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CINE Y MUSICA: UNA PIANISTA MUY
"ESPECIAL"
Por Angel
Riego Cue. Lee su Curriculum.
El mundo de los
Conservatorios, de la enseñanza de la música, siempre aparece en las películas
con una imagen tópica, aunque posiblemente bastante cercana a la
realidad: competencia brutal, profesores de inflexible rigidez, llegando
poco menos que al ensañamiento con los alumnos, y la sensación de vivir
"en una burbuja", ocupados en algo que a la mayor parte de la
gente no le interesa, el mantener viva la llama de los compositores clásicos:
algo muy parecido a un sacerdocio.
En todas las sociedades tan rígidas ha de existir alguna válvula de
escape, pues el ser humano se adapta mal a las rigideces, y así es como
en las sociedades más cerradas en lo religioso es donde apareció la
brujería, o al menos apareció como un mito, aparte de su mayor o menor
correspondencia con la realidad. Algo parecido debió de haber pensado
Elfriede Jelinek para el argumento de su novela La Pianista,
llevada al cine con el mismo título por el director alemán Michael
Haneke en una coproducción franco-austríaca.
La película nos presenta a Erika Kohut, profesora de piano del
Conservatorio de Viena, soltera, ya entrada en los 40, y que vive con su
madre, que la trata de modo vejatorio, y como si aún fuera menor de edad.
Una muestra es al principio de la película, cuando Erika llega a casa por
la noche: lo primero que escucha de su madre es exigirle explicaciones
sobre dónde ha estado en las últimas 3 horas, desde que acabó sus
clases en el Conservatorio. Le reprocha también que no tenga más
alumnos, pues así ganaría más dinero para poder pagar la hipoteca, en
vez de gastárselo en vestidos como el que se ha comprado, que su madre le
rompe. Por si fuera poco para mostrarnos el carácter miserable de su
madre, también le mete a Erika en la cabeza ideas tales como que ninguno
de sus alumnos debe superarla, al menos en su especialidad, Schubert (¡como
si algún alumno le fuera a quitar un contrato para la Deutsche
Grammophon!).
La primera vez que vemos a Erika dando clase es durante los títulos de crédito
(que reaparecen a los 7 minutos de película): Erika es inflexible con sus
alumnos, buscándoles continuamente fallos con verdadera manía
persecutoria. Uno de estos alumnos es Anna Schober, que está preparando
al piano el acompañamiento del ciclo de canciones Winterreise
(Viaje de Invierno) de Schubert, para interpretarlo en el concierto anual
de alumnos del Conservatorio (otro alumno prepara la parte del cantante).
La madre de Anna pregunta continuamente por los progresos de su hija, y
Erika le dice que no trabaja lo suficiente; Anna llega a tener crisis
nerviosas.
Entre ese papel de profesora exigente que le toca jugar, y la presión que
sufre en casa por parte de su madre, Erika necesita alguna válvula de
desahogo, y la encuentra en las horas que median entre su salida del
Conservatorio y su llegada a casa, en las que aprovecha para vivir su
"otra vida", dando rienda suelta a un interés por el sexo que
es siempre morboso, nunca busca lo "natural": o
"voyeurismo" (observando a las parejas que hacen el amor en un
coche en los autocines, donde es descubierta y debe salir huyendo), o
sadomasoquismo, llegando a la automutilación; en una escena que se dice
provocó desmayos en los cines donde era exhibida la cinta, Erika se
amputa el clítoris con una cuchilla de afeitar, en la bañera de su casa:
cuchilla y bañera evocan inmediatamente al espectador el escenario típico
de un suicidio, el corte de las venas.
La doble vida de Erika no le impide aludir hipócritamente a las ojeadas
que lanza a las revistas "porno" un alumno suyo, de apellido
Naprawnik, cuando este no toca Bach como ella le ordena, aunque ella misma
presencia películas "porno" en salas especiales de proyección.
Sin embargo, esta doble vida va a saltar por los aires cuando conozca a un
joven llamado Walter Klemmer, que intentará seducirla.
La primera vez que ve a Walter es cuando ella acude a tocar el piano a un
recital privado, en un domicilio particular; Walter es el sobrino de la
anfitriona, y se fija en ella al escucharla interpertar a Bach en la
primera parte, intentando entablar conversación con ella en el descanso.
