de ello, hubo deserciones entre espectadores que no sabían a lo que iban o que tenían las orejas fosilizadas (su goteo hacía crujir el parqué, lo que me hizo meditar sobre la conveniencia de solar con linóleo los auditorios). La música de Cristóbal Halffter demostró su capacidad para provocar, para crear aún hoy insólitas e inesperadas incomodidades en ciertos sectores de ¿melómanos?