|
|
Credibilidad vocal
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee
su curriculum.
Recital de Barbara Bonney (soprano) y Malcolm Martineau (piano). Lieder y canciones de Schubert, Wolf, Liszt, Heuberger, Dostal, Zeller y Lehár. "IX Ciclo de Lied". Teatro de la Zarzuela de Madrid, 17 de febrero de 2003. Barbara Bonney es una soprano que tiene una voz singular, muy germánica (ella es estadounidense) y no especialmente bella. Pero es una gran intérprete y sabe utilizar magistralmente su aparente dureza tímbrica para dotar de naturalidad a sus versiones. Su voz no es celestial ni angelical: es terrenal y humana, con luces y sombras que expresan la pasión sin necesidad de acudir a gestos extramusicales. La emoción de su canto es interior y por eso su arte se me antoja especialmente apto para el género liederístico cuya remota inspiración popular buscaba originalmente la exquisitez en aquello de apariencia simple y directa. El recital de Bonney en el Teatro de la Zarzuela fue así: natural, simple y directo. Todas sus versiones estuvieron teñidas de credibilidad, gracias a la cual subyugaron los corazones del respetable. No hubo ningún aspaviento innecesario, ninguna afectación vana: solo matices nacidos de las melodías y de la voz. Afinación y fraseo fueron impecables, pero la soprano sobresalió por una excelente dicción, que materializó sin esfuerzo aquella unión entre música y poesía que los románticos propusieron. Sus versiones de Franz Schubert fueron serenamente conmovedoras; con los Mignon Lieder de Hugo Wolff alcanzó la máxima intensidad. El pianista no logró estar a la altura de la soprano, pero supo entablar con ella la necesaria complicidad, emulando en algo desde el teclado el singular estilo interpretativo de la cantante. El recital culminó con canciones de opereta vienesa, un repertorio que la artista domina a la perfección y que le permitió demostrar de nuevo su perfecta pronunciación, su versatilidad y capacidad de comunicación. Sin embargo, el estilo ligero de estas piezas enfrió el cálido e íntimo ambiente creado con los Lieder románticos precedentes. Estas canciones seguramente le valgan sonoros aplausos en Alemania, pero no eran las más adecuadas para cerrar su recital madrileño. Aún así la velada fue estupenda y el público agradeció calurosamente el arte sincero y verdadero de Barbara Bonney.
|