En la segunda parte, el propio Walter, pianista aficionado (aunque lo que
estudia es Ingeniería Técnica) es quien interpreta a Schubert, la
especialidad de Erika. A partir de aquí, Walter demuestra su interés por
esa mujer bastante mayor que él, y llega a interrumpir una clase para
preguntar cómo se puede hacer alumno suyo, a lo que ella responde fríamente
que pregunte en secretaría.
Para ser aceptado como alumno de Erika, Walter debe examinarse tocando
varias obras ante un tribunal, una de ellas es precisamente una sonata de
Schubert. Los componentes del tribunal examinador quedan maravillados ante
el talento del joven, que sólo ha estudiado música con profesores
particulares. Sólo Erika le encuentra reparos, como que él ya es muy
mayor para empezar una carrera profesional. Pero, finalmente, es admitido.
Una vez que ya es oficialmente alumno de Erika, Walter redobla sus
intentos de seducción. Ella se sigue mostrando altiva, pero a la salida
le sigue, y averigua que es jugador de hockey sobre hielo.
Otro día prosiguen los ensayos para el concierto escolar, y Anna llega
con diarrea, presa de los nervios. Walter le da un poco de ayuda, y Anna
comienza a tocar magníficamente un lied del Winterreise. Llena
de envidia, porque su alumna la pueda superar, Erika baja al ropero, e
introduce vidrios rotos en el bolsillo derecho del abrigo de Anna. Así,
cuando la chica meta la mano en él, quedará herida, y su mano
inutilizada por un tiempo, con lo que no podrá tocar en el concierto. El
placer por la acción cometida parece que le provoca a Erika ganas de
orinar (también le ocurrió viendo a una pareja en el autocine) y se
dirige a los lavabos; allí la va a buscar Walter, que trepa hasta abrir
la puerta del servicio donde está Erika, y comienza a besarla.
En el juego sexual que se desarrolla a continuación en los lavabos, Erika
exige seguir siendo quien dé las órdenes. Le exige a Walter que la mire
y que esté callado, mientras primero le menea el pene, y luego mienras le
hace "sexo oral". Ante cualquier desobediencia por parte de él,
ella daría por concluida su relación. Le dice que le dará instrucciones
detalladas por escrito de lo que quiere que le haga, y la ocasión se
presenta el la siguiente clase, mientras ella le atosiga con indicaciones
de cómo se debe tocar a Schubert.
El sigue a Erika hasta su casa, y se cuela dentro ante la estupefacción
de la madre de ella. Se encierran en una habitación, tapiando la puerta
con un armario para evitar a la omnipresente madre, y allí él da lectura
a las famosas instrucciones, que consisten en un ritual sadomasoquista
donde él ha de comportarse como "su amo", pegándole y sometiéndola
a todo tipo de vejaciones. El se marcha, asqueado, y tras su marcha Erika
protagoniza una escena lésbica besando con fuerza a su propia madre.
Erika se ha "ablandado" por el rechazo de Walter, ya no tiene la
altivez de antes, y va al local donde Walter juega al hockey sobre hielo
para reconciliarse con él; le dice que hará todo lo que él quiera.
Intenta hacerle una felación, pero acaba vomitando. El la rechaza, y
parece que disfruta haciándola sufrir, como si se le hubiera contagiado
su "enfermedad". Esa misma noche, él se presenta en su casa,
encierra a la madre en un cuarto con llave, y golpea a Erika, según el
mismo ritual que ella le había pedido antes, pero que parece que ya no le
atraía, pues quizás estuviera ya en vías de "curarse" de sus
obsesiones gracias a una relación "normal" con Walter.
A la mañana siguiente, es el día del concierto, y Erika debe sustituir a
Anna como acompañante del Winterreise, pues ningún alumno habría
tenido tiempo para preparar la obra. Su madre (que, como tantos viejos de
hoy, pasa el tiempo viendo telebasura) sólo se ocupa de que algún
promotor importante la pueda escuchar y fijarse en su talento (a buenas
horas...) Antes de salir de casa, Erika guarda un cuchillo en su bolso y,
ya en el auditorio, parece que quisiera buscar con la mirada a Walter,
quizás deseando apuñalarle. Pero se interpone alguien, no consigue
llegar hasta él, y se queda sola mientras todos los espectadores han
subido ya a sus butacas. Entonces, cuando faltan pocos minutos para que
comience el concierto, ella reacciona con una nueva autoagresión: saca el
cuchillo, se lo clava en el pecho, y se va. De esta manera tan
desconcertante termina la película.
