VUELVE LOMBARD

Sevilla. 21 de febrero. Teatro de la Maestranza. Temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Lluis Claret, violonchelo. Alain Lombard, director. Obras de Fauré, Saint-Saëns y Bartók. 26 de febrero. Sala Apolo. Sara Roper, oboe; Miguel Domínguez, clarinete; Joaquín Morillo, trompa; Javier Aragó, fagot. Alain Lombard, director. Obras de Mozart y Schubert.

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum.

Tras la visita de Christian Badea y Josep Pons, ha vuelto Alain Lombard a Sevilla para dirigir varios programas a la orquesta de la que es titular. Por lo que a los conciertos de abono respecta, no le pudimos escuchar sus Cuarta y Séptima de Beethoven, un paso más en la integral que está ofreciendo -como Ros Marbá en Galicia- a lo largo de la presente temporada, pero sí las en conjunto muy notables versiones que ofreciera la semana siguiente de conocidas obras de Fauré, Saint-Saëns y Bartók.

Sea abría la velada con la suite de Pelléas et Mélisande, en una interpretación muy bien sonada pero más elegante y delicada que encendida y dramática. Muy sólida la labor del maestro parisino en el Concierto para violonchelo nº 1 de Saint-Saëns, aunque lo mejor fuera la participación del estupendo Lluis Claret, que ofreció una lectura muy equilibrada, introvertida y serena, amén de estupendamente tocada. En la propina realizó su particular alegato contra la guerra que se nos viene encima.

En la segunda parte del concierto, Lombard dio lo mejor de sí mismo con una muy convincente lectura de la Música para cuerda, percusión y celesta, espléndidamente trazada en su complicado juego de tensiones y tratada sonoramente sin renunciar al espíritu sombrío y dramático que preside la magistral partitura, es decir, sin limar asperezas para hacerla más digerible. Entusiasta la respuesta del público, que la tarde del viernes abarrotaba el Maestranza. Al día siguiente el concierto se repetiría dentro del breve pero admirable ciclo matinal organizado este año con vistas a la captación de nuevos públicos.

Con fines igualmente divulgadores se vienen realizando los conciertos en la Sala Apolo. Tuvimos ya una integral -no completada por enfermedad del maestro- dedicada a Brahms, y ahora comienza un miniciclo integrado por obras de Mozart y Schubert, un repertorio en el que la orquesta debe seguir insistiendo, a la vista de los pobres resultados que a lo largo de sus más de doce años de vida ha alcanzado en el mismo.

Como era de esperar, tampoco ahora ha habido mucha excelencia desde el punto de vista técnico: la plantilla seleccionada, acertadamente reducida a formación de tipo clásico, no sonó con la transparencia ni la tersura que demanda este repertorio. Tampoco es el terreno donde mejor se mueve Lombard, pero al menos su batuta se mostró, ya que no especialmente matizada, sí intensa, sincera y eficaz. Destacó su fogoso acercamiento a la Quinta de Schubert, muy bien planteada y expuesta, aunque los violines dejaron mucho que desear en el bellísimo Allegro inicial.

En la Sinfonía Concertante para oboe, clarinete, fagot y trompa volvimos a tomar conciencia de la soberbia calidad de los componentes de la ROSS; concretamente, el oboe de Sarah Roper y el fagot de Javier Aragó demostraron un virtuosismo y una musicalidad admirables. Gran trabajo, pues, para una velada en la que se notaba felizmente la presencia de un público nada habitual -muchas familias al completo-, seguramente atraído por el reducidísimo precio de las entradas. De ahí que haya que cuidar, en todos los sentidos, a estos conciertos tanto como a los de abono en el Maestranza. En la Sala Apolo se formó toda una generación de melómanos en Sevilla, cuando la orquesta daba aún sus primeros pasos, y ahora toca volver a hacerlo, por el futuro de la ROSS y el de la buena música.

Página de la ROSS: http://www.rossevilla.com