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Zarzuela de repertorio
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee
su curriculum.
El Niño Judío. Zarzuela de dos actos y cuatro cuadros. Música de Pablo Luna. Libro de Enrique García Álvarez y Antonio Paso. Carmen González, Berta Ojea, Rocío Bolaños, Pedro Miguel Martínez, Rafa Castejón, Miguel Sola. Dirección de escena: Jesús Castejón. Dirección musical: Miguel Roa. Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro del Teatro de la Zarzuela. Teatro de la Zarzuela de Madrid, 23 de enero a 15 de febrero de 2003. Producción del Teatro de la Zarzuela (2001). Las actividades del Teatro de la Zarzuela son muy variadas. Además de montar zarzuelas y abordar géneros marginales como las ópera modernas y antiguas, el teatro aspira a crear su propio repertorio. Algunos de sus títulos más emblemáticos han sido repuestos, siempre con gran éxito y con menos frecuencia de lo que cabría esperar. Es este un planteamiento muy acertado, profesional, rentable y agradecido por el público. En la presente temporada se ha repuesto la producción de El Niño Judío presentada por primera vez hace dos años. Obtuvo entonces muchos y merecidos aplausos que hoy ha vuelto a despertar con el teatro siempre lleno. La puesta en escena es ligera, divertida y teatral. El maestro Jesús Castejón despliega todo su talento con detalles siempre acertados, de buen tono y respetuosos con el género y con su tradición. Coro e intérpretes se lo pasan estupendamente haciendo la función con un derroche de buen humor. El Niño Judío es una obra con mucho y muy buen texto de García Álvarez y Paso, que está muy bien dicho por los artistas de modo que no se pierde ni una sílaba. También está muy bien cantado cuando corresponde. Los números musicales del maestro Luna son conocidos, pegadizos, de excelente factura y se insertan en la trama en perfecta armonía. El espectáculo también tiene mucho que agradecer a una escenografía acertada y a unos números coreográficos con sabor a teatro de otros tiempos. Pero esta es una producción actual, que conoce y respeta la tradición pero que sintoniza con el público de hoy sin caer en modernidades innecesarias. Todo fluye con naturalidad, eficacia y arte en una función simpática y divertida. Gracias a producciones como esta, el género lírico sigue vivo y presenta un futuro alentador. Hay que felicitar al Teatro de la Zarzuela por apostar por producciones propias de repertorio. Es una línea de trabajo fructífera que permite consolidar la indudable calidad de su trabajo, conquistar un público más numeroso y abordar entre tanto, con mayor tranquilidad, nuevos retos como los que se aproximan en marzo y abril próximos.
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