Se puede especular si esta herida sería mortal o no, pero una cosa parece
clara, viva o muerta su carrera pianística parece acabada, debido al escándalo
que se originaría por abandonar el local sin atender a sus compromisos, y
sin dar más explicaciones. Es decir, su doble vida se ha hecho añicos, y
la película parece que nos quisisera decir: quien se empeña en llevar
una doble vida tarde, o temprano termina mezclando las dos. Quizás de
esta degradación pudo haberla salvado Walter, pero el ser "amo"
y dar órdenes parece tener su atractivo incluso para gente en apariencia
"muy normal", acostumbrase a esa nueva situación es lo más fácil
del mundo, al menos según nos dice este film. Sin embargo, él prefiere
seguir "jugando a ese juego", y eso es lo que termina provocando
a Erika sus instintos de autodestrucción.
La interpretación de un papel como el de Erika es crucial para la
credibilidad de la historia, pues siempre existe el riesgo de que las
extravagancias de la protagonista provoquen las carcajadas del público.
Afortunadamente, la interpretación de Isabelle Huppert, una de las
grandes estrellas del cine francés, es sensacional, y hace que su
personaje sea plenamente creíble. No es menos acertada la encarnación,
realmente memorable, de la madre por parte de la veteranísima Anne
Girardot (la inolvidable Nadia de Rocco y sus hermanos de
Visconti, aún en activo), y a Walter lo interpreta Benoit Mangimel, el
Luis XIV de Le roi danse, de Corbiau.
Al tratarse de una película ambientada en un Conservatorio, es lógico
que la música tenga un gran protagonismo. Todo lo que se escucha en la
banda sonora es música clásica, interpretada por los estudiantes o
profesores del Conservatorio, y fundamentalmente se trata de obras para
piano solo. Entre ellas, la que más destaca es la Sonata para piano nº
20 en la mayor, D 959 de Schubert, el autor preferido de Erika, que
aparece en la película tocada por Walter en distintos momentos: en el
"recital privado" donde conoce a Erika, y ella toca a Bach en la
primera parte, Walter interpreta en la segunda el Scherzo de la D 959;
también toca los movimientos 2º y 3º de esta sonata (precedidos por la Pieza
Op. 33b de Schoenberg -la que había pensado tocar en el recital
privado "para que no se notaran las notas falsas"- y el Preludio
Op. 23, nº 5 de Rachmaninov) ante el tribunal que le examinará; por
último, el 2º movimiento lo ensaya con Erika, ya convertido en alumno
suyo, en la clase en la que ella le da la carta con sus
"deseos"; previamente, ella le ha dicho que "una persona de
su físico" no puede comprender a Schubert, que era feo.
Otras obras para piano que escuchamos en el film son: la Fuga en do menor
del Libro I del Clave bien temperado de Bach, que interpreta el
alumno Naprawnik mientras la profesora le recuerda que le vio ojeando
revistas porno; también de Bach, la Fuga del Concierto para 2 claves
BWV 1061, que en adaptación para 2 pianos (sin orquesta) interpreta Erika
y otro pianista en el "recital privado" que da en casa de la tía
de Walter, y donde le conoce a él. Durante los títulos de crédito
escuchamos los comentarios de Erika ante pasajes que tocan sus alumnos,
correspondientes a la Fantasía en Fa menor de Chopin ("un
poco menos de pedal no estaría mal"). Poco después vemos a un
alumno ensayar la Sonata nº 3 de Beethoven ("en Beethoven
una nota falsa es menos grave que una interpretación que lo
desnaturaliza")
Aparte de la música para piano, encontramos también obras pertenecientes
a otros géneros, como la música vocal, la de cámara o la orquestal. Al
repertorio vocal pertenece, obviamente, el Winterreise de
Schubert, que ensaya una y otra vez la infortunada Anna Schober. Durante
los títulos de crédito vemos a Anna ensayar la canción nº 17, "Im
Dorfe" (En el pueblo) bajo la vigilancia de Erika, quien le va
diciendo mientras tanto el texto ("Los perros ladran, sacudiendo sus
cadenas..."). Más tarde, en la escena donde irrumpe Walter a
preguntar cómo se puede hacer alumno de Erika, Anna está tocando
nuevamente el Winterreise, también la canción nº 17 del ciclo,
pero esta vez cantada al mismo tiempo por un joven barítono, estudiante
de canto. Tras la marcha de Walter, pasan a la siguiente canción, la nº
18, "Der stürmische Morgen" (Mañana de tormenta). En el
"ensayo general" donde la envidia de Erika ante su alumna le hará
meter los vidrios rotos en su abrigo, escuchamos también "Im
Dorfe" antes de la partida de Erika al ropero; cuando vuelve, ya van
por la canción nº 20, "Der Wegweiser" (El poste indicador).
