|
|
La franqueza de Bernaola Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
En junio del pasado año falleció en Madrid el compositor Carmelo Alonso Bernaola (Otxandio-Vizcaya, 1929 - Madrid 2002) una de las personalidades más destacadas de la música española de los últimos años. Su inspiración musical dio como fruto una obra variada pero teñida siempre de un impulso enérgico, reflejo evidente de su forma de ser directa y abierta. Bernaola fue un artista carismático y un maestro fundamental para la generaciones que le han sucedido, generoso y siempre abierto a compartir su sabiduría. El homenaje que ha tenido el acierto de organizar el Proyecto Guerrero dentro de su ciclo de "Música de hoy" fue una cita que reunió a muchos colegas, discípulos y amigos, aunque a un público escaso. No acierto a encontrar explicación a este desinterés, dado que el ciclo empezó con buen pie, ha sido bien promocionado y el homenaje propuso un repertorio variado e interesante. Lo cierto es que la sala sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid estuvo poco llena. La serie de Superficies es una colección de piezas brillantes compuestas entre 1961 y 1978 para solistas y pequeñas agrupaciones instrumentales, llenas de ocurrencias e imaginación. Su audición en una sesión mostró que, detrás la fantasía del compositor y su evolución a través en varios lustros, hay una huella personal que siempre se advierte con singular energía. Son obras que reflejan una forma entusiasta y comprometida de abordar la vanguardia, propia de unas décadas lejanas, pero que conservan hoy toda frescura juvenil, siempre estimulante. Con la perspectiva que el tiempo otorga, hoy se aprecia más aún su valor musical que la rebeldía que pudieran contener en la época en que se estrenaron. Tomás Marco recuerda en una temprana biografía de Bernaola que la Superficie núm., 1 escrita en Roma para cuarteto de madera, cuerda, piano y percusión y dedicada a Enrique Franco, "causó impacto y su estreno madrileño en las series de Tiempo y Música fue un acontecimiento". No cabe duda que Bernaola y otros músicos de su generación hicieron un enorme y valiosísimo esfuerzo para actualizar y dignificar la música la música española. Los artistas del Proyecto Guerrero ofrecieron unas versiones limpias y vivarachas. Lo mismo hizo la Orquesta de la Comunidad de Madrid que, bajo las órdenes de José Ramón Encinar, ofreció una impecable versión de la Sinfonía núm. 3 de 1990. La espontaneidad, la vitalidad y la franqueza del desaparecido maestro sedujeron a los intérpretes, que tocaron las obras con implicación, tranquilidad y buen gusto. Compartieron los cálidos aplausos del reducido y selecto público con el compositor homenajeado, que no ha desparecido, puesto que ocupa un merecido lugar en la historia de la música.
|