En cuanto a la música de cámara escuchamos dos fragmentos muy conocidos
por su utilización en películas, y siempre debido a que son ensayados
por profesores o alumnos del Conservatorio. El Andante con moto del Trío
con piano nº 2 de Schubert, que inmediatamente muchos oyentes
asociarán con el balneario de Barry Lyndon de Kubrick, suena
ensayado por Erika en la parte del piano, y continuamos escuchándolo
mientras ella camina hacia las cabinas de proyección de películas porno.
También vemos interpretar el Andante del Sexteto nº 1 de Brahms
el día del "ensayo general" para el concierto, el mismo día
que Erika dejará los vidrios en el abrigo de Anna; una música que también
tuvo su momento de fama gracias a una película, Los amantes de
Louis Malle. Y, dentro de lo orquestal, en la escena de "amor en los
lavabos" entre Erika y Walter se escucha en la lejanía el primer
movimiento del Concierto de Brandenburgo nº 4 de Bach, y el
comienzo del segundo, se supone que también interpretado por alumnos en
el ensayo general.
La mayoría de estas piezas se han reunido en un disco llamado "Banda
Sonora Original", aunque lo de "original" hoy día es cada
vez más un engaño, pues las interpretaciones no son las que suenan en la
película, sino versiones del fondo de catálogo de los sellos Erato y
Teldec: la sonata de Schubert y la nº 3 de Beethoven (pero no el primer
movimiento, que suena en la película, sino el 3º) la toca Michel
Dalberto, el Winterreise lo canta Prégardien acompañado por
Staier (tenor y pianoforte en vez de barítono y piano), la Fuga del Clave
bien temperado (junto a su Preludio) la toca Koopman (¡al clave!
cuando en la película se escucha com piano), el Concierto de Bach suena
en el CD en una versión de Karl Richter (con claves y orquesta, por
supuesto), el Brandenburgo nº 4 lo interpreta Il Giardino
Armonico, Lugansky toca el Preludio de Rachmaninov y Lubimov la Fantasía
de Chopin.
La relación de esta película con la música va, lógicamente, mucho más
allá del hecho de que se puedan escuchar más o menos piezas en ella.
Resulta mucho más interesante el retrato de la enseñanza musical que nos
muestra, al margen del estado mental de la protagonista: el ambiente en
los pasillos, los tribunales de examen y su deliberaciones posteriores,
las envidias que sin duda existen (aunque sin llegar a los extremos de
desquiciamiento que vemos ahí, debidos al estado mental de Erika), las
eternas quejas de los padres de los alumnos... todo eso sonará muy
familiar a los que hayan vivido ese mundillo. Algo muy digno de elogio es
que todos los que salen en la pantalla tocando un instrumento lo hagan
realmente, no haya ninguno "fingiendo" como en tantas películas,
o ninguno al que no se le vean nunca la cara y las manos a la vez mientras
toca, porque quien toca realmente es otro. Luego, lo que suene podrá ser
lo que produzcan ellos o algo pregrabado, pero al menos no se nota el
truco tan claramente como tantas veces.
En resumen, La Pianista es una película correcta en cuanto a guión
y fotografía, y posee un buen ritmo narrativo, por lo que se sigue con
interés. El hecho de mostrar el ambiente en un Conservatorio es un
aliciente añadido para todo el que haya estudiado allí, o simplemente le
interese el tema, aunque las perversiones de la protagonista puedan
espantar a una parte de su potencial público. De todos modos, esta afición
de bucear en el lado oscuro del ser humano es algo muy característico del
cine francés, y a veces se reivindica como señas de identidad de un cine
con mayor peso intelectual que el de las películas meramente
"comerciales"; en fin, esto debe ser lo que llaman "la
excepción cultural